El biólogo molecular, subdirector de Fundación Ciencia & Vida, e investigador CINV y USS, si bien descarta que –aun cuando se reporten más de 7 mil infectados nuevos diarios– la situación sea peor que la registrada en junio del año pasado, advierte que el panorama es muy crítico y podría empeorar, dado el nivel de ocupación de las camas UCI que llega al 97 %, el más alto desde que comenzó la pandemia. Respecto a la paradoja de llevar adelante un exitoso proceso de vacunación y, al mismo tiempo, una ascendente curva de nuevos contagios, el científico observa dos situaciones. Una buena y otra mala. La buena es que ya existen datos empíricos de que la vacunación está dando resultados, toda vez que cerca de 14 días después de que empezara el proceso, comenzaron a decaer tanto la utilización de camas UCI, como la mortalidad de personas mayores, por lo que la conclusión es que, mientras avance la vacunación a otros rangos etarios, van a disminuir también los casos graves en esos rangos. La mala noticia es que los contagios no van a bajar, por lo que «probablemente lleguemos a colapsos del sistema sanitario como no lo hemos visto hasta ahora». Además, señala que estos podrían subir al orden de los 12 mil nuevos contagios, pero aclara que esto no se explica solo por la movilidad producto de los permisos de vacaciones, sino también por la peligrosidad de la variante P.1, surgida en Brasil, mucho más contagiosa, con más carga viral y resistente a la inmunidad. Visto de ese modo, Pérez-Acle sostiene que podríamos estar enfrentando, no una segunda ola, sino una nueva pandemia. Y, además, afirma con toda vehemencia que la ansiada inmunidad de rebaño, pronosticada en Chile para el segundo semestre de este año, no va a llegar. «Esta variante del virus prueba que esa hipótesis es falsa», puntualiza.
«El número de contagios no va a bajar, por tanto, estos 9 mil o 10 mil contagiados que nosotros estamos estimando para el peak, es muy probable que lleguemos a ese número y no solo eso, sino que a esto hay que sumarle que probablemente lleguemos a un colapso del sistema sanitario como no lo hemos visto hasta ahora, porque no hay alternativa. El sistema sanitario es finito, no podemos luchar contra una enfermedad que aumenta exponencialmente, duplicando las camas todos los días, imposible, porque además no se puede hacer algo así, no nos da».
Si bien esta conclusión podría observarse por algunos como alarmante, cada una de estas aseveraciones está respaldada con datos empíricos y modelamiento matemático por parte del equipo de científicos que hace más de un año monitorea la pandemia y que dirige Tomás Pérez-Acle, biólogo molecular, subdirector de Fundación Ciencia & Vida, e investigador CINV y USS.
-¿Estamos experimentando un panorama pandémico peor al peak del año pasado?
-Hay que aclarar algunos mitos que se han construido en torno a los números de la pandemia. El primero tiene que ver con la situación actual. Y si la pregunta es si estamos peor que el año pasado, en su momento más complejo, la verdad es que no.
Pérez-Acle fundamenta su respuesta con datos. «Hace menos de una semana tuvimos del orden de 7.400 nuevos infectados diarios y que, si comparamos con junio del año pasado, en que tuvimos 7 mil nuevos, podríamos decir que sí estamos en una situación peor. Sin embargo, no hay que perder de vista que la cantidad de exámenes PCR que estamos haciendo como país es prácticamente cuatro veces la que se hacía en esa época. Hoy hemos llegado a cifras récord del orden de los 80 mil exámenes PCR diarios, cuando en junio eran del orden de los 22 mil», sostiene. Para estar seguro de esos datos, el científico invita a mirar la positividad.
¿De todos los exámenes que se realizan cuántos de ellos son positivos?, se pregunta. «Al día de hoy la positividad está en el orden del 10 y 11 por ciento. Eso significa que es la positividad más alta desde julio del año pasado, pero no se compara con la que tuvimos en junio del año pasado, que llegó al 38 y 40 por ciento».
Pero si la situación no es peor que la del año pasado, ¿por qué el panorama se aprecia tan dramático? Para encontrar esa repuesta, el científico llama a mirar la situación de la camas UCI. «Si bien hoy tenemos el mayor números de camas totales, en el día de hoy tenemos la menor cantidad de camas disponibles de toda la pandemia, cerca del 97 por ciento».
«Cuando se habilitan camas UCI –como ha sido la estrategia que han seguido las autoridades–, estas camas no se habilitan en el espacio UCI sino en Urgencias, en los boxes, hasta en los pabellones. La estadística nos indica que la mortalidad que se alcanza en el recinto UCI es del 15 al 20 por ciento para la patología COVID. Pero esa misma cama puesta en otros lugares sube al 70 u 80 por ciento. Por lo tanto, luchar contra la pandemia aumentando las camas UCI no tiene ningún sentido».
Lo más grave y peligroso –a juicio del científico y que además fue advertido hace varias semanas– era que los números que observaban les estaban indicando que los contagios no podían explicarse solo por la movilidad causada por los permisos de vacaciones, «los que claramente tuvieron un efecto», sino que de manera muy importante tenían relación con la dispersión comunitaria de las variantes B117, que aparece en Inglaterra, y la P.1, que aparece en Brasil.
«El aumento de casos no lo podemos explicar en lo modelos matemáticos solo por el aumento de la movilidad, no hay caso, y si incluso se moviera el 60% de toda la población, era imposible superar los 7 mil nuevos casos diarios. Nosotros no corremos uno sino cientos de miles de veces nuestros modelos con distintos parámetros y no era posible superar los 7 mil casos. Entonces, la única manera de poder explicarlo era agregar, a la dispersión comunitaria, las nuevas variantes del virus. Ambas variantes tienen conductas epidemiológicas muy peligrosas: aceleran los contagios de manera muy relevante y que no tiene que ver nada con las variantes anteriores, producen más carga viral y además duran más tiempo infectivos».
«Anteriormente –sostiene– se suponía que eran 14 días los que duraba la infección, después lo redujimos a 11, pero con las nuevas variantes ese tiempo podría aumentar a 20 días e incluso 21 días. Si metes esos ingredientes en nuestros modelos, entonces sí los contagios se elevan por sobre los 7 mil y podrían llegar a valores tan altos como los 10 mil o 12 mil nuevos contagios diarios, esto en un escenario donde no se imponen medidas y dejamos que la pandemia fluya».
Los datos al comienzo de la pandemia, establecían que la mayoría de personas que desarrollan enfermedad grave tenían más de 50 años, actualmente los datos están demostrando todo lo contrario. «Hoy –apunta Pérez-Acle–, la mayoría de los contagios va entre 20 y 49 años de edad, y no solo eso, es esta gente joven la que está llegando a la UCI, y es además la que se está muriendo. Y esto no se puede explicar si no es con la intromisión de la nueva variante».
-¿Entonces en la medida que se vacune a gente más joven van a disminuir los casos graves en ese rango?
-En los casos de mayor edad hemos visto que dramáticamente han empezado a decaer, casi muy correlacionado con el inicio de los planes de vacunación. Catorce días después de la vacunación comienza a decaer la cantidad de personas mayores en la utilización de camas UCI, en la mortalidad y, curiosamente, también en la infección. Lo que primero salta a la vista es que la vacunación está funcionando. Y aquí lo estamos viendo de forma empírica. Es cierto que hay que poner el foco en evitar el contagio, pero el foco debe seguir puesto en avanzar en el proceso de vacunación.
En Chile, las autoridades de salud han comunicado que la ansiada «inmunidad de rebaño» podría alcanzarse en el segundo semestre de este año. Para lograrlo hay dos caminos: que la población contagiada sea superior al 70 por ciento o que el 70 por ciento esté vacunada. Según la realidad que se está observando con la variante P.1, surgida en Brasil, esa inmunidad no llegará, por lo que la tesis resulta falsa.
«La ciudad de Manaos, en Brasil, es una de las ciudades más grandes que existe en la Amazonía, en toda Sudamérica. Esta ciudad tuvo un nivel de infección tan alto que alcanzó lo que podríamos llamar la inmunidad de manada o de rebaño, dado que el 76% de la población de Manaos se infectó con el virus. Se hizo un estudio poblacional, se publicó un artículo en Science, una de las mejores revistas científicas del mundo, y se concluyó que con el 76% de la población infectada se alcanzaba la inmunidad de rebaño y todos felices, porque a pesar de que murió mucha gente y que fue un desastre lo que pasó en Manaos, estaban salvados», recuerda el científico.
«Pero lo que pasa –prosigue Pérez-Acle– es que con ese nivel de contagio, con una infección tan prevalente, con tantos millones de personas infectadas y con tantos miles de millones de virus circulando, inevitablemente aparecen nuevas variantes y es en ese contexto donde aparece la variante P.1».
«El 76% de la población se infectó y en esa condición, en enero, aparece una nueva variante, que es la P.1. ¿Y qué pasó? Hoy tienen más casos de los que tienen en el peak del año pasado y esto significa que la gente que alcanzó inmunidad a la variante anterior, la variante italiana G614, se volvió a infectar cuando adquirió la variante P.1, porque la variante P.1 tiene, desde el punto de vista sanitario, lo peor de las dos variantes principales. La variante inglesa, le confiere mayor infectividad, más rápida, más carga viral, dura más tiempo la infección y mayor letalidad, hasta un 10% a 20% más letal. La variante sudafricana, por otro lado, le confiere al virus la capacidad de escapar del control del sistema inmune».
«Lo que se supone es que las personas que se infectaron con la variante anterior podrían responder a la P.1, porque porta estas características, pero la variante sudafricana provoca que se escape del sistema inmune, el sistema inmune no la reconoce, porque tiene tantas mutaciones el virus en su superficie, particularmente en la proteína espicular, que es la que se utiliza para entrar a la célula, que el sistema inmune no lo reconoce, porque es prácticamente un virus distinto. Está demostrado, desde el punto de vista estadístico y publicado, que este virus reinfecta a la gente que se ha infectado con la variante G614 y también con la B117.»
Para Pérez-Acle, la famosa inmunidad de rebaño siempre «fue una propuesta poco ética, carente de moral, porque se iba a morir mucha gente», pero no solo eso: «Está demostrado, además, que no funciona. La idea de infectarnos de a poco no sirve. En esa situación lo que va a pasar es que van a aparecer nuevas variantes, que potencialmente reinfectan a la población y producen lo que la canciller Merkel ha manifestado –y yo estoy, lamentablemente, muy de acuerdo con ella–: que lo que vemos hoy podría ser una nueva pandemia».
«El número de contagios no va a bajar, por tanto, estos 9 mil o 10 mil contagiados que nosotros estamos estimando para el peak, es muy probable que lleguemos a ese número y no solo eso, sino que a esto hay que sumarle que probablemente lleguemos a un colapso del sistema sanitario como no lo hemos visto hasta ahora, porque no hay alternativa. El sistema sanitario es finito, no podemos luchar contra una enfermedad que aumenta exponencialmente, duplicando las camas todos los días, imposible, porque además no se puede hacer algo así, no nos da», resume.