La crisis del COVID-19 ha venido a desnudar a la AFP, en su retórica individualista, porque no solo no premia el esfuerzo de cada cotizante, sino que acumula fondos como lo haría un sistema de reparto, pero para el beneficio de unos pocos, al posibilitar transacciones por volumen que benefician, a nuestros oligopolios de domicilio conocido que mezclan intereses en Chile, desde la banca al negocio inmobiliario, pasando por la salud y la educación, siempre dejando como víctimas a los mismo que hoy se le busca negar sus propio ahorro
La orfandad económica en que millones de chilenos han debido superar la peor crisis global desde la gran depresión, ha puesto en juego algo que estará en tensión en la próxima constitución: el derecho a la propiedad privada.
Resulta tan incómodo como inexplicable para los paladines históricos de este derecho, estar hoy justamente yendo en contra de sus pasos, apelando a las pensiones futuras, para negarse a un segundo retiro de fondos desde el sistema de capitalización individual, porque lo cierto es que creen menos en el derecho a dicha propiedad, si lo que está en juego es la liquidez de los grupos económicos.
Y es que, en la propia promesa egoísta de pensionarse con el esfuerzo particular, el sistema ha fallado, y ha echado por tierra, la premisa que las cotizaciones le pertenecen al ahorrante. De hecho, salvo excepciones ni siquiera son heredables, por lo tanto, que para la derecha ante una crisis de esta magnitud, no sean accesibles para la gran mayoría por un segundo retiro, bajo su lógica, es más que razonable.
[cita tipo=»destaque»]Chilenos y chilenas abandonadas, para los cuales se ha hecho muy poco para alivianar su situación, lo que no solo es inmoral, sino que atenta contra las virtudes propuestas de quienes nos dicen abrazar una sociedad de consumo, pero a la chilena, vale decir sin consumidores. Con sueldos paupérrimos, sin seguridad social y un alto costo de la vida empujada, por cierto, por 3 comunas que concentran el poder económico[/cita]
La crisis del COVID-19 ha venido a desnudar a la AFP, en su retórica individualista, porque no solo no premia el esfuerzo de cada cotizante, sino que acumula fondos como lo haría un sistema de reparto, pero para el beneficio de unos pocos, al posibilitar transacciones por volumen que benefician, a nuestros oligopolios de domicilio conocido que mezclan intereses en Chile, desde la banca al negocio inmobiliario, pasando por la salud y la educación, siempre dejando como víctimas a los mismo que hoy se le busca negar sus propio ahorro.
Chilenos y chilenas abandonadas, para los cuales se ha hecho muy poco para alivianar su situación, lo que no solo es inmoral, sino que atenta contra las virtudes propuestas de quienes nos dicen abrazar una sociedad de consumo, pero a la chilena, vale decir sin consumidores. Con sueldos paupérrimos, sin seguridad social y un alto costo de la vida empujada, por cierto, por 3 comunas que concentran el poder económico. El político, en tanto, está en disputa y millones de compatriotas han dicho en las urnas de manera categórica y pacífica, aquello que desde el congreso impulsaremos. Un segundo retiro, sin amarres, ni agendas paralelas.