A semanas de que se inicie la Franja Electoral para el plebiscito constitucional del 25 de octubre, todavía se respira improvisación en el ambiente. El Servel, con los plazos encima, se dio cuenta de que los tiempos no le alcanzaban y que la falta de proactividad ahora le está pasando la cuenta. Mientras eso ocurre, el Rechazo intenta dejar fuera por secretaría a la Convención Constituyente –que es el eufemismo que se usa para no decir Asamblea Constituyente– a través de modificaciones legales en el Congreso que no tienen mayor destino, y la oposición sigue congelada. Después de cinco meses de pandemia, donde el Gobierno ha vuelto a experimentar la reprobación ciudadana que se reveló en el estallido social, los partidos de izquierda y de centroizquierda siguen sin reaccionar en conjunto, incapaces de fijar criterios y sellar acuerdos, como si quisieran que la historia les pasara en cámara lenta por delante, de modo de alcanzar a subirse al carro de un eventual triunfo del Apruebo, sin pagar el pasaje.