En la carrera urgente para encontrar soluciones y/o mitigar la pandemia de Covid 19, resulta loable lo hecho por el gobierno en materia de vacunación, y obliga a razonar sobre las lecciones que nos deja. La principal de ellas, es que el éxito de una salud preventiva o la reacción ante una emergencia sanitaria como una pandemia, que se manifieste como una base de igualdad de salubridad pública para toda la población, depende de la existencia y sostenimiento de la infraestructura pública de salud en el país. Porque si bien el esfuerzo privado puede apoyar acciones rápidas y de cobertura total, en la realidad solo opera como refuerzo o complemento.
La capacidad de anticipación para lograr la necesaria provisión de vacunas desde el extranjero y la capacidad de gestión pública para masificar eficazmente la vacunación a lo largo y ancho de Chile han devuelto la sensación de que, pese a un sinnúmero de errores, muchos de ellos graves, aún existen cosas importantes que el Gobierno puede hacer bien. En este caso (hasta ahora), muy bien.
La eficiencia demostrada en toda la operación y la habilidad de los negociadores chilenos para conseguir provisiones de vacunas a precios razonables (hasta donde se conoce) han vuelto a poner el nombre de nuestro país entre los primeros lugares mundiales de los rankings exitosos de salud pública. Incluso más, son notorios los puntos recuperados en el prestigio corporativo del país en materia de organización y gestión de políticas públicas.
De ello han dado cuenta no sólo los medios nacionales sino también las agencias y medios internacionales de noticias, que han relevado el proceso de vacunación del país.
Con el volumen de vacunación en curso, se prevé que más de 5 millones de personas tendrán su vacuna completa para el 31 de marzo, cubriendo un amplio espectro del total de la población de riesgo. De proseguir esta tendencia se estima que un total de 15 millones de personas estarían vacunadas al término del primer semestre del 2021, lo que implicaría una cobertura de alrededor del 80 % del total de la población. Sería un logro formidable, que dejaría al país en óptimas condiciones para enfrentar la pandemia, en sus diferentes aspectos y complejidades.
En esta carrera urgente por encontrar soluciones y/o mitigar la pandemia de Covid-19, resulta loable lo hecho por el gobierno, y obliga a razonar sobre las lecciones que es necesario sacar de los aspectos señalados.
La primera lección es que la amplia y diversificada red de contactos internacionales impulsada por la Cancillería chilena durante los gobiernos democráticos de 1990 a la fecha, ha facilitado mucho las cosas, especialmente por la privilegiada relación con China, desde donde viene la mayoría de las dosis de vacunas. Estos vínculos hicieron posible un rápido y eficiente desplazamiento diplomático, muy diversificado en sus proveedores, lo que está permitiendo la cobertura actual de vacunación en el país.
La segunda es que la exitosa cobertura es una operación de salubridad pública que ha sido posible gracias a la experiencia acumulada del país desde hace más de medio siglo. Hoy en día, cada año se realizan vacunaciones masivas a lo largo de Chile, por ejemplo, contra la influenza, entre niños y adultos mayores, con una implementación muy rápida y eficiente del sistema primario de salud, radicado en su mayoría a nivel municipal. Experiencia enorme que ha hecho que patologías virales como el sarampión, la peste cristal, la poliomielitis, la rubéola, la viruela, la parotiditis (paperas), entre otras, estén prácticamente erradicadas, con exitosas acciones preventivas de vacunación masiva desde hace décadas.
Lo tercero es que no debe olvidarse que lo que el país tiene instalado como infraestructura pública, en este caso en materia de salud, resulta indispensable en emergencias como la sanitaria actual. Ello es un logro del Estado de Chile, y no del mercado, y los privados que se han involucrado en las soluciones sólo acompañan los esfuerzos y dirección públicos.
Desde este punto de vista, no pueden descuidarse los rezagos que se están experimentando a nivel del sistema público primario de salud, gran parte de cuyos consultorios está enfocada en los efectos de la pandemia y funcionando sólo a medias en materia de enfermos crónicos y prevalencias, generalmente adultos mayores, que en su gran mayoría reciben atención en ellos.
Estos consultorios, que al principio de la pandemia fueron dejados de lado por las primeras medidas del Minsal frente al Covid-19, han demostrado ser, tras la exitosa experiencia de vacunación, el vínculo imprescindible entre las autoridades y la población en materia de salud.
Como conclusión, el éxito de una salud preventiva, o de emergencia como lo es el proceso de vacunación en curso, que se manifieste como una base de igualdad de salubridad pública para toda la población, depende en su mayor parte de la existencia y sostenimiento de la infraestructura pública de salud en el país. Y si bien el esfuerzo privado puede ser indispensable para acciones rápidas y de cobertura total, en la realidad sólo opera como refuerzo de una adecuada política pública de salud.