Es muy fácil llegar y lanzar una idea al viento, pero ¿en qué se benefician los mortales al tener un Ministerio del Mar o es algo que solo beneficia a unos pocos de sus acuáticos súbditos? ¿Estará claro el diagnóstico de lo que está malo y que justifica crear una burocracia más y el ministerio Nº 25? ¿Estarán claros los costos de crear la organización e infraestructura?
Escribo esta columna en mi condición de miembro del directorio de la Liga Marítima de Chile, ya que en ella entregaré mis argumentos por los cuales considero que la creación de un Ministerio del Mar no es una buena idea, y a la vez formularé algunas recomendaciones respecto de la gobernanza de los mares de Chile.
Poseidón, el dios griego del mar, o Neptuno, como se le conoce en la mitología romana, debe estar feliz que sus súbditos estén reclamando un ministerio para él. Poseidón, uno de los dioses principales junto a Zeus y Hades, no tiene representación política en el Poder Ejecutivo, o en lo que sería el panteón de los dioses chilenos del siglo XXI, ya que sus pertenencias están repartidas entre otros dioses o derechamente, según quienes trabajan para él, están desatendidas por aquellos que no entienden de océanos o no dependen del mar para su subsistencia.
¿Estará en lo correcto Poseidón al querer tener su propio ministerio? ¿En qué se benefician los mortales al tener un Ministerio del Mar o es algo que solo beneficia a unos pocos de sus acuáticos súbditos? ¿Estará claro el diagnóstico de lo que está malo y que justifica crear una burocracia más y el ministerio Nº 25? ¿Estarán claros los costos de crear la organización e infraestructura? Es muy fácil llegar y lanzar una idea al viento y después dejar que el problema lo resuelvan otros, más aún si como país perdimos la disciplina en este tema y de los 3 ministerios que establecía la Constitución de 1822 hoy vamos en 24, con la consecuente burocracia y costo que debe ser financiado por los contribuyentes, y poca claridad sobre los beneficios hasta ahora logrados por tener más ministros y subsecretarios.
Argumentos razonables en contra de la creación de un Ministerio del Mar:
1. El costo para el Estado que implica una nueva secretaría y, lo que es más importante aún, cuando producto de las circunstancias queremos redireccionar gasto e inversiones a los sectores más desposeídos de la sociedad y no a crear más burocracia. Si tenemos el ánimo de invertir, lo mejor es asignar fondos a la Directemar y al Sernapesca, entidades que están cortas de presupuesto para realizar sus actividades normales.
2. A diferencia de otros ministerios, un Ministerio del Mar no correspondería a una cartera focalizada en un tema en particular como es agricultura o minería. El Mar de Chile no solo provee recursos pesqueros, sino también es una fuente potencial de energía mareomotriz y de minerales ubicados en el subsuelo marino. Adicionalmente es el medio en el cual se ubican nuestros astilleros e infraestructura portuaria y es por donde se mueve nuestro comercio exterior y es también un medio en que se desarrollan actividades recreativas, turísticas y deportivas. Además, es donde se ubican zonas o parques marinos protegidos producto de la biodiversidad que los habitan.
[cita tipo=»destaque»] Un consejo es más liviano que un ministerio, no requiere presupuestos onerosos y puede concentrarse en tres elementos principales, como serían el desarrollo y actualización de la política oceánica, coordinación de los planes y acciones de las oficinas del Gobierno relativas al mar. Y, algo no menor, a desarrollar la conciencia marítima de los chilenos, la que es necesaria para que lleguemos a ser la potencia marítima del Pacífico Sur Oriental y entender que la solución no pasa por un ministerio sino por nuestras mentes y corazones, mirando más al Pacífico que a la cordillera que nos respalda.[/cita]
3. Bajo el entendido de que no estamos hablando de un ministerio focalizado en un tema específico, crear un ministerio que es responsable del mar de Chile sería equivalente a tener un ministerio del espacio aéreo y de lo aeroespacial o bien de uno responsable del territorio no marítimo. Los ministerios que ya tenemos son suficientes, como también lo son las subsecretarías existentes, cubriendo todos los posibles ámbitos que uno pueda visualizar, lo que hace más bien pensar que, si hay una sensación de que la cosa no está bien, es por ineficiencias organizacionales, por faltas de coordinación entre las agencias del Gobierno, o por la ausencia de planes, de su correcta ejecución y adecuado control.
4. Ya en el pasado, este tema ha sido evaluado en tres oportunidades (1971 en el Gobierno de Salvador Allende, 1986 en el Gobierno Militar y 2016 en el Gobierno de Bachelet 2) y nunca salió adelante, ya que al ser analizado era obvio que era solo una idea seductora sin los sustentos y racionalidad que se exigen para crear una organización administrativa, como es el caso de un ministerio.
5. La creación de un ministerio como el que se pide no elimina otras carteras y su existencia aumenta la complejidad de la coordinación y resolución de los temas del mar, ya que obliga a tener que alinear agendas y soluciones con presupuestos que no le son propios. En ese sentido, la resolución de problemas relativos al océano pasa más bien por presupuestos dedicados, coordinación interagencial, pero, sobre todo, por tener un plan estratégico de desarrollo del Mar de Chile, o lo que bien se conoce como la política oceánica nacional.
6. El ministerio propuesto no va a generar que nuestro mar produzca más recursos que los que ya posee o le podamos dar otros usos o beneficios que los que ya provee. Es más, va a distraer recursos cuyo retorno es dudoso o difícil de probar.
Si la solución de los problemas del mar de Chile no pasa por un ministerio dedicado, ¿qué posibles soluciones podemos recomendar? Algunas que se me ocurren, que seguro serían del gusto de Poseidón, podrían ser:
a. No dejar la política oceánica botada y darle la continuidad necesaria. La actual política oceánica salió adelante gracias a Heraldo Muñoz, pero lamentablemente salió publicada el último día del Gobierno de Bachelet 2. Posteriormente, Teodoro Ribera sacó en enero del 2020 lo que se llama “Mares de Chile: Visión 2040”. Ambos excelentes documentos, con buenas ideas, y que además generan un consejo con responsabilidad sobre el tema, pero que a la fecha aún no existe.
b. Junto con el consejo de la política oceánica o de los mares de Chile deberíamos pensar en sacar este tema desde la Cancillería y colocarlo –como es el caso de otros países– bajo la Presidencia de la República, con carácter autónomo y representantes multisectoriales, multipartidista y obviamente con la presencia de técnicos en las materias propias del mar. La Cancillería llega hasta donde puede llegar, pero claramente esto es más que simplemente un asunto de Relaciones Exteriores, ya que es un tema nacional y así requiere ser tratado.
c. Un consejo como el anterior es más liviano que un ministerio, no requiere presupuestos onerosos y puede concentrarse en tres elementos principalesm como serían el desarrollo y actualización de la política oceánica, coordinación de los planes y acciones de las oficinas del Gobierno relativas al mar. Y, algo no menor, a desarrollar la conciencia marítima de los chilenos, la que es necesaria para que lleguemos a ser la potencia marítima del Pacífico Sur Oriental y entender que la solución no pasa por un ministerio sino por nuestras mentes y corazones, mirando más al Pacífico que a la cordillera que nos respalda.