Más allá de la retirada estatua de Baquedano y del copamiento policial que busca resguardar el sitio vacío donde se hallaba emplazada la figura ecuestre, el exintendente de Santiago sostiene que es imprescindible reconocer la tradición histórica que ha tenido ese lugar y, desde hace más de cien años, punto de masivas congregaciones ciudadanas, ya sea de índole político, cultural o deportivo. Este reconocimiento –sostiene– resulta básico para pensar en un plan maestro para la capital, que brinde justicia urbana y termine con quizás el rostro más vehemente de la desigualdad, como es la territorial, la urbana, entre Santiago poniente y oriente. En el proyecto que se trabajó mientras Orrego fue intendente, pero cuya idea original emana de un estudio previo de Transportes durante el Gobierno de Piñera 1, se tenía pensado retirar las estatuas militares y eliminar la rotonda, para convertir el lugar en un gran espacio público en el que confluyeran los tres parques del sector: Forestal, Bustamante y Brasil.
