El problema principal radica en que el Gobierno no está actuando como tal sino como parte del movimiento, y no está dando las seguridades de orden público que se requieren. Las palabras del ministro del Interior, el UDI Víctor Pérez, en su punto de prensa de ayer al mediodía, sugieren una coordinación ambigua entre el Gobierno y los dirigentes del paro, presididos por el UDI Sergio Pérez, incluso la eventualidad de un acuerdo secreto. De otra manera no se explica que, en pleno toque de queda, hayan circulado camiones con carga peligrosa y en condiciones no permitidas desde el sur hacia Valparaíso, y que Carabineros no lo haya impedido y se haya dedicado a “observar” la movilización, tal como indicó su vocería institucional.
El talante displicente del ministro del Interior, Víctor Pérez Varela, frente al paro indefinido de uno de los gremios de camioneros al mediodía de ayer en La Moneda, dio la impresión de que tenía un acuerdo con los movilizados sobre la manera en que debían actuar y emplazar a los poderes del Estado de Chile. Mano izquierda en el bolsillo de su pantalón, utilizó términos como: “Lo que tenemos son algunos cortes esporádicos de la carretera”, “el compromiso era hacerlo en términos pacíficos, sin cortar ni bloquear la cadena de suministro”, “todas las movilizaciones pacíficas, creo que pueden tener espacio en nuestro país, lo que no puede tener espacio es bloquear, la violencia, la intolerancia”. Habló de reuniones secretas y, de pasada, le echó la culpa al Gobierno anterior y puso en la mira política al Congreso Nacional.
Resulta difícil distinguir, en estas circunstancias, si el Gobierno de nuestro país está en manos de personas con una deficiente apreciación de hechos públicos y notorios, como los bloqueos de carreteras que se evidenciaron el día de ayer, impidiendo el transporte de carga y personas, o si, por el contrario, derechamente lo anima un mal propósito respecto del bienestar institucional del país.
La responsabilidad política de lo que está ocurriendo y ocurra en los próximos días en Chile es enteramente del Gobierno, específicamente, del Presidente de la República y de su ministro del Interior, a cargo de quienes está la mantención del orden y la seguridad pública al interior del país. El ministro Víctor Pérez Varela debe tomar nota, o alguien tiene que informarle, que la fórmula del decreto que lo nombra en su cargo de ministro del Interior, lo obliga en sus responsabilidades. Si por acción u omisión se declara incapaz de hacerlo, ello implica abandono inexcusable de deberes, y tiene que decirlo de manera clara y no crear un ambiente tóxico e inexplicable de alarma pública.
El problema no es solo el paro indefinido de camioneros, con exigencias extravagantes al Congreso Nacional, manifestadas por su líder, Sergio Pérez, hombre cercano a la UDI –mismo partido del cual es militante el ministro Víctor Pérez– y que fue integrante del comando presidencial del entonces candidato Sebastián Piñera.
Tampoco la inseguridad de La Araucanía, donde, dicho sea de paso, el Gobierno actual obtuvo su más alto apoyo electoral en las elecciones pasadas, pero donde ha ensayado todas las formas posibles de militarización y que han devenido en la irracionalidad del conflicto actual.
El problema principal radica en que el Gobierno de Chile no está actuando como tal sino como parte del movimiento de camioneros, y no está dando las seguridades de orden público que se requieren.
Las palabras del ministro en su punto de prensa de ayer al mediodía, y las demandas políticas del movimiento de los camioneros en paro (gremio que está dividido), indican una coordinación ambigua y la eventualidad de un acuerdo secreto entre el Ministerio del Interior y los huelguistas. De otra manera no se explica que, en pleno toque de queda, hayan circulado camiones con carga peligrosa y en condiciones no permitidas desde el sur hacia Valparaíso, y que Carabineros no lo haya impedido y solo se haya dedicado a “observar” la movilización, tal como indicó su vocería institucional.
El ministro se equivoca si cree que la seguridad interior del país se puede “netear”, o jugar con ella al empate político con la oposición. El deber del ministro del Interior ahora es asegurar el orden público o, de una, irse a dirigir el paro. Se dice que el ministro Pérez es un “duro”, pero hasta el momento solo ha demostrado que es duro de entendimiento, y con mala noción de lo que es un Estado de derecho.