Desde el inicio de la pandemia en Chile, el dilema de la última cama ha sido un temor permanente, aunque hasta ahora ha logrado mantenerse bajo control, debido a la resistencia del propio sistema sanitario y al personal de salud. Sin embargo, esta situación podría cambiar, según el consenso al que han llegado estos últimos días diversos expertos, tanto de epidemiología como del modelamiento matemático de la pandemia, en cuanto a que el sistema estaría enfrentado a una triple condición de mal pronóstico: el nivel de máxima ocupación de camas críticas, las bajas del personal de salud y la proyección para los próximos días de superar los 10 mil contagios diarios. Aun cuando la vacunación es la mejor defensa ante el virus, no tendría impacto en la transmisión del contagio, debido a la presencia mayoritaria de la variante P1, que estaría atacando con mayor fuerza a la población más joven, que es precisamente la que no ha acudido en forma masiva a vacunarse. Manuel Nájera, vicepresidente de la Sociedad de Epidemiología, advierte que abrir nuevas camas en hospitales de campaña habría sido una buena medida, si hubiera sido oportuna. «¿Por qué no se tomaron medidas con suficiente anticipación? No tiene ningún sentido», sentencia.
No hay precedente en la historia de la ciencia y la medicina moderna de un hecho como el observado en la actualidad, en que simultáneamente se están realizando cientos de estudios clínicos controlados y con población masiva. Y es que una situación tan compleja como una pandemia, al menos, ha permitido un hito científico simultáneo y muy valorado, casi calcado en distintos lugares del mundo, que hoy posibilita conocer muchas dimensiones del comportamiento humano de las distintas culturas, idiosincrasias, formas de vida, y asimismo de la disciplina mundial, frente a un patógeno que tiene en jaque a la humanidad y sus estilos de vida.
Por eso, las herramientas terapéuticas se han convertido en el segundo foco de estudio científico más importante, después del mismo coronavirus o SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad del COVID-19. En Chile se están utilizando 4 vacunas: Sinovac Biotech, Pfizer-BioNTech, Oxford y AstraZeneca y la del Laboratorio CanSino. Solo una de ellas ha requerido la suspensión temporal del uso de la segunda dosis en varones menores de 45 años, mientras se indaga en el evento adverso de un usuario de 31 años que presentó un episodio de trombosis. Se trata de AstraZeneca, cuyo uso por ahora se halla restringido.
Uno de los estudios más importantes que se realiza en el país, es el de fase 3, que contempla el seguimiento de 2.400 usuarios inoculados con Sinovac Biotech contra el SARS-CoV-2 desde hace más de 6 meses. Todos, mayores de 20 años, inoculados con el protocolo de una y dos dosis de la vacuna. “Le puedo adelantar que, entre las conclusiones más importantes que ya conocemos, está que la inmunidad generada por la vacuna Sinovac, entre las personas que han utilizado una dosis, es de 6 meses”, una conclusión que esperaba el mundo de la medicina local hace ya varios meses y que el principal responsable de dirigir este grupo de estudios del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia, Dr. Alexis Kalergis, adelantó a El Mostrador, entre algunas de las premisas arrojadas por el seguimiento de los usuarios de la señalada Sinovac.
“En Chile los resultados arrojaron una prevención del orden del 67% para el COVID-19 sintomático y, aunque el estudio no ha terminado aún, también se señala preliminarmente que evita en el 70% de los casos la enfermedad leve y más del 90% la infección severa”, precisó Kalergis.
Chile tiene alrededor de un 66% de la población vacunada, con vacunas que poseen un alto índice de eficacia para proteger contra la infección y la enfermedad más grave, como muestra Sinovac. Rangos superiores incluso –señalan los estudios sobre Pfizer– son lo que aporta esta vacuna europea, con una protección superior al 85% y de hasta 95% para evitar la infección y las etapas más agudas de la enfermedad COVID-19.
¿Por qué entonces tenemos tantos contagiados diarios y altos índices de hospitalizados graves?
Tomás Pérez-Acle, de la Fundación Ciencia y Vida, biólogo y referente por estos días para las propias autoridades de salud en materia de estadísticas de proyección (mencionado en varias ocasiones por el propio Ministerio de Salud), explica que este fenómeno para cualquiera podría ser una incógnita de sentido común. “El 63% de infectados hoy día son menores de 39 años. 78% de infectados son menores de 49 años”, puntualiza Pérez-Acle, quien agrega, además, que el 22% de personas en UCI son menores de 39 años y en un 21% se trata de menores de 49 años. O sea, el 44% son menores de 50 años. Son los que menos se han vacunado”.
Una razón más para que las personas consideren vacunarse, una que se debe sumar a las conclusiones preliminares del estudio con Sinovac, del Instituto Milenio de Inmunología, que advierte que solo el 2% de los hospitalizados graves en UCI, con respirador y tratando de sobrevivir, cuenta con 1 o 2 dosis de la medicina.
Si bien es cierto es importante llamar a la población a vacunarse, Tomás Pérez-Acle subraya que hay muchos factores que se confabulan hoy para generar lo que llamó una «tormenta perfecta». “Primero, que la vacuna más usada en Chile, Sinovac, es una vacuna menos eficaz que las que se están usando en EE.UU. y en Europa. Segundo, la dispersión comunitaria de una variante con alta capacidad de infectar a la gente más joven (mucho más que el resto de las variantes que están circulando en el resto del mundo), particularmente la variante Wuhan y la D 117. Me refiero a la P1, que tiene alta capacidad de infectar a gente más joven , mucho más alta que el resto, como se vio en Brasil, y además el segmento más afectado es el grupo etario menos vacunado hoy día en el país”, explica.
Este es el marco para una inquietante perspectiva, por la que el vocero de la Fundación Ciencia y Vida llama a estar alerta. Entre la segunda y la tercera semanas de junio, es altamente probable que las cifras de contagiados “superen las 10 mil, con un alto nivel de ocupación de camas críticas que –según el propio ministro de Salud, Enrique Paris, ha admitido– está en un 96%”.
Por su parte, el Dr. Manuel Nájera, vicepresidente de la Sociedad de Epidemiología, sostuvo que en dicha entidad «esperábamos que la semana pasada se tomaran medidas, como cuarentenas más estrictas, restricciones de movilidad más intensas en aras de las proyecciones más grandes y que se trabajara en el aumento de camas”. Ante estos apremiantes datos, Nájera afirmó que le causó mucha extrañeza que en la Región Metropolitana no se implementara una cuarentena masiva y que solo se privilegiaran las restricciones para algunas comunas.
-¿Esperarían ustedes que ya se hubiese recurrido a los hospitales de campaña?
-Abrir camas nuevas requiere también personal. Se ha conversado el instalar hospitales de campaña, pero la falta de personal es un problema para abrir de golpe más camas. Hoy hay menos personal producto del colapso, el cansancio, las licencias médicas. Por supuesto, hacemos el llamado para abrir más camas, porque la cantidad de población afectada es muy alta, la demanda por hospitalización crítica está superando la capacidad instalada que tenemos. ¿Por qué no se tomaron medidas con suficiente anticipación? No tiene ningún sentido.
El epidemiólogo detalló que “la magnitud de contagios que estamos viendo hoy, está dada por grupos que se contagiaron hace 10 días, por los períodos de incubación del virus. Por lo tanto, una medida que pretendiera restringir la movilidad y los contagios, que se aplique hoy, se demorara 10 días recién en tener efecto. Las medidas deben ser fuertes, rápidas e intensas y no muy duraderas, para que la gente las cumpla pero a tiempo. Mientras más tarde uno las tome, el desenlace siempre será peor”, enfatizó.
La proyección de la Fundación Ciencia y Vida es más compleja aún, sumando a la ecuación el factor invierno, en el que el encierro se constituye en otro factor que confabula contra la ventilación necesaria para evitar los ambientes contaminados, además de una población joven que aún no se convence de ir a los vacunatorios para protegerse de una vez. Frente a eso, todos los expertos coinciden en un pésimo pronóstico para los próximos días, toda vez que la autoridad no solo no implementó medidas a tiempo, sino que –por el contrario– se implementó un pase liberado de movilidad que resultó una señal contradictoria, advierte el Dr. Nájera.
La enfermedad no se ha hecho más grave sino más transmisible, precisa el epidemiólogo. “La variante P1 es la que predomina en Chile, con un 75% , y que da cuenta del aumento rápido en la RM entre las variantes encontradas. Por eso nuestro llamado es a vacunarse. Los procesos de vacunación en Chile son serios y están basados en buena evidencia”, de acuerdo a la percepción de nuestros entrevistados, esto acompañado además del proceso de cuidado de las personas que puedan presentar efectos adversos. Por tanto, vacunarse sigue siendo la mejor decisión, subrayan.
“Estamos viendo uno de los peores momentos del número de contagios y ocupación de camas, porque, a pesar de haber hecho un esfuerzo enorme y haber crecido en la capacidad de respuesta de atenciones y respuesta a pacientes graves, no hemos sido capaces de disminuir los índices de contagio por los altos niveles de circulación del virus”, concluyó Nájera.
Los médicos coincidieron en que el fenómeno de la última cama es un dolorosa experiencia de la que pocos hablan, pero que ya enfrentan. Ignacio Sánchez, rector de la Universidad Católica, admitió que el efecto de esta decisión –que enfrenta a los médicos a tener que elegir entre 2 o más pacientes–, el uso de una única cama, es de un estrés máximo, el que han intentado evitar reconvirtiendo camas y derivando otros pacientes. Una experiencia a la que la mayoría de los equipos clínicos teme profundamente, tal vez más que al mismo coronavirus. Y que, de acuerdo a las observaciones de expertos, es una realidad amenazante y que parece haber ya dado la vuelta a la esquina.