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Renovación de los altos mandos de las Fuerzas Armadas Opinión

Renovación de los altos mandos de las Fuerzas Armadas

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Richard Kouyoumdjian Inglis
Por : Richard Kouyoumdjian Inglis Experto en Defensa y Seguridad Nacional
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En los tiempos que corren, no nos debiera ser indiferente quiénes son los que dirigen nuestras instituciones armadas o conforman el equipo del Ministerio de Defensa. Las Fuerzas Armadas son las que, ni más ni menos, tienen el poder de las armas. Es por ello que la selección de los comandantes en Jefe, como también de la persona que se desempeñe como JEMCO y otras posiciones claves –como son las jefaturas de las divisiones de Ejército, zonas navales y brigadas aéreas que, por su ubicación geográfica, son las más críticas y estratégicas–, es algo de suma importancia y que no se debe realizar a la ligera.


Estamos pronto a iniciar la renovación anual de los altos mandos de las Fuerzas Armadas, un tema que en el pasado puede haberles solo importado a las instituciones, pero en la realidad actual que vivimos, no debiera ser indiferente quiénes son los que manejan el poder de las armas. En Chile, a diferencia de otros países, este rito ocurre en forma anual y, casi siempre, entre los meses de octubre y noviembre. En otros países, la renovación tiene lugar junto a ciclos políticos, cosa que nosotros en gran medida cortamos al establecer la inamovilidad de los comandantes en Jefe cada 4 años y establecer exigencias fundamentadas, para que eventualmente puedan ser removidos por el Presidente de la República antes de finalizar sus mandos.

Lo primero que viene, es el posible cambio del vicealmirante Rodrigo Álvarez en la Jefatura del Estado Mayor Conjunto (JEMCO). El almirante Álvarez lleva 4 años en el Estado Mayor Conjunto. Los dos primeros como subjefe y los siguientes como número 1. Nada legal obliga a su cambio e, incluso, el titular de la posición queda eximido de las exigencias de los máximos por años de servicio y no es una función que tenga un límite de tiempo predeterminado, como es el caso de los jefes institucionales. Su cambio, más bien, viene dado por la práctica histórica, lo que recomienda el sentido común en lo que se refiere a la rotación de los mandos, los equilibrios institucionales y el hecho de que su designación, en 2018, se hizo en un minuto en que el Ejército estaba sacando una gran cantidad de generales, lo que no dejaba muchos candidatos para la posición y, ante lo cual, el Gobierno prefirió dejarlo a él.

[cita tipo=»destaque»]El JEMCO es el principal asesor del ministro y por eso es que su selección no es algo que deba delegar en los comandantes en Jefe. La única recomendación que hago es que, si no se deja al general Widmer, entonces que sea un general de división del Ejército con amplias redes hacia las otras instituciones y con mucha experiencia operacional, ya que todo indica que la guardia que le tocará tendrá, aparte de las complejidades propias del cargo y una agenda llena de temas, las amenazas sanitarias del tipo coronavirus, estallidos sociales que puedan implicar Estados de Emergencia, múltiples actos eleccionarios y, lo principal, la posibilidad no menor de tener que desplegar tropas en La Araucanía, si es que no se logran soluciones políticas que logren calmar las pasiones de quienes habitan ese territorio y dar soluciones definitivas que dejen a todos tranquilos.[/cita]

Posteriormente, en el 2019 lo pilló el “Estallido Social” en la posición y todos estaríamos de acuerdo en que no era el minuto de cambiarlo, a pesar de que a esa altura el Ejército sí disponía de candidatos para reemplazarlo.

A diferencia del sector privado, en donde no se cambia a los buenos jefes, las instituciones de la defensa chilenas renuevan sus altos mandos por varias razones, pero siendo la principal el darle «tiraje» a la chimenea y los años máximos de servicio establecidos por ley. Esto, a veces obliga a tener que sacar a buenos generales y almirantes por el solo hecho de llegar al techo, pero, mientras eso no cambie, las reglas del juego están dadas para el ejercicio que se nos viene en los próximos meses.

Si el almirante Álvarez no estuviera de JEMCO, ya estaría en retiro por haber cumplido los 40 años que un oficial general puede estar en servicio. La pregunta que sigue es si es conveniente renovarlo por otro período. No soy quien para evaluar su desempeño, pero no cualquiera llega a donde llegó Rodrigo Álvarez después de una excelente carrera profesional en la marina. De seguro tiene sobrados méritos para continuar, pero no me parece adecuado dejar al Ejército sin ocupar esa posición, cosa que no hacen desde fines del 2013, a no ser que se haga lo mismo que en el 2018, es decir, promover al sub-JEMCO, el general de aviación Albert Widmer, dejando la posición de número 2 para un general del Ejército.

Cuando se busca un candidato para el puesto en cuestión, la ley establece que es una posición que está abierta a todos los oficiales de 3 estrellas, lo cual genera una gran cantidad de candidatos, pero dado que es una posición de alta responsabilidad y que claramente, en mi opinión, debiera ser de 4 estrellas al igual que los comandantes en Jefe, es conveniente que se seleccione un oficial que sea de los más antiguos de su respectivo escalafón y, por ello, me refiero a que sea idealmente el 2 o, a lo más, el 3 de su institución.

La persona que debe seleccionar es el ministro de Defensa mismo, una persona con amplia experiencia política, pero que no es especialista en temas de defensa, razón por la cual es clave tener buenos asesores. Heredó de Alberto Espina dos muy buenos subsecretarios que conocen bien su trabajo y con amplia experiencia en la materia, junto con un gabinete sólido y experimentado.

El JEMCO es el principal asesor del ministro y por eso es que su selección no es algo que deba delegar en los comandantes en Jefe. La única recomendación que hago es que, si no se deja al general Widmer, entonces que sea un general de división del Ejército con amplias redes hacia las otras instituciones y con mucha experiencia operacional, ya que todo indica que la guardia que le tocará tendrá, aparte de las complejidades propias del cargo y una agenda llena de temas, las amenazas sanitarias del tipo coronavirus, estallidos sociales que puedan implicar Estados de Emergencia, múltiples actos eleccionarios y, lo principal, la posibilidad no menor de tener que desplegar tropas en La Araucanía, si es que no se logran soluciones políticas que logren calmar las pasiones de quienes habitan ese territorio y dar soluciones definitivas que dejen a todos tranquilos.

Lo segundo que viene es el reemplazo del almirante Julio Leiva en la comandancia en Jefe de la Armada. Eso debería suceder en junio del 2021 y, por lo tanto, la quina de donde saldrá su sucesor es algo que se juega en la conformación del alto mando naval que, como dije anteriormente, debiera ocurrir alrededor de octubre o noviembre de este año.

La marina es la única que tiene cambio en el corto plazo, ya que a los generales Ricardo Martínez y Arturo Merino aún les queda tiempo en sus puestos, por ende, tiempo para ir dándole forma a sus respectivos equipos.

Para ir terminando, una de las acciones más importantes que puede afectar la suerte y efectividad de una organización, es la designación de la persona que la tendrá que liderar.

En los tiempos que corren no nos debiera ser indiferente quiénes son los que dirigen nuestras instituciones armadas o conforman el equipo del Ministerio de Defensa. Las Fuerzas Armadas son las que, ni más ni menos, tienen el poder de las armas. Es por ello que la selección de los comandantes en Jefe, como también de la persona que se desempeñe como JEMCO y otras posiciones claves –como son las jefaturas de las divisiones de Ejército, zonas navales y brigadas aéreas que, por su ubicación geográfica, son las más críticas y estratégicas– es algo de suma importancia y que no se debe realizar a la ligera.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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