Aunque se nos pretenda convencer con una posible recuperación a mediano plazo, no hay nada en el horizonte que lo sustente y lo haga posible antes de 2022. En el contexto mundial, la crisis sanitaria durará tanto tiempo como se demore en estar disponible la vacuna, sea posible adquirirla y luego suministrarla. Este ciclo completo puede tardar hasta fines del 2021.
Si alguien salió de Chile a fines de octubre y está regresando durante esta semana, le sorprenderá saber que después de 10 meses no se ha logrado siquiera encaminar soluciones concretas a los principales problemas de los chilenos. Más aún, verá que los detonantes del conflicto social, identificados como precariedad en el empleo, remuneraciones, pensiones, salud, educación y vivienda, se encuentran aún peor.
De ambos lados, oposición y oficialismo, no han estado a la altura del desafío y la mayoría solo aprovecha cualquier oportunidad para promover diálogos, críticas y debates, sea en matinales, entrevistas o cualquier tribuna que sirva a sus intereses, pero de trabajo concreto que solucione los problemas de la gente, prácticamente nada se ha logrado en este período.
La pandemia ha sido devastadora en el mundo entero, con enorme pérdida de vidas humanas, demandando gran cantidad de recursos económicos. Pero eso en nada puede justificar la ineficacia para apoyar a los hogares chilenos, con programas asistenciales atrasados, complejos de aplicar y sin alcanzar la cobertura o alivio que se promueven ampliamente en los medios de comunicación. Más aún, queda la impresión que la única solución efectiva fue el retiro del 10% de los fondos de pensión, lo cual es muy lamentable.
Así, la credibilidad de nuestros gobernantes ha caído continuamente. No se percibe o simplemente no existe, una estrategia para enfrentar este escenario. Al contrario nos desorientan aún más con improvisaciones de último minuto y frases que son más propias del “mercadeo” que de soluciones reales. Surgen las versiones 2.0, Plus, diferentes tipos de “pasos” y otras terminadas en “-mente”, las cuales nos hacen sentir que estamos viviendo una sátira del desgobierno.
Aunque se nos pretenda convencer con una posible recuperación a mediano plazo, no hay nada en el horizonte que lo sustente y lo haga posible antes de 2022. En el contexto mundial, la crisis sanitaria durará tanto tiempo como se demore en estar disponible la vacuna, sea posible adquirirla y luego suministrarla. Este ciclo completo puede tardar hasta fines del 2021.
Esta pandemia ha deteriorado la economía, llevándola a una recesión global. Los resultados del primer semestre fueron desastrosos: el PIB mundial cayó en promedio –5,9% y en Chile -14,1%. En este escenario, los países más desarrollados no tardaron mucho en darse cuenta y asumir que enfrentaban un problema enorme, estimulando sus economías como nunca antes en la historia.
Así las cosas, ¿cuál es nuestro panorama real? Por el camino que vamos, la pandemia nos cobrará una cuenta enorme, dejándonos como uno de los países más contagiados por millón de habitantes en el mundo y sin haber atendido a la ciudadanía que “clamaba” por soluciones reales a sus problemas. Pero, qué otro resultado esperábamos con la segregación y hacinamiento habitacional en muchas comunas, empleo informal sin seguridad social y remuneraciones precarias, que obligan a transitar por trabajo o algún ingreso para la familia. Si no fuera por la gran calidad humana de nuestro personal de salud, esto sería un desastre mayor.
Lamentablemente la situación para nosotros será más compleja. Aunque algunos parecen olvidarlo, la crisis de octubre 2019 ya había golpeado fuertemente a nuestra economía. El conflicto social evidenció aún más una pobreza oculta por años, con descuidos y abusos sistemáticos que son insoportables. Apareció el Chile verdadero, una realidad muy distante del país que se señaló como ejemplo en América Latina.
Esto no ha cambiado y esta crisis sanitaria lo ha deteriorado aún más. Pronto las restricciones de movimiento y los temores de infección, serán sobrepasados por las urgencias de nuestra gente, postergadas durante años. Se hará evidente que muchos no hicieron su trabajo y que otros, sin compasión, siguieron con su ambición desmedida a expensas de los pocos ingresos que logra el resto de los chilenos. Entonces las consecuencias serán mayores y volverán con más fuerza aún: todo parece indicar que esto terminará mal, muy mal.