Al interior de la colectividad afirmaron que «don Carlos» ha pedido «gestos» a la nueva directiva para hacer las paces y uno de ellos fue que lo dejaran a cargo de las platas para las municipales que vienen. Petición que fue denegada. Es que en RN no hay vuelta atrás. El poder que ostentaba el otrora timonel ya no es el mismo. La ley de financiamiento público de la política eclipsó su antiguo papel de mecenas y la «diversidad» se ha tomado la tienda, hay más parlamentarios provenientes de colegios con número y una apertura que mueve a la colectividad hacia el centro. Dicen que el exjerarca absoluto de RN no está nada de contento y, por lo mismo, mira con buenos ojos la opción de un apoyo más decidido al partido de José Antonio Kast.
“Don Carlos es muy rencoroso, la mayoría de sus enemigos son gente que alguna vez estuvo entre sus cercanos, porque él no tolera disenso, es como el patrón de fundo: o le obedeces o eres su enemigo”, explicó un antiguo militante de Renovación Nacional (RN), consejero que se sumó a la corriente mayoritaria del partido que el fin de semana apoyó la nominación presidencial del exministro de Defensa, Mario Desbordes. Esa expresión de “don Carlos” con que este dirigente se expresa, es un resabio de lo que representó Carlos Larraín en la colectividad, de ese control total que ostentó hasta hace un tiempo, porque, si bien aún presiona internamente como un poder fáctico entre las huestes de RN, es un hecho que ya no tiene el poder absoluto del que gozaba antes.
En la corriente alineada con Desbordes, hay consenso en que para Carlos Larraín “su candidato de toda la vida es Andrés Allamand. Por eso él dice que hay que esperar abril para ver cuál es el perfil de candidato que necesitamos. Cree que nos va a ir mal en abril y que ese será el momento para que resurja Allamand como candidato de la derecha”, explicó un parlamentario de RN.
Con esta meta a la vista, el diseño de Larraín completó con éxito una primera etapa, que consistió en “dar vuelta” a Andrés Allamand, quien en noviembre de 2019, después de adherir al Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución, decía “yo voy a votar a favor de una nueva Constitución” y, semanas después, se transformó en uno de los líderes de la opción Rechazo. “Larraín lo convenció de que si optaba por el Rechazo sería el líder natural de la derecha”, relató un parlamentario de RN. Pero el plan de Larraín comenzó a naufragar en el verano de 2020, cuando en el Consejo General de la colectividad a fines de ese enero, Larraín pidió sacar a Desbordes de la presidencia del partido. Desbordes preguntó a viva voz entre los militantes si querían que siguiera y de vuelta recibió una ovación de los presentes, que como una barra brava terminaron coreando su nombre. Carlos Larraín, sentado en primera fila, se fue.
[cita tipo=»destaque»]Es más, la misma fuente precisó que «hoy Carlos Larraín apoya al Partido Republicano, en la última presidencial apoyó a Kast y quiere llevar a Renovación hacia allá”. Consultado un dirigente del Partido Republicano sobre el verdadero apoyo de Larraín, no hubo respuesta. Eso sí, su hijo Carlos Larraín Hurtado, concejal de Las Condes, ha hecho campaña con Gonzalo de la Carrera, candidato a alcalde de esa comuna por el Partido Republicano.[/cita]
El partido tampoco se alineó con el Rechazo en el plebiscito. Desbordes en su calidad de timonel se jugó por la libertad de acción para los militantes, para que un sector no menor de la colectividad –él incluido– pudiera optar públicamente por la opción del Apruebo. Ahí Carlos Larraín, desde su retiro en la Estancia Cameron, un predio de 100 mil hectáreas en Tierra del Fuego, vio una puerta abierta para su retorno y anunció que quería volver para recuperar las riendas de RN. Pero tampoco le resultó. El Rechazo perdió estrepitosamente en el plebiscito del 25 de octubre y, a pesar de los intentos por adelantar las elecciones internas de la colectividad, programadas para diciembre, estas fueron fijadas, finalmente, para el 5 de junio de 2021.
Después de eso, la ofensiva se centró en impedir que Mario Desbordes fuera designado candidato presidencial del partido. Larraín mandó una carta pidiendo que se suspendiera el Consejo General y acusando a Desbordes de querer “apoderarse de RN”. Nuevamente su opinión se escuchó como una opción minoritaria. Contra el tiempo, le pidió a Francisco Chahuán que solicitara al Tribunal Supremo suspender la instancia y, al no tener respuesta, Chahuán al día siguiente bajó su candidatura presidencial, contra sus propios deseos que han sido siempre ponerse a prueba en la carrera hacia La Moneda, según contaron en la tienda. La jugada tampoco resultó y Desbordes fue finalmente proclamado.
Por eso, quienes conocen a Larraín no se sorprendieron de que estuviera visiblemente alterado en el programa «Pauta Libre» de La Red, donde no soportó las preguntas de Alejandra Matus sobre su hijo Martín, involucrado en la muerte de una persona el 18 de septiembre de 2013, y se desconectó del programa.
Uno de los problemas que enfrenta el exsenador es que ya nada es lo de antes. Ni los periodistas, que habitualmente celebraban sus ironías y salidas de libreto, ni el partido al que entró en 2003 y que lideró sin contrapeso alguno durante ocho años. En efecto, Larraín empezó a militar en RN como vicepresidente de finanzas y, desde entonces, al poseer el control de los fondos, tenía también el poder de poner y sacar candidatos a su antojo. “Don Carlos decidía quiénes eran los candidatos, se reservaba el derecho de admisión y de exclusión con una suerte de comité electoral, donde él tenía la última palabra. Pero ahora se decide consultando a los concejos regionales, distritales. Eso descentralizó el poder”, afirmó una fuente de la colectividad.
Cabe mencionar que Carlos Larraín Peña tiene una fortuna importante. Nació acaudalado gracias en primer término al dinero de su familia materna. Su abuelo Carlos Peña Otaegui, criado en París, compró una chacra de 150 hectáreas en el sector de Lo Fontecilla en Las Condes, de las más caras por metro cuadrado en el sector. Esas tierras las heredó su madre, María Peña Claro. Su papá, Carlos Larraín Vial, fundó la corredora de bolsa Larraín Vial y, al morir, le heredó el 4% de la propiedad, además de un portafolio.
Por su lado, Carlos Larraín estudió Derecho en la Universidad Católica, se integró al estudio Claro & Cia., y era sobrino del fundador, Luis Claro Solar. Como abogado, ganó su propio patrimonio gracias a clientes como mineras y empresas extranjeras. Se casó con Victoria Hurtado Vicuña, que con US$4 millones de la venta de bosques de pino compró, junto a sus hermanos, empresas como Entel y Chilquinta. Hoy es parte del grupo Hurtado Vicuña y su fortuna se calcula en unos respetables US$250 millones.
Con ese patrimonio, en los ocho años que fue presidente del partido, Larraín fue un importante mecenas de Renovación Nacional. “La campaña de Francisco Chahuán contra Joaquín Lavín en 2009 es de las más caras de la historia de Renovación Nacional y Carlos Larraín puso gran parte”, explicaron al interior de la colectividad. No es extraño que Larraín haya dedicado sus esfuerzos a derrotar a Lavín –quien lo venció en las urnas en 1996 en la disputa por la alcaldía de Las Condes–, a quien califica de un político “muy suave”.
Pero el poder que le daba su condición de mecenas se vio mermado con la Ley de Financiamiento de los Partidos Políticos. Todo cambió, porque el control de los fondos ya no está en manos de «don Carlos». De hecho, en el partido afirmaron que en 2017 –con la primera remesa del Servel– la directiva le devolvió cerca de 70 millones. Consciente del poder que implica el manejo de las platas, en RN dijeron que Larraín había pedido un «gesto» para hacer las paces con la actual directiva: que lo dejaran a él a cargo de las platas de la campaña municipal de abril, pero la petición fue denegada.
En todo caso, el declive del poder de Larraín en Renovación Nacional partió antes. Reza la historia en RN que en 2007 Mario Desbordes era un destacado militante territorial de la zona sur de la Región Metropolitana, estaba en problemas económicos y tenía decidido partir a Quito, luego de que su pyme de revelado fotográfico, Kodak Express, quebrara. Fue entonces cuando Lily Pérez lo invitó a trabajar en la secretaría general del partido. Su capacidad de trabajo llamó la atención de Carlos Larraín, quien durante el primer Gobierno de Piñera lo invitó a que asumiera de lleno como secretario general de RN. Desbordes era subsecretario de Investigaciones y dejó el puesto para irse como el hombre de confianza del entonces timonel.
En 2013, presionado por el escándalo de su hijo Martín (es padre de 12 hijos), “congeló” su participación en la política activa. Eso sucedió en un momento en que RN era un partido cotizado a la baja. Tenía solo 13 diputados y habían abandonado la colectividad dos senadores relevantes, Lily Pérez y Antonio Horvath, junto con los diputados Karla Rubilar, Pedro Browne y Joaquín Godoy, los que formaron después Amplitud. “Él estaba contento con eso, siempre le gustó RN como un partido chico, de nicho, que además pudiera controlar”, relató un cercano a la disidencia de Larraín.
Desbordes decidió hacer una alianza clave con el entonces diputado Cristián Monckeberg, que antes había sido aliado de Larraín, pero ese año ya encabezaba la disidencia. Fue así como, a partir de 2014, él quedó como secretario general y Monckeberg como presidente. Era el comienzo del cambio en RN.
En noviembre de ese año la nueva directiva consiguió modificar la declaración de principios de Renovación Nacional, quitando las referencias al golpe militar en la que se precisaba que “consciente del proceso de descomposición política y social que el régimen democrático chileno experimentó en las últimas décadas, cuya derivación totalitaria hizo ineludible el pronunciamiento militar de 1973, Renovación Nacional se propone imprimir al nuevo sistema político, la rectitud, la seriedad y la eficiencia necesarias para evitar el imperio de la demagogia y el retorno de la amenaza totalitaria», por la frase en la que el partido consagra «la promoción de los derechos humanos, la igualdad de oportunidades, la defensa de la vida y la dignidad humana como valores que hemos asumido desde el inicio de la República, pasando de generación en generación”. Para mayor irritación de «don Carlos», se incluyó una cláusula que consagraba el respeto a los “pueblos originarios y los inmigrantes por su contribución a la construcción de nuestra sociedad”.
Ya para el 2017, el partido había crecido con la dupla Monckeberg-Desbordes: contaban con 36 diputados, mientras que los 321 concejales que había en 2012, habían aumentado a 446 en los comicios municipales del año anterior.
En RN insistieron en que en el quiebre entre Carlos Larraín y Mario Desbordes hay un componente clasista. A la hora de la definición presidencial, los cercanos a Larraín estiman que Desbordes no tiene el perfil para ser Presidente de la República. “El problema no es que Mario haya empezado de abajo sino que tiene mala formación. Sebastián Sichel también empezó de abajo pero estudió en la Católica”, precisó un parlamentario cercano a Larraín. En efecto, Desbordes estudió Derecho en modo vespertino en la Universidad La República, ligada a los masones, y tiene estudios de administración de empresas en la Universidad de Talca.
En todo caso, el ninguneo de Larraín no es exclusivo hacia la clase media. Al interior del partido se sabe que su distancia con el senador Manuel José Ossandón Irarrázaval tiene que ver, también, con que no fue a la universidad y solo estudió técnico agrícola en un instituto. “Para él una persona de buena familia, de buen colegio, garantiza un buen diputado”, explicó un parlamentario cercano a Desbordes, que recordó cómo en elecciones pasadas Carlos Larraín apoyó a candidatos que comulgaran más con su visión valórica, “como pasó con Felipe Ward de la UDI en Antofagasta o como cuando impuso a Luis Pardo por sobre Trinidad Rojo, solo para joder a Andrés Longton, porque no podía ver al papá».
Es más, la misma fuente puntualizó que «hoy Carlos Larraín apoya al Partido Republicano, en la última presidencial apoyó a Kast y quiere llevar a Renovación hacia allá”. Consultado un dirigente del Partido Republicano sobre el verdadero apoyo de Larraín, no hubo respuesta. Eso sí, su hijo Carlos Larraín Hurtado, concejal de Las Condes, ha hecho campaña con Gonzalo de la Carrera, candidato a alcalde de esa comuna por el Partido Republicano.
Todos los intentos hasta ahora de «don Carlos» por recuperar el control y poder de RN no han llegado a puerto, pero aun así sigue insistiendo y operando tras bambalinas. Razón por la cual en el sector de Desbordes saben que el candidato tiene, sí o sí, que cuidarse la espalda, porque «el león, aunque este herido, sigue siendo peligroso».