Previo a la discusión referente a la eutanasia, se requiere avanzar en proporcionar cuidados paliativos a toda la población que los requiere, con el fin de lograr un período final de la vida sin sufrimiento y dolor incontrolable. Posterior a esto, podremos analizar la libertad y autonomía de las personas, las que no se pueden ejercer si existe inequidad en las condiciones en que los pacientes y sus familias toman sus decisiones. El derecho a morir con dignidad no puede depender de las opciones de salud de cada paciente, lo que deja a los más vulnerables desvalidos y fuera de los avances de la ciencia y la medicina. Estos avances, los cambios demográficos y el envejecimiento de la población en nuestro país hacen que la medicina vuelva a considerar su misión inicial, que debe estar centrada en la salud integral del paciente y en especial en el respeto de la dignidad de toda vida humana, sin excepciones. No cabe duda de que la pandemia nos ha demostrado el verdadero valor de la vida humana.
El proyecto que legaliza la eutanasia está en discusión en la Cámara de Diputados y ya ha avanzado diferentes etapas en su trámite parlamentario, siendo analizado en varias de sus comisiones. Hasta ahora, se ha puesto énfasis en su relación con la autonomía y la capacidad de decidir de las personas sobre su cuerpo y su vida. Sin embargo, no se ha analizado la verdadera capacidad de decidir de las personas, con independencia de su situación económica y en especial de su plan de salud. Nuevamente no se toma en cuenta las distintas opciones de los pacientes y sus familias. Es evidente que la dignidad humana y la vida suponen el reconocimiento de la igualdad en dignidad y derechos.
Una reflexión vital en este tema es que la dignidad humana es una propiedad intrínseca de toda persona, independientemente de sus capacidades, condiciones y etapas de su vida, lo que supone reconocer su igualdad y libertad en toda circunstancia. La medicina por su parte se orienta a prevenir las enfermedades y promover la salud; asistir a los enfermos; aliviar el dolor, el sufrimiento y a cuidar a los incurables. El acompañamiento en los momentos de enfrentar la muerte es parte integral de las labores y del acto médico. De forma contraria, la eutanasia se define como un acto por el cual un médico de manera intencional pone fin a la vida de un paciente por “compasión”, previa solicitud voluntaria de esa persona con una enfermedad terminal. Un acto médico compasivo debe buscar siempre aliviar el sufrimiento, pero nunca terminar con la vida del paciente. Adelantar la muerte no forma parte de la esencia de la medicina.
En este aspecto, el desarrollo de los Cuidados Paliativos amplios y globales representa un enfoque multidisciplinario que busca mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias al enfrentar enfermedades en sus etapas terminales. Su fundamento es realizar prevención y alivio del sufrimiento a través de identificar los requerimientos y necesidades, evaluación, tratamiento y apoyo de los síntomas físicos, psicológicos, sociales y también espirituales. Este trabajo incluye al equipo médico tratante de la enfermedad específica del paciente, al médico especialista en cuidados paliativos, psiquiatra, psicóloga, trabajadora social, kinesiólogo, agentes pastorales, entre otros. Con este enfoque, el equipo debe centrarse de manera integral en las necesidades del paciente y su familia. Esta implementación debe ser acorde a las indicaciones propuestas por las Sociedades Médicas de Cuidados Paliativos –incluyendo su Capítulo de Enfermería– y de Medicina del Dolor.
Es preciso recalcar que, más que una muerte digna, los Cuidados Paliativos se orientan a proporcionar una vida digna hasta la muerte natural, sin presentar un sufrimiento incontrolable. Esto debe estar al alcance de todos los pacientes, como un imperativo ético y de equidad para quienes sufren, lo que se centra en la dignidad de la persona. Así, en la Facultad de Medicina de nuestra universidad existe una especial preocupación por la formación de pregrado en el área, y hace ya tres años se desarrolló un programa de especialidad en Medicina Paliativa. Por otra parte, existen proyectos de investigación Fondecyt, con publicaciones científicas de gran impacto y participamos de manera activa de un centro colaborador de la OMS en Medicina Paliativa en Latinoamérica.
En los difíciles momentos del manejo clínico de un paciente con una enfermedad terminal, los pacientes y sus familiares deben conocer cuáles son los principios que rigen el actuar médico de los profesionales que serán sus tratantes. La libertad para tomar la decisión, la autonomía del paciente, la presión familiar y del entorno constituyen un aspecto por analizar en detalle. Es evidente que, de prosperar un proyecto de ley que legaliza la eutanasia, se debe asegurar la objeción de conciencia de todo el equipo de salud, incluyendo a médicos, enfermeras, profesionales y técnicos que trabajan en estas áreas de la salud. Por otra parte, un aspecto fundamental es considerar el ideario institucional de los hospitales y clínicas a los cuales los pacientes y sus familiares acudirán a solicitar las prestaciones de salud. Esto, ya que será el acto médico el responsable final del término de la vida y un hospital destinado al cuidado de la vida el lugar físico donde esto se produzca.
En resumen, previo a la discusión referente a la eutanasia, se requiere avanzar en proporcionar cuidados paliativos a toda la población que los requiere, con el fin de lograr un período final de la vida sin sufrimiento y dolor incontrolable. Posterior a esto, podremos analizar la libertad y autonomía de las personas, las que no se pueden ejercer si existe inequidad en las condiciones en que los pacientes y sus familias toman sus decisiones.
El derecho a morir con dignidad no puede depender de las opciones de salud de cada paciente, lo que deja a los más vulnerables desvalidos y fuera de los avances de la ciencia y la medicina. Estos avances, los cambios demográficos y el envejecimiento de la población en nuestro país hacen que la medicina vuelva a considerar su misión inicial, que debe estar centrada en la salud integral del paciente y en especial en el respeto de la dignidad de toda vida humana, sin excepciones. No cabe duda de que la pandemia nos ha demostrado el verdadero valor de la vida humana.