No se sorprende con la baja participación, cree que es una tendencia. Pero el académico de la Universidad Central consideró que uno de los derrotados fue Revolución Democrática, dentro del Frente Amplio, que llega en una “posición menos ventajosa, bastante debilitada”, a una negociación de cara a la elección de convencionales de abril con Unidad Constituyente, que demostró tener mayor capacidad de movilización de sus adherentes. “Hay que transformar en votos el apoyo en redes sociales y es un proceso difícil», sostuvo. Respecto de la baja participación, más allá de la responsabilidad institucional, Moreno apuntó a la ciudadanía, señalando que “hay un tema de responsabilidad. Si la gente quiere incidir en la designación de los partidos políticos, tiene que participar”.
-El factor más llamativo es la baja participación. Las primarias de 2016 tuvieron un piso de alrededor del 5% de movilización. Se habla de que esta vez Unidad Constituyente movilizó cerca del 10% de sus adherentes, el FA a cerca del 7%. ¿Cuáles son los factores para explicar la baja participación en estas elecciones que también son inéditas en nuestro país?
-Lo que podría estar explicando esta baja participación es que tuvimos poca cantidad de primarias de gobernadores. Cuatro de dieciséis en regiones del Frente Amplio, siete de dieciséis en regiones en ChileVamos, y dieciséis de dieciséis regiones en Unidad Constituyente, y solo 36 alcaldías, el 10% del total. Por lo tanto, fue una primaria que mostró poca competencia. Hay un componente de responsabilidad de los partidos políticos, en el sentido de no haber estado dispuestos a generar competencia en todas las regiones, en todos los municipios del país y no solo el 10% que vimos hoy día. El 2016 hubo un mayor número de municipios en los que se compitió y eso genera más incentivos en los ciudadanos para ir a votar, cuando hay más competencia, cuando hay algo que está en disputa. Y eso es lo que no se verificó en esta oportunidad.
-Considerando la baja participación, ¿se puede hablar de algún ganador o algún derrotado? Aunque hay nombres que sorprenden. En este contexto, ¿crees que tiene que ver con la atomización de la presentación de candidaturas y no haber logrado pactos más grandes?
-Hay que partir de la base de que no es correcto comparar estas elecciones de segundo orden –no solamente en Chile, en el mundo son de segundo orden– con las elecciones nacionales. Por eso se creó esta expectativa de una participación que la vemos muy mermada. Esta es la tendencia que veníamos teniendo en Chile. La excepción, un paréntesis, pudo haber sido el plebiscito, pero efectivamente la línea de tendencia de participación era más o menos baja. Creo que las principales sorpresas tienen que ver con la distancia importante que saca el pacto Unidad Constituyente al Frente Amplio, en términos de votos en todo el país. Ese es un dato bien interesante, porque muestra una mayor capacidad de movilizar bases, adherentes, militantes, como queramos llamarlos, en este conglomerado Unidad Constituyente respecto del pacto del Frente Amplio. Esto da cuenta de que no basta solamente el apoyo en redes sociales sino que eso hay que transformarlo en votos. Y ese es un proceso difícil: transformar el apoyo en redes sociales en votos.
El segundo elemento interesante es que, al interior del Frente Amplio, Revolución Democrática (RD) cedió bastante terreno frente a los otros partidos. Lo que pasó en la Región Metropolitana es bien sorprendente. Sebastián Depolo sacó un 32% pero la candidata del Partido Liberal, María José Cumplido, haciendo una muy buena elección, sacó el 28%. Es decir, estuvo muy cerca el Partido Liberal de alcanzar a Revolución Democrática. Y lo propio pasó en otras regiones del país, donde observamos una caída en la participación y la movilización de RD dentro del Frente Amplio. Lo que ocurrió en Vitacura, donde competía el oficialismo, es bien sintomático de lo que pasa en el sector: la predisencialización de la elección en esa comuna. Con Camila Merino siendo apoyada por Matthei, con Zalaquett tibiamente apoyado por Lavín, muestra un poco el intento de presidencializar estas primarias. Pero con muy baja participación.
-¿De qué manera juega esta matemática de la elección para futuros pactos en las elecciones del próximo año? El presidente de la DC salió a pavonearse diciendo que Claudio Orrego sacó más votos que el Frente Amplio.
-Este era un factor que se planteó como una clave para leer el resultado de estas primarias. Es decir, si Unidad Constituyente lograba movilizar más adherentes, como efectivamente ocurrió –casi cuadruplicó en votos en todo el país el potencial electoral–, esto va a ser un elemento que se va a usar en una negociación que tendrá que darse, creo, en los próximos días, para intentar conformar un pacto único para la elección de convencionales en abril próximo. En esa negociación el FA queda en una posición menos ventajosa, bastante debilitada respecto de Unidad Constituyente, que sí mostró tener una mayor capacidad de despliegue territorial, de trabajo de organización, que en este sentido es importante. Es un elemento que hay que tener en cuenta. No solamente la capacidad de interacción en redes sociales, sino que también es importante la organización, la logística y el tener planteamientos para llegar a un buen resultado.
-¿Se puede hacer algún pronóstico, alguna interpretación de lo que ocurrirá en las elecciones que vienen o es un tema completamente aparte?
No. Yo diría que es difícil hacer algún tipo de proyección. La votación de Orrego, siendo importante, tiene un componente de voto democratacristiano, pero hay gente independiente que votó por Orrego por su gestión como intendente, y sus atributos, sus competencias para desempeñar este cargo. Por lo tanto, hacer análisis lineales, como el que probablemente está haciendo el presidente de la DC, no es adecuado para enfrentar el desafío que se viene por delante. Creo que este es un dato que tiene que ver fundamentalmente con la capacidad de organización. Lo que observamos, y por eso Karina Oliva de Comunes se impone en la Región Metropolitana: porque tenía una capacidad de organización mayor. No basta solo con organización mediática. Se requiere trabajo en el territorio y esa es la gran lectura que tenemos que sacar desde ahora.
-¿Cuál es tu interpretación de las acusaciones transversales que se hicieron al Servel? ¿Tiene que ver con desinformación o el Servel pudo hacer algo más?
-El argumento del Servel se atiene a la legislación vigente y la legislación vigente dice que la fusión de las mesas se tiene que hacer antes de la elección y eso es lo que hizo el Servel. Lo que observamos es de falta de compromiso ciudadano, los vocales y la gente para ir a votar. Se hace una crítica de que los candidatos son designados a dedo en los partidos y, ahora, fueron pocos los electores que fueron a sufragar, poco más de 400 mil personas. Hay un tema de responsabilidad. Si la gente quiere incidir en la designación de los partidos políticos, tiene que participar. Los alegatos de que no fue posible votar, ocurrieron en algunos lugares. Pero en la mayoría sí se pudo votar. Lo que no vimos fue votantes, electores. Porque hay desidia, porque hay falta de interés, porque no había competencia. El 25 de octubre no hubo una revolución participatoria, no es que la gente se volcara a participar, es cierto que participó más que antes, pero lo que estaba en disputa era mayor. No era una disputa ideológica, no era una cuestión de partidos, sino el cambio de la Constitución. Hoy lo que teníamos era una primaria de partidos, donde elegiríamos los candidatos de los partidos, de los pactos. Probablemente la gente no está interesada en eso y por eso no fue a participar. A lo mejor vamos a tener que revisar el mecanismo de primarias, el que sean organizadas por el Servel, y que cada partido organice su primaria. Es un elemento a tener en cuenta.