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Los errores de Dudamel
Hoy De Paul, González, Casanova, Espinoza, Larrivey y Aránguiz son la base de la U. El resto postula a un puesto, que no sabrá si a la siguiente semana estará en la mente de Dudamel. Le ha costado mucho al venezolano seducir y tratar de convencer a sus jugadores. Eso se nota en la cancha y en cada partido. No hay consolidación y el técnico lo sabe, lo ha empezado a asumir en el discurso público.
Ante la salida de Caputto, la dirigencia de la U nunca tuvo consenso total para la elección del sucesor. La carta principal era Martín Lasarte, pero el uruguayo declinó por motivos personales. Después gustaba el nombre de José Luis Sierra, pero, ante el temor de las redes sociales y a pesar de haberse reunido con el actual técnico de Palestino, declinaron de seguir avanzando en esa negociación. Ante esos escenarios, los nombres de Dudamel y Pellicer entraron firme a la pelea por el buzo azul, siendo finalmente elegido el venezolano.
En 12 partidos a cargo de los azules y a pesar de ganar en Coquimbo, el romántico viajero sigue sin encender motores y su juego no seduce ni convence.
Un técnico que se destacó en el trabajo de selecciones, pero no a nivel de clubes. Su última experiencia en el Atlético Mineiro fue dura, ya que no dirigió más de 10 partidos y lo cesaron. Con ese antecedente, llegó para ser el nuevo adiestrador de los laicos, pero hasta la fecha no ha logrado consolidar su idea de juego y menos un once permanente, ya que también los números del exarquero llanero no superan el 40% de rendimiento.
[cita tipo=»destaque»]Más allá de lo que suceda, por ahora la apuesta de Rafael Dudamel no está cumpliendo a satisfacción en la U y, obviamente, hay intranquilidad en la dirigencia azul. La misma que vaciló en los nombres, esa misma que por muchos momentos no ha tenido la sabiduría y claridad para establecer un proyecto deportivo sólido. Hoy, esa dirigencia ya discute la continuidad del técnico y no sería nada de extraño que, terminado el certamen, le digan hasta luego. Dudamel ha cometido errores, es cierto, pero los mandamases azules muchos más.[/cita]
Arribó con COVID-19 y tuvo que esperar una semana para poder presentarse en cancha. Más allá de tener la tecnología a su disposición, jamás esta podrá superar a la presencia en cancha del máximo líder de la escuadra. Una cosa es enviar indicaciones por Zoom y, otra, darlas cara a cara mirando a los ojos a sus jugadores.
Después se encontró con la bomba del caso Montillo. Si bien es una polémica generada entre la dirigencia y el jugador, un técnico que viene llegando a una institución como Universidad de Chile debe interceder y actuar, tomando en cuenta la magnitud de lo que significa Walter Montillo en la historia de los azules. Desde que el argentino anunció que al fin de torneo colgará los botines, el mismo Dudamel confesó hace pocos días que no ha logrado “seducir y lograr traer” al 10 para que termine siendo la figura determinante que era -coincidencia más o menos- antes de su llegada al plantel.
Montillo era el máximo asistidor del torneo y de Larrivey. Pero hoy transita más en la banca y perdió esa brillantez al momento de jugar. Acá también hay responsabilidad del estratego. Ante Palestino no fue citado. Días después jugó un opaco partido ante Colo Colo, para luego perder estelaridad. Todo esto ha generado un ruido extraño en el camarín, que si bien nadie públicamente reconocerá, se sabe -por distintas vías y fuentes- que la relación se distanció y en algunos casos se quebró con Dudamel.
En lo netamente futbolístico, no ha logrado mostrar una idea clara de juego. El equipo tiene algunos momentos o chispazos, pero no tiene continuidad y tampoco impone los términos que, en el papel, uno imagina pretende imponer el técnico. Las comparaciones molestan y generan resquemor, pero con Caputto la U tenía una idea un poco más asentada y lograba en varios pasajes ser más consistente. Independientemente de los pecados que pueda haber cometido el extécnico de las selecciones menores de Chile, había algo más concreto. Hoy, cuesta comprender la idea de Dudamel. Esa misma idea que indicó “tiene secuencias durante un partido”. Las secuencias no alcanzan muchas veces para completar toda la película.
Veamos el tema de las formaciones, donde todo técnico tiene la potestad absoluta de realizar las modificaciones que estime pertinente, pero hay señales poco saludables cada jornada, tomando en cuenta los permanentes cambios que tiene en su cabeza el llanero. Los laterales siempre van rotando. Matías Rodríguez y Jean Beausejour ya no son inamovibles. Otras fechas juegan Barrios y Del Pino. En la zona media, hay partidos en que entra Moya o Galani. Montillo alterna entre la banca, titularidad y a veces no ser citado. Arriba, Lenis está y otras no.
Las modificaciones permanentes van mermando la confianza del plantel y es sabido que los planteles toman el pulso al técnico. Cuando empiezan estas rotaciones permanentes, en el mediano plazo se genera una tensión entre dirigidos y adiestrador.
Un ejemplo. En el clásico donde Jimmy Martínez tuvo oportunidad clara de gol y que no remató, al siguiente juego ni siquiera fue convocado. Hoy, ante Coquimbo fue titular.
Hoy De Paul, González, Casanova, Espinoza, Larrivey y Aránguiz son la base de la U. El resto postula a un puesto, que no sabrá si a la siguiente semana estará en la mente de Dudamel. Le ha costado mucho al venezolano seducir y tratar de convencer a sus jugadores. Eso se nota en la cancha y en cada partido. No hay consolidación y el técnico lo sabe, lo ha empezado a asumir en el discurso público.
De los refuerzos que llegaron, Brandon Cortés y el juvenil uruguayo, Cristián Barros, poco y nada juegan, solo el colombiano Lenis ha tenido más chances, aunque también ha debido alternar.
Más allá de lo que suceda, por ahora la apuesta de Rafael Dudamel no está cumpliendo a satisfacción en la U y, obviamente, hay intranquilidad en la dirigencia azul. La misma que vaciló en los nombres, esa misma que por muchos momentos no ha tenido la sabiduría y claridad para establecer un proyecto deportivo sólido. Hoy, esa dirigencia ya discute la continuidad del técnico y no sería nada de extraño que, terminado el certamen, le digan hasta luego. Dudamel ha cometido errores, es cierto, pero los mandamases azules muchos más.
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