El Ejecutivo ha desarrollado un plan de tres etapas y se espera que para el 2030 nuestro país posea una exportación de 2,5 BUS$ al año de hidrógeno verde, con una productividad de 25 GW y, por sobre todo –lo que sería la clave de esta proyección–, tener un costo de producción inferior a 1,5 dólares por Kg de hidrógeno verde, uno de los más económicos del mundo, contemplando la zona norte y el extremo sur como los lugares de producción a gran escala.
Las nuevas regulaciones ambientales en pro de la descarbonización, han hecho buscar fuentes energéticas alternativas dentro de las cuales aparece el hidrógeno como el gran amigo de todos. ¿La razón? Su combustión entrega casi tres veces más energía en masa que la combustión del metano, principal componente del gas natural, siendo más interesante aún su producto de combustión final, el agua.
¿Pero por qué solo ahora se propone utilizar el hidrógeno como recurso energético? Existen varios estudios sobre su producción, variando su costo de obtención, así como el grado de limpieza del proceso. Aquel que presenta las mejores condiciones ambientales para la producción de H2 es la electrólisis del agua, que corresponde al rompimiento de la molécula del agua a través de energía eléctrica, obteniendo hidrógeno y oxígeno de manera pura.
[cita tipo=»destaque»]Finalmente, el gran hito que se debe cumplir es que Chile considere el hidrógeno como un combustible. A pesar de la discusión sobre el proyecto de eficiencia energética que se encuentra en el Senado, el Gobierno, privados y el mundo académico han mirado con buenos ojos esta nueva oportunidad de convertir a Chile en un referente, no solo del cuidado del medio ambiente a través del compromiso de descarbonización, sino también para impulsar la investigación, innovación y desarrollo tecnológico.[/cita]
Esta técnica, conocida desde hace más de 200 años, no se ha aplicado de manera masiva debido a su alto consumo de corriente eléctrica y, por tanto, altos costos. Sin embargo, ya es posible romper esta barrera con la implementación del uso de energía renovables, como la solar y/o la eólica, que permiten una generación baja o nula de CO2 y disminuyen considerablemente los costos asociados a la electrólisis, forjándose el renacimiento del hidrógeno verde, llamado también el combustible del futuro.
Ahora, ¿por qué Chile corre con una gran ventaja? Según el ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, se proyecta que en 10 años más nuestra matriz energética sea en un 70% de energía renovable, lo que es una gran apuesta, pensando que hasta el 2019 existían 30 plantas fotovoltaicas que, en conjunto con los parques eólicos, contribuyen al 20% de la matriz energética actual.
A esto se debería sumar la incorporación de 47 megawatts provenientes de cinco proyectos fotovoltaicos que obtuvieron la aprobación ambiental en junio recién pasado. De esta manera, todo el esfuerzo realizado por evolucionar nuestra matriz energética repercutiría positivamente en la disminución de los costos de producción de este combustible.
El Ejecutivo ha desarrollado un plan de tres etapas y se espera que para el 2030 nuestro país posea una exportación de 2,5 BUS$ al año de hidrógeno verde, con una productividad de 25 GW y, por sobre todo –lo que sería la clave de esta proyección–, tener un costo de producción inferior a 1,5 dólares por Kg de hidrógeno verde, uno de los más económicos del mundo, contemplando la zona norte y el extremo sur como los lugares de producción a gran escala.
Finalmente, el gran hito que se debe cumplir es que Chile considere el hidrógeno como un combustible. A pesar de la discusión sobre el proyecto de eficiencia energética que se encuentra en el Senado, el Gobierno, privados y el mundo académico han mirado con buenos ojos esta nueva oportunidad de convertir a Chile en un referente, no solo del cuidado del medio ambiente a través del compromiso de descarbonización, sino también para impulsar la investigación, innovación y desarrollo tecnológico. Esto, no solo para que Chile sea un exportador de combustible, sino para convertirnos en exportadores de tecnología y conocimiento, ya que nadie quiere que este sueño se diluya como ha sucedido con el litio.