No es exagerado señalar que los resultados de las elecciones de los días 15 y 16 de mayo van a reconfigurar la disputa presidencial. Por un lado, determinarán la distribución de fuerzas a lo largo del territorio nacional con la inédita elección de gobernadores regionales y, por otro, el futuro político, económico e institucional del país con la elección de constituyentes, la que tendrá directa relación con el proyecto o alternativa presidencial que elijan los chilenos.
Incertidumbre. Esa es la palabra que mejor describe el escenario presidencial en nuestro país. No tenemos nada que envidiarles a los peruanos. A la fecha existen al menos 15 cartas que buscan llegar a La Moneda, de las cuales ninguna logra posicionarse –según las encuestas– con una amplia ventaja. Pero eso cambiará con los comicios de los próximos 15 y 16 de mayo. En estas elecciones no solo se definirá la conformación de la Convención Constitucional (además de gobernadores, alcaldes y concejales), también se marcará la pauta de la carrera presidencial, lo que podría entenderse como la “quinta papeleta”.
Actualmente, los sondeos de opinión son liderados por la oferta populista farandulera de Pamela Jiles (PH) y la izquierda radical de Daniel Jadue (PC). Mientras tanto la centroizquierda, reducida a la más absoluta irrelevancia, hasta ahora, no ha logrado encontrar en Heraldo Muñoz (PPD), Paula Narváez (PS) ni en Ximena Rincón (DC) un liderazgo potente, que convoque a quienes alguna vez se sintieron identificados con ese sector. La verdad sea dicha: ya no “prendieron”.
[cita tipo=»destaque»]Con estos antecedentes sobre la mesa, los candidatos actuales deberán determinar si es que su opción es realmente competitiva para afrontar el populismo de Jiles y el proyecto radical de Jadue. Además tendrán que reorientar sus estrategias y propuestas y, por sobre todo, comenzar a mirar hacia el centro político e independientes.[/cita]
Similar situación vive el Frente Amplio. Ese conglomerado que supuestamente venía a renovar la política, ha sufrido múltiples divisiones y peleas internas. Su candidato, Gabriel Boric (CS), solo consigue escuálidos niveles de adhesión.
A su vez, la centroderecha también enfrenta un contexto complejo en materia presidencial. La disputa entre Joaquín Lavín y Evelyn Matthei en la UDI por la nominación del partido; la irrupción de José Antonio Kast con el Partido Republicano; las opciones de Mario Desbordes (RN) e Ignacio Briones (Evópoli) que no han logrado despegar en las encuestas, y la alternativa independiente del exministro de Desarrollo Social, Sebastián Sichel, son muestras de una fragmentación en la plataforma del sector.
No es exagerado señalar que los resultados de las elecciones de los días 15 y 16 de mayo van a reconfigurar la disputa presidencial. Por un lado, determinarán la distribución de fuerzas a lo largo del territorio nacional con la inédita elección de gobernadores regionales y, por otro, el futuro político, económico e institucional del país con la elección de constituyentes, la que tendrá directa relación con el proyecto o alternativa presidencial que elijan los chilenos.
Con estos antecedentes sobre la mesa, los candidatos actuales deberán determinar si es que su opción es realmente competitiva para afrontar el populismo de Jiles y el proyecto radical de Jadue. Además, tendrán que reorientar sus estrategias y propuestas y, por sobre todo, comenzar a mirar hacia el centro político e independientes.
Es precisamente allí donde estará la clave que definirá las próximas presidenciales. Chile Vamos puede quedar primero en los puestos de largada si es que logra aunar sus esfuerzos, terminar con la atomización y apoyar una carta que represente genuinamente a la mayoría de electores moderados e independientes. Ahí, Sebastián Sichel corre con ventaja.