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Juicio por jurados Opinión

Juicio por jurados

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Diego Palomo
Por : Diego Palomo Académico de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Talca
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Normalmente, un juicio por jurados dura en promedio 3 o 4 jornadas. Y se desarrolla en días continuos porque hay una reapreciación del tiempo, empezando por el que ocupa al jurado y siguiendo por el hecho de que es necesario que ese jurado entienda la historia completa en poco tiempo, por una cuestión de memoria. Son juicios más eficientes, con un enorme ahorro en dinero y recursos humanos (emplean a un solo juez, no a tres) y de mucha más legitimidad, porque la decisión la toma directamente el Pueblo. Además, la instauración del juicio por jurados vendrá a dar un giro importante en el ejercicio de la abogacía. Ya no basta con conocer las leyes y la jurisprudencia, sino que deben estar preparados para demostrar su teoría durante el juicio, para saber investigar, capacitarse aún más en técnicas de litigación oral y, lo más importante, saber cómo expresarse de manera sencilla para que todo ciudadano comprenda sobre lo que se debate en el juicio. Esto da mayor control popular sobre el juicio del caso.


Difícil de entender, burocrática, poco transparente, a veces con fallos incomprensibles para la población. Estos adjetivos describen quizás bastante bien la percepción que los chilenos tienen de la Justicia, en un momento de ebullición social sin precedentes que ha puesto en jaque a todas las instituciones y que nos obliga a buscar alternativas de mayor participación ciudadana.

No es casual que dos candidatos de peso en la política –aun de signos ideológicos diferentes– hayan propuesto implementar el juicio por jurados. Que es la más democrática, transparente, abierta y antigua de todas las formas conocidas de procedimiento penal.

Es una forma de juzgar homicidios, femicidios, violaciones, secuestros y otros delitos graves mediante un grupo de doce vecinos y vecinas del lugar donde ocurrió el hecho, que son elegidos por sorteo. Ellos deciden mediante un veredicto unánime en un proceso público dos cuestiones: si el hecho que se juzga existió y si el acusado de haber cometido ese hecho es culpable o no.

Es un procedimiento que nació en la antigua Grecia, en la Roma de la República y que alcanzó su esplendor en los países occidentales del common law, como Inglaterra, los Estados Unidos y los países de la Commonwealth.

Pero también el Iluminismo europeo y la Revolución Francesa abrazaron al juicio por jurados por su indiscutible contenido democrático y popular. Es por eso que estuvo presente en todas las constituciones del siglo XIX, entre ellas, la chilena de la época.

Pero, ¿es el jurado acaso patrimonio exclusivo de los países anglosajones? En absoluto: el jurado, nos indica la CIDH, está presente en 21 de los 35 países del sistema interamericano y en la mayoría de los países de Europa. Pero también hay juicios por jurados en otras culturas tan disímiles como las de Asia, Oceanía y la Polinesia.

De hecho, en la Argentina, que ni siquiera ha desarrollado un sistema de oralidad tan sofisticado como el que existe en Chile, el juicio por jurados es un éxito absoluto. Nueve provincias allí tienen un sistema de jurado clásico que permite juzgar crímenes en juicios que prácticamente todos pueden entender, duran pocos días, son más creíbles y ofrecen veredictos más confiables.

Cualquier sistema judicial debe tener como objetivo construir consenso y legitimidad en sus decisiones. De allí la pregunta: ¿por qué las democracias más avanzadas del mundo, las que no han conocido siquiera interrupciones constitucionales, juzgan a sus pares con jurados? La respuesta es sencilla: el jurado es la democracia misma dentro del Poder Judicial. La experiencia nos demuestra con creces que los pueblos desconfían de las autoridades permanentes del Estado, sobre todo los jueces. Pero, cuando la decisión la toma un jurado, la sociedad toma con más aceptación sus veredictos.

Quizás un ejemplo muy gráfico sea el juicio por el crimen de George Floyd. Muchos lo consideraron el primer juicio global, transmitido abiertamente a todo el mundo. En ese caso, un jurado de 12 ciudadanos y ciudadanas declaró al expolicía Derek Chauvin culpable del asesinato del afroestadounidense, después de un juicio que duró unos pocos días corridos: los jurados no pararon ni el Viernes Santo. El juicio finalizó antes de que se cumpliera un año del hecho y su veredicto de «Guilty» tuvo una inmensa repercusión mundial.

Ventajas del juicio por jurados

Normalmente, un juicio por jurados dura en promedio 3 o 4 jornadas. Y se desarrolla en días continuos porque hay una reapreciación del tiempo, empezando por el que ocupa al jurado y siguiendo por el hecho de que es necesario que ese jurado entienda la historia completa en poco tiempo, por una cuestión de memoria. Son juicios más eficientes, con un enorme ahorro en dinero y recursos humanos (emplean a un solo juez, no a tres) y de mucha más legitimidad, porque la decisión la toma directamente el Pueblo.

Además, en promedio los juicios por jurados se producen al año –aproximadamente– después del hecho. Es decir, el proceso naturalmente hace que la causa se eleve a juicio más rápidamente.

El jurado implementado en las provincias argentinas, de manera gradual para juzgar inicialmente los delitos más graves, insumió el 0.05% del presupuesto pautado para el Poder Judicial.

La transparencia que se obtiene de la oralidad ante los ciudadanos es fundamental. La percepción de la justicia y su control popular directo elevan enormemente la calidad del litigio y de las pruebas. Los jurados están obligados así resolver su veredicto con lo que han presenciado en el debate exclusivamente.

Quizás lo más importante. Los jurados son los jueces más imparciales e independientes que existen. Son por completo ajenos al poder y tienen la máxima libertad frente al caso. Son sorteados aleatoriamente, al azar, sin manipulaciones. Pasan un filtro muy riguroso de recusaciones con y sin causa a cargo de las partes y del juez, llamado voir dire, que redunda en la garantía de tener un panel de doce jurados lo más imparcial posible.

Ser imparcial es, antes que nada, no conocer nada del caso, o muy poco. Los jurados no tienen ningún interés en el resultado del juicio. Carentes de toda presión política o popular, se sientan durante varias jornadas a escuchar a los testigos y peritos y a ponderar las conclusiones que efectúan los abogados de las partes, para determinar a quién le asiste razón según lo que se probó o no durante el debate con plena aplicación de su innato sentido común, de equidad y de justicia. El que Montesquieu le reconocía a toda persona.

Además, la instauración del juicio por jurados vendrá a dar un giro importante en el ejercicio de la abogacía. Ya no basta con conocer las leyes y la jurisprudencia, sino que deben estar preparados para demostrar su teoría durante el juicio, para saber investigar, capacitarse aún más en técnicas de litigación oral y, lo más importante, saber cómo expresarse de manera sencilla para que todo ciudadano comprenda sobre lo que se debate en el juicio. Esto da mayor control popular sobre el juicio del caso.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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