Para el pensionado habría tres costos directos: a) La tasa de descuento que aplique el comprador para valorizar el bono, tendría como consecuencia que este recibiera un monto menor al “valor par” del bono; sería la comisión implícita que paga por el anticipo. b) La comisión directa que le cobre el intermediario por colocar el bono en el mercado. c) Disminución de la pensión futura, a cuenta de tener plata disponible en el presente; la magia no existe. Para la compañía de seguros: ningún costo directo.
En el marco del debate del retiro de fondos destinados a las pensiones y particularmente de la arista sobre el retiro de recursos de rentas vitalicias (RV), el presidente de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) expuso recientemente en la Cámara de Diputados la imposibilidad e inconvenientes que tendría una medida como esta. En esencia, los dos argumentos para oponerse a esta iniciativa son los siguientes:
-Primero, se afectarían las características centrales de las RV (DL 3500). Cuando una persona se pensiona por RV, a diferencia de la opción retiro programado, estos fondos no quedan bajo administración por cuenta del pensionado, sino que son traspasados desde la AFP a la compañía de seguros, la cual le promete, como contraprestación, pagar una RV. Así, los fondos pasan a ser de propiedad de la compañía de seguros.
-Segundo, habría un impacto en la solvencia de las compañías de seguros. De aprobarse esta iniciativa, «el concepto implícito no es de un retiro de fondos, sino más bien de un anticipo de flujos de futuras pensiones que, naturalmente, impactarán en las pensiones de los pensionados directamente en función de la cuantía del monto retirado».
[cita tipo=»destaque»]Finalmente, lo que me motiva a escribir esta columna es que, aparte del caso puntual aquí analizado (retirar o no los fondos), una medida como esta tendría el gran beneficio de corregir en parte –aunque sea por el lado de los quesos– una grave situación. En varias ocasiones he manifestado la situación de insolvencia de las compañías de seguros que venden rentas vitalicias, a saber, que sus balances no reflejan su verdadero pasivo económico (la contabilidad les permite, al amparo de la CMF, registrar pasivos subvalorados).[/cita]
Dicho anticipo “puede generar una situación financiera compleja a las compañías que ofrecen RV, que termine debilitando su capacidad de pagar el diferencial de pensiones de RV restante tras el retiro”, porque “a diferencia de las AFP, las compañías de seguro invierten una fracción importante de sus recursos en activos ilíquidos de largo plazo, (…) para respaldar un flujo mensual predeterminado de RV”. Entonces, “al forzar a las compañías a vender activos para permitir el adelanto mencionado de cada pensionado, en un plazo breve, podría generar fuertes pérdidas en dicha venta, ampliando riesgos de solvencia”.
El mismo mercado de capitales, que tanto se endiosa, tiene la capacidad de solucionar este embrollo.
Es cierto que con la RV el pensionado ya no es dueño de sus fondos. Por el contrario, es dueño de una “cuenta por cobrar” vitalicia, fija en UF. Es portador, por decirlo así, de un instrumento de renta semifija, donde la única variable que lo diferencia de un bono tradicional es el plazo incierto de duración.
Si se permitiera que terceros pudiesen comprar este bono con cupones mensuales fijos de plazo incierto, se le haría mercado a este nuevo instrumento y se podría transar. Los riesgos a evaluar, por parte del comprador, serían la solvencia del pagador (la compañía de seguro) y la esperanza de vida del pensionado.
Por su parte, el pensionado podría “descontar” todo o parte de su cuenta por cobrar y hacer caja, según sus necesidades. ¿Por qué debe determinar, el burócrata de turno, qué es bueno y qué es malo para el propio pensionado?
Entidades financieras podrían actuar de intermediarios entre el pensionado y el inversionista comprador del bono, e incluso podrían agrupar “cupones” de distintos pensionados y hacer una masa crítica atractiva para los inversionistas.
¿Estará interesado un inversionista en comprar estos títulos? Debería, por el diferencial de tasas. Si la TIR del inversionista se ubica entre la tasa libre de riesgo y la rentabilidad que ofrecen las compañías de seguros a los pensionados, habría espacio para este nuevo instrumento.
En principio, los costos de anticipar pagos al pensionado serían:
Para el pensionado habría tres costos directos: a) La tasa de descuento que aplique el comprador para valorizar el bono, tendría como consecuencia que este recibiera un monto menor al “valor par” del bono; sería la comisión implícita que paga por el anticipo. b) La comisión directa que le cobre el intermediario por colocar el bono en el mercado. c) Disminución de la pensión futura, a cuenta de tener plata disponible en el presente; la magia no existe.
Para la compañía de seguros: ningún costo directo. La compañía de seguros seguirá pagando mensualmente de acuerdo a su presupuesto de caja, su solvencia de primer orden no se alteraría. Como costo indirecto, probablemente tendrá que procesar más pagos cada mes y diseñar la logística de ello.
El costo-beneficio económico del proceso. Se crea la instancia de anticipar pagos sin alterar la política de inversiones ni la solvencia de las compañías de seguros, nace un nuevo instrumento dentro del abanico riesgo-retorno del mercado de capitales, contra el costo de un ajuste en la pensión futura.
¿Muy complejo? Se han visto muertos cargando adobes. Dejemos que sea la gente que decida libremente de acuerdo a sus necesidades, señalándoles los pros y contras de la medida.
Finalmente, lo que me motiva a escribir esta columna es que, aparte del caso puntual aquí analizado (retirar o no los fondos), una medida como esta tendría el gran beneficio de corregir en parte –aunque sea por el lado de los quesos– una grave situación. En varias ocasiones he manifestado la situación de insolvencia de las compañías de seguros que venden rentas vitalicias, a saber, que sus balances no reflejan su verdadero pasivo económico (la contabilidad les permite, al amparo de la CMF, registrar pasivos subvalorados).
El que exista una alternativa para que los pensionados puedan anticipar los pagos en el mercado de capitales según la propuesta aquí señalada, les da a los mismos pensionados una salida antes de que la música termine y nos demos cuenta de lo evidente: que las compañías de seguros que venden RV están quebradas.