Boris Johnson admitió que “la posición no ha cambiado, hay problemas” y las negociaciones entre Londres y la Unión Europea siguen en terreno pantanoso. Pero para complicar aún más la situación de la isla, la aparición de la nueva variante del coronavirus ha provocado que más de 40 países hayan cancelado los viajes desde el Reino Unido. El país está cada vez más lejos del mundo.
La isla se aleja un poco más del continente. La propagación de una nueva cepa del coronavirus, supuestamente más contagiosa, y la inminencia de un Brexit para el que todavía no hay acuerdo dejan al Reino Unido más aislado que nunca, en medio de una situación sanitaria inquietante.
La variante del virus preocupa a la comunidad científica, aunque por ahora solo se sabe que se expande bastante más rápido. No parece, según los primeros indicios, que tenga efectos más dañinos sobre la salud ni que vaya a ofrecer más resistencia a las vacunas.
Más de 40 países han vetado los viajes desde el Reino Unido, incluido Chile. Sin duda, un contratiempo para los originarios de esos países, que ven frustradas sus esperanzas de reunirse con la familia en Navidades. Pero el “cerrojazo” que más duele a los británicos es el de Francia, lugar de paso de la mayoría de las mercancías que llegan del continente.
El primer ministro británico, Boris Johnson, habló con el presidente francés, Emmanuel Macron, a fin de zanjar una crisis que, en la inflamada vena nacionalista de medios británicos, obedece a una decisión arbitraria para castigar al país y forzarle a ceder en las negociaciones pos-Brexit.
Con un rótulo gigante de «Francia ha cerrado sus fronteras», el puerto de Dover, por donde pasan la gran mayoría de camiones que llevan bienes entre la isla y el continente, recibía hoy a los transportistas que querían regresar a la Unión Europea.
Mientras una calma absoluta reinaba en la terminal portuaria, cientos de camiones eran escoltados por la policía para aparcar en uno de los carriles de la autopista, habilitado como estacionamiento provisional.
Tras hablar con Macron, Johnson adelantó que espera hallar alguna forma de desbloquear el paso en las próximas horas. Solo un 20 % de los bienes cruza la frontera acompañado por un transportista, señaló en una rueda de prensa.
Si las predicciones del «premier» británico están en lo cierto, los hogares británicos pueden estar tranquilos. Solo deberán prescindir en sus banquetes navideños de productos como coliflor, brócoli o lechuga, que de todas formas no suelen ser ingredientes predilectos por estas fechas.
El problema, alertan las asociaciones de transportistas, llegará si el cierre se prolonga más allá de 48 horas. En ese caso, los productos perecederos pueden comenzar a escasear en los comercios británicos, y el desabastecimiento que se temía a partir del 1 de enero por el fin del período de transición con la UE se adelantaría en más de una semana.
Johnson dijo entender la angustia que suscita en el resto del mundo la aparición de una nueva cepa, pero destacó que «los riesgos de que un camionero que viaja solo transmita el virus son muy bajas».
Pese a todo, el Reino Unido continúa su programa de vacunación con el preparado de Pfizer/BioNTech y ya ha inoculado a más 500.000 personas, la gran mayoría de ellas mayores de 80 años.
Aunque el ministro de Transportes, Grant Shapps, presumió de que si no se ha producido un colapso de camiones en el condado de Kent -donde se encuentra Dover- es por los preparativos que desde hace meses se llevan a cabo para el Brexit, lo cierto es que solo quedan diez días y la incertidumbre es máxima.
El alcalde de Londres, Sadiq Khan, y la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, instaron al Gobierno británico a pedir una prórroga en las conversaciones para centrarse en la alarma desatada por la nueva variante del virus.
La respuesta que se encontraron fue la misma: no se negociará más allá del 31 de diciembre.
Esto, porque a menos que Johnson pueda llegar a un acuerdo comercial con la UE en los próximos 10 días, el Reino Unido dejará de ser miembro informal del bloque el 31 de diciembre a las 23:00 horas de Londres.
«La posición no ha cambiado: hay problemas», dijo Johnson a periodistas cuando se le preguntó si habría un acuerdo comercial. «Es vital que todo el mundo entienda que el Reino Unido tiene que ser capaz de tener control total de sus propias leyes y también que tenemos que ser capaces de controlar nuestras propias pesquerías».
El primer ministro insistió en su tesis de que la relación comercial con la UE será «más que satisfactoria» si pasa a estar regida por las normas generales y los aranceles previstos por la Organización Mundial del Comercio el 1 de enero en caso de que no haya acuerdo antes.
Para Johnson, su país «prosperará poderosamente» aún si no alcanza un tratado comercial con la UE, adonde exporta el 43 % de sus bienes y de donde procede el 52 % de sus importaciones.
Sin embargo, de acuerdo a analistas, si no se llega a un acuerdo sobre el comercio de bienes, se producirán sacudidas en los mercados financieros, las economías europeas se verán perjudicadas, habrá trastornos en las fronteras y las cadenas de suministro se verán perturbadas.
Un acuerdo comercial de Brexit aseguraría que el comercio de bienes que constituye la mitad del comercio anual entre la Unión Europea y el Reino Unido, con un valor total de casi un billón de dólares, permanecería libre de aranceles y cuotas.
Gran Bretaña dice que las conversaciones están atascadas en dos temas – el llamado «terreno parejo» y la pesca – y ha dicho repetidamente que la UE tiene que ceder o no habrá ningún acuerdo.