Los cuatro principales bancos publicaron sus resultados del primer semestre y en promedio lograron un 16,0% de utilidad sobre las ventas. Todo esto en medio de la desgracia, con los chilenos reventándose por pagar sus deudas financieras, teniendo que decidir entre sus acreedores o las urgencias de su familia. En caso contrario, las penas del infierno caerán sobre los herejes que no cumplan con el sacrosanto sistema financista. No puede ser que mientras la economía de todos se desploma, un servicio que no es productivo se mantenga, prácticamente, sin efecto alguno. Eso es una evidencia concreta de que en Chile no existe una economía de mercado: es solamente un Cambalache inmoral.
Septiembre comienza con novedades que no dejan de sorprender. Cada una de estas sirve para componer nuestro propio Cambalache, con una lírica notable como aquel tango, permitiría también el relato de las propias desventuras.
En una actitud inconmovible, nuestras autoridades se niegan a cualquier aumento del salario mínimo. Con el argumento ya conocido, señalan que no es el momento y que no están las condiciones de la economía para ello. Que las empresas no soportarían pagar unos 20 mil pesos adicionales, afectando la reactivación y debilitando aún más el empleo.
Hay que esperar que la economía mejore, señalan convencidos. ¿Qué significa eso? No tengo la más mínima idea, pero pareciera ser una promesa por cobrar cuando los resultados de las empresas mejoren aún más; algo parecido a un rebalse.
Entretanto, aunque para varios sea difícil de entender, todos los chilenos necesitan comer, consumen agua y energía, usan vestuario, tienen derecho a entretenerse, quieren sentirse alegres y, lamentablemente, también se enferman. Pero no son pocos los que no pueden, son más de 6 millones de compatriotas en condiciones de pobreza, como parte de familias que viven con menos de 400 mil pesos al mes.
Como si fuera poco, para seguir en esa línea, ya nos ha quedado claro que algunos abusan sin límites con la venta de los medicamentos y no cualquier medicamento, incluyen enfermedades catastróficas. La lista publicada la semana pasada por Cenabast mostró que pagábamos hasta 5 veces más que el valor real de fármacos, comparado con un mercado que fuera eficiente. Fue tan simple como incorporar una entidad del Estado para que esto ocurriera, faltaba un poco de interés y buena voluntad; simplemente que hicieran su trabajo.
¿Es eso una contradicción? No, claro que no. Así es como debe funcionar una economía social de mercado: el Estado debe actuar para resguardar la eficiencia del mercado.
Por otro lado, los cuatro principales bancos publicaron sus resultados del primer semestre y en promedio lograron un 16,0% de utilidad sobre las ventas. Todo esto en medio de la desgracia, con los chilenos reventándose por pagar sus deudas financieras, teniendo que decidir entre sus acreedores o las urgencias de su familia. En caso contrario, las penas del infierno caerán sobre los herejes que no cumplan con el sacrosanto sistema financista.
Como si fuera poco, también debemos soportar uno de sus más infames argumentos. Se nos trata de convencer de que al reducir las tasas de interés máxima se dejaría a muchas personas de bajos ingresos sin acceso al crédito. Esa es la parte que más indigna, porque en sus créditos de consumo cobran más de 25% de interés anual a la misma gente que dicen proteger.
Así las cosas, ¿dónde está el BancoEstado? Ahí mismo, con el mismo rango de utilidades. Sin haber dado la atención preferentemente a esas familias que más lo necesitan, pudiendo haber ofrecido tasas de interés razonables y que hicieran más eficiente el mercado financiero.
No puede ser que, mientras la economía de todos se desploma, un servicio que no es productivo se mantenga, prácticamente, sin efecto alguno. Eso es una evidencia concreta de que en Chile no existe una economía de mercado: es solamente un Cambalache inmoral.
Para qué agregar más ejemplos, todos sabemos que eso superaría el largo razonable de una columna. Por favor, sabemos que aumentar $20 mil o $30 mil mensuales no será un gran esfuerzo para los empleadores, pero comparado con el beneficio para la mayoría de sus trabajadores, equivale al pan de todos los días.
¿Cuánto más abuso tienen que soportar los chilenos? Apelo a un mínimo de compasión, antes que entremos en una escalada que será irreversible.