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Economía y política: no importa el color del gato mientras pueda cazar Opinión

Economía y política: no importa el color del gato mientras pueda cazar

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Sergio Vera
Por : Sergio Vera Ingeniero naval. Magister y doctor en Ciencias COPPE - UFRJ, OPM Harvard Business School.
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En estos últimos siete meses, la red de autodenominados “servidores públicos” no ha conseguido entregar soluciones reales a las deudas de los chilenos, a sus precarias pensiones, a la desregulación en sectores del mercado que los desangran, ni siquiera han podido obligar al BancoEstado a que cumpla su rol social en nuestra economía.  


“No importa si el gato es negro o blanco, mientras pueda cazar ratones es un buen gato”. Esta es la frase con que Deng Xiaoping enfatizó, en 1978, su visión para el futuro de la República Popular China. Así fue como en plena Guerra Fría se inició la gran transformación del más férreo enclave del comunismo.

Con rumbo claro y firme decisión, se abrió al mundo hasta transformarse en una potencia industrial y principal eslabón en la cadena de suministros de la economía mundial. Ante todo, imperó el pragmatismo, convencido que esta apertura permitiría desarrollar un sistema productivo que, aprovechando sus evidentes ventajas comparativas, traería más oportunidades de trabajo y una mejor calidad de vida para su pueblo.

A más de 40 años desde aquella “verdadera” revolución en China y a 20 mil kilómetros de distancia se encuentra nuestro querido Chile. Un país que aún no ha podido despojarse de una clase política en su mayoría delirante y con dogmas arcaicos, creando bandos para obtener provecho de la división de los ciudadanos entre liberales y socialistas, de las más variadas acepciones.

Y aquí estamos, después de 30 años, teniendo que soportar las acciones de un sistema de gobierno que no deja de deteriorarse a través del tiempo. Desgarrando al país con un antagonismo insensato, que abusa de un populismo trasnochado y un desfile de “protagonistas”, desplegando una retórica colmada de palabrería, pretendiendo con ello ocultar su ignorancia e incapacidad, sin siquiera poder identificar y solucionar los problemas reales que afectan al país.

Seguimos inmersos en esta desgracia que nos impide actuar con el pragmatismo necesario. Lo que es peor, incapaces de reconocer el aporte de cualquiera que se encuentre en la vereda opuesta, desconociendo sus obras por el solo hecho de pensar diferente o por el egoísmo insano de quienes ven en ello una amenaza a su pequeña cuota de poder.

Así las cosas, Chile seguirá sin rumbo y expuesto en una travesía sin la urgencia necesaria, recibiendo implacablemente los males de una crisis, donde con fortuna en los 2 primeros años tendremos una vacuna y no antes de los 3 años siguientes veremos la recuperación real de la economía mundial. Aunque algunos no escatimen en mensajes de optimismo, lo hacen sin realismo y con el diagnóstico errado sobre cuán profunda y extenso será esta crisis, sin capacidad para entender la evolución y magnitud del daño.

En este espectáculo, representantes de cada sector político copan los medios de comunicación para asegurar sus cupos en la próxima maratón de elecciones, en cuanto cargo aparezca o como “súper héroes” volando de un ministerio a otro con capacidades aparentemente ilimitadas, superando las barreras de lo posible.

Claramente una pugna por ganar cuotas de poder en el Estado y, cual cortesanos, seguirán con su circo de temas intrascendentes. En estos siete meses la red de autodenominados “servidores públicos” no ha conseguido entregar soluciones reales a las deudas de los chilenos, a sus precarias pensiones, a la desregulación en sectores del mercado que los desangran, ni siquiera han podido obligar al BancoEstado a que cumpla su rol social en nuestra economía.  Por favor, ¡despierten!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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