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Palacio Pereira: los secretos de la sede para la Convención Constitucional Opinión

Palacio Pereira: los secretos de la sede para la Convención Constitucional

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V. Maliqueo, N. Scopesi e I. Neira
Por : V. Maliqueo, N. Scopesi e I. Neira Socióloga, Historiadora del Arte e Historiadora del Arte, respectivamente.
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Ha sido un lugar que ha acogido a distintas comunidades y cada una de ellas conserva recuerdos que exceden la concepción oligárquica con el que se le ha tratado últimamente a este espacio y que invisibiliza cualquier otro tipo de uso fuera de su rol palaciego. Este edificio se ha inscrito en distintos contextos históricos, estando estrechamente relacionado con la toma de decisiones, fuese como imagen del poder oligárquico en sus primeros años o, bien, como símbolo de la organización estudiantil durante el gobierno de la Unidad Popular. Ahora le toca acoger el debate de la nueva Constitución para Chile.


El pasado 11 de enero el Presidente, Sebastián Piñera, presentó el Palacio Pereira como la sede de la Convención Constitucional, espacio que albergará a los 155 constituyentes junto a sus asesores para la redacción de la nueva Carta Fundamental que regirá al país.

El Monumento Histórico, emplazado en calle Huérfanos 1515, inició su construcción en 1872 por encargo de Luis Pereira Cotapos –abogado, político conservador y empresario– al arquitecto francés, Lucien Hénault, responsable de la Casa Central de la Universidad de Chile y el antiguo Congreso Nacional, edificio que también servirá de sede para este nuevo proceso constituyente.

Con una arquitectura de claro estilo neoclásico, el Palacio Pereira destacó por su innovador crucero en la planta principal, por sus frontones, frisos y columnas rematadas por capiteles de distinto orden, elementos rescatados en el proceso de restauración iniciado en 2011. El edificio que hoy toma protagonismo ante el desafío constituyente, es uno de los símbolos de una encrucijada de múltiples usos y actores que pasaron por sus inmediaciones e, igualmente, es reflejo del abandono de un monumento histórico que, por años, estuvo rezagado a la espera de una restauración. En este contexto cabe preguntarse por la historia de este lugar: ¿Quiénes pasaron y habitaron este espacio? ¿Qué mitos se han tejido sobre la base del uso del inmueble?

[cita tipo=»destaque»]Durante el gobierno de la Unidad Popular, el movimiento de estudiantes secundarios comenzó a tomar cierto protagonismo. Ya para 1972, las y los estudiantes secundarios fueron considerados actores sumamente relevantes, sin embargo y salvo algunas excepciones, las federaciones no contaban con una sede propia en la que pudieran reunir la enorme cantidad de jóvenes que estaban convocando. Ante esto, en octubre de 1972, el ministro de Educación de ese entonces, Aníbal Palma, cedió a los estudiantes secundarios el inmueble ubicado en Huérfanos 1515, el que fue reconocido como “La casa de las Federaciones”.[/cita]

Tras la mudanza de la familia Pereira en 1932, el lugar fue adquirido por el Arzobispado de Santiago, siendo posteriormente sede de la Caja de Ahorros de Empleados Públicos entre 1940 y 1950, para luego convertirse en el Liceo de Niñas N° 3 Mercedes Marín del Solar, entre 1950 y 1968.

En 1969 se instaló el Centro Humanístico Científico Santiago Centro, más conocido como Liceo 26. Fue fundado ese mismo año, con la finalidad de agrupar a diversos jóvenes de Santiago que, producto de la reforma educacional implementada por el Presidente Eduardo Frei Montalva, habían quedado sin lugar de estudio. Este edificio, durante 3 años recibió a diversos jóvenes provenientes de diferentes puntos de Santiago y de distintas clases sociales, conformando una mixtura social que hasta el día de hoy los reúne, evocando el recuerdo de su lugar de estudios.

Cuando las y los estudiantes llegaron hasta Huérfanos 1515, a principios del año 1969, el inmueble ya mostraba claras señales de deterioro. Una de las particularidades de este liceo era el ser de carácter mixto, hecho por el cual hombres y mujeres compartían cotidianamente en un espacio de formación educacional. En conjunto, se dedicaron a organizar una serie de iniciativas que iban desde fiestas de la primavera y carros alegóricos hasta iniciativas solidarias, como campañas en ayuda a miembros de la comunidad educativa y la “campaña del ladrillo”, organizada para restaurar su lugar de estudio.

El terremoto del 7 de julio de 1971 afectó gravemente la estructura del edificio, por lo que por motivos de seguridad se tuvo que desalojar el inmueble. Actualmente, las y los exestudiantes continúan reuniéndose y compartiendo recuerdos en torno a este espacio.

Derribando un mito

Poco se sabe de lo que pasó después en este inmueble. Diversas fuentes mencionan al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) como quienes habrían hecho uso de este lugar deshabitado durante más de un año. Otras fuentes se refieren más específicamente al Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER), la rama de estudiantes del MIR que se habría “tomado” el edificio para utilizarlo como “cuartel general”. Lo cierto es que se veía a jóvenes entrando y saliendo de este espacio que utilizaron desde octubre de 1972 hasta el día 11 de septiembre de 1973.

Durante el gobierno de la Unidad Popular, el movimiento de estudiantes secundarios comenzó a tomar cierto protagonismo. Ya para 1972, las y los estudiantes secundarios fueron considerados actores sumamente relevantes, sin embargo y salvo algunas excepciones, las federaciones no contaban con una sede propia en la que pudieran reunir la enorme cantidad de jóvenes que estaban convocando. Ante esto, en octubre de 1972, el ministro de Educación de ese entonces, Aníbal Palma, cedió a los estudiantes secundarios el inmueble ubicado en Huérfanos 1515, el que fue reconocido como “La casa de las Federaciones”.

Según prensa de la época, hasta ese espacio llegó la Federación de Estudiantes Secundarios de Santiago (FESES), la Federación de Estudiantes Industriales y Técnicos de Santiago (FEITES) y la Federación de Izquierda de Estudiantes Particulares (FIEP), organizaciones que contaban con estudiantes provenientes de diversos establecimientos educacionales, de distintas comunas de la capital y que utilizaron el lugar para sus propios fines.

La FESES, que contaba con una sede en la calle Fanor Velasco, mantenía en el palacio la oficina encargada de los trabajos voluntarios que se realizarían durante el verano de 1973. Hasta Huérfanos 1515 llegaron cientos de estudiantes a inscribirse y organizar lo que serían los trabajos voluntarios.

Luego de una serie de entrevistas con quienes participaron activamente en las federaciones estudiantiles y habitaron este edificio bajo ese contexto, no se encontraron registros de que el MIR o su rama de estudiantes (FER) efectivamente hayan ocupado el inmueble de manera exclusiva, ni mucho menos que haya funcionado como “cuartel general”, aunque una cantidad no menor de estudiantes militaba en el MIR, pero también en las Juventudes Comunistas y las Juventudes Socialistas. Es así como las entrevistadas y los entrevistados se refieren al inmueble como un espacio abierto de encuentro, diálogo y organización por parte de estudiantes secundarios de muy diversos sectores y de distintas militancias.

El día 11 de septiembre de 1973, luego del Golpe de Estado, las y los jóvenes vieron acotados sus espacios de participación y de Huérfanos 1515 como “Casa de las Federaciones” se pierde la pista. Hay fuentes que señalan que fue allanado por fuerzas militares en búsqueda de armamento, lo que aún no ha podido ser comprobado.

El Palacio Pereira quedó nuevamente abandonado y las y los estudiantes que ahí convivieron, corrieron suertes distintas: exilios, encierros y desapariciones fueron el costo de este compromiso político asumido durante su juventud.

¿Cuántos futuros se pensaron en estas habitaciones?

Considerando lo expuesto, el Palacio Pereira ha sido un lugar que ha acogido a distintas comunidades y cada una de ellas conserva recuerdos vinculados a este espacio, que exceden la concepción oligárquica con el que se le ha tratado últimamente y que invisibiliza cualquier otro tipo de uso fuera de su rol palaciego. El acceder a estas memorias colectivas ha sido particularmente significativo en esta investigación, más relevando los roles de personas que durante décadas han estado relegados a un lugar de observador y no cómo agentes de las transformaciones que los y las involucran.

Lo cierto es que a medida que avanzamos y tras entrevistar a distintos actores sociales vinculados a este inmueble, se ha evidenciado cómo el edificio se ha inscrito en distintos contextos históricos estando estrechamente relacionado con la toma de decisiones, fuese como imagen del poder oligárquico en sus primeros años o bien como símbolo de la organización estudiantil durante el gobierno de la Unidad Popular, diferentes usos que permiten examinar, valorar y discutir los distintos futuros que fueron pensados dentro de este espacio.

Hoy el rol del Palacio Pereira vuelve a estar conectado con el quehacer de las y los actores sociales, 155 constituyentes que deberán ejercer la toma de decisiones para la construcción de un futuro común, esta vez con el desafío de hacer posible la representación de todas y todos quienes impulsaron e hicieron posible el cambio de nuestra Constitución.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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