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La vivienda social digna Opinión

La vivienda social digna

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Ignacio Sánchez
Por : Ignacio Sánchez Rector Pontificia Universidad Católica de Chile
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La dificultad de acceder a una vivienda en Chile es uno de los problemas sociales a los que sucesivos gobiernos han intentado dar solución, lamentablemente sin éxito hasta la fecha. La pandemia y las consecuentes restricciones sanitarias de aislamiento y confinamiento, expusieron y pronunciaron las brechas sociales, una de ellas, ha sido la desigualdad provocada por una escasa planificación urbana. Durante años, la solución ha estado centrada en la entrega de viviendas, -siempre insuficiente-, en ausencia de  un ordenamiento urbano y con escasez de disponibilidad de terrenos fiscales que permita el adecuado desarrollo de un proyecto de vida. La insuficiente calidad de las viviendas, así como su localización, la falta de áreas verdes y su preocupante desconexión de los servicios básicos como educación, salud y transporte quedaron al descubierto con la pandemia, evidenciando la urgente necesidad de buscar soluciones de presente y futuro.


Recientemente el ministerio de Vivienda y Urbanismo ha declarado que existe un déficit de más de quinientas mil viviendas en el país, considerando los datos de la encuesta CASEN. La pandemia ha agravado una situación que se arrastra desde hace muchos años y que hoy nos interpela con mayor fuerza. Debido a que la encuesta CASEN no pudo realizarse completamente de manera presencial, puede haber aspectos cualitativos que no conocemos, desde el punto de vista de su nivel de mantención y aspectos materiales, lo que sugiere una situación aún más grave. 

Por otra parte, hace algunos meses TECHO-Chile dio a conocer el Catastro de Campamentos 2021 que mostró un importante aumento en el número de familias que viven en campamentos, las que suman más de ochenta mil.  A esta cifra, -cara visible del déficit habitacional y del allegamiento-, es preciso sumar además la situación de quienes “tienen un techo” pero que viven en barrios de las periferias urbanas donde no hay acceso a servicios ni a infraestructura urbana básica, que les aseguren un mínimo de bienestar. Sin duda, esta emergencia sanitaria ha obligado a familias a compartir hogares, a vivir de allegados y a un incremento en las viviendas sin la existencia de requerimientos básicos. 

En su reciente carta encíclica Fratelli Tutti, el Papa Francisco nos señala que “el mundo existe para todos, porque todos los seres humanos nacemos en esta tierra con la misma dignidad. (…), como comunidad estamos conminados a garantizar que cada persona viva con dignidad y tenga oportunidades adecuadas a su desarrollo integral” (FT118). Hoy, sus palabras resuenan fuerte al momento de pensar en el hogar de la familia, lo que en muchas ocasiones tiene su base concreta en la propuesta de una vivienda social.  

La dificultad de acceder a una vivienda en Chile es uno de los problemas sociales a los que sucesivos gobiernos han intentado dar solución, lamentablemente sin éxito hasta la fecha. La pandemia y las consecuentes restricciones sanitarias de aislamiento y confinamiento, expusieron y pronunciaron las brechas sociales, una de ellas, ha sido la desigualdad provocada por una escasa planificación urbana. Durante años, la solución ha estado centrada en la entrega de viviendas, -siempre insuficiente-, en ausencia de  un ordenamiento urbano y con escasez de disponibilidad de terrenos fiscales que permita el adecuado desarrollo de un proyecto de vida. La insuficiente calidad de las viviendas, así como su localización, la falta de áreas verdes y su preocupante desconexión de los servicios básicos como educación, salud y transporte quedaron al descubierto con la pandemia, evidenciando la urgente necesidad de buscar soluciones de presente y futuro.  

En un estudio y publicación interdisciplinaria de la UC hemos querido abordar esta problemática social, de larga data, desde diferentes miradas y proponiendo soluciones viables que permitan acoger las demandas de vivienda. Es preciso tener en cuenta que la posesión de una vivienda tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias.  Es así como se ha definido la vivienda como un espacio vital, más que un espacio material. Se ha enfatizado en la necesidad de evaluar las buenas prácticas en torno al derecho a la vivienda y abordar además el tema desde el llamado del cristianismo a una vivienda digna.

Asimismo, el desafío de la vivienda social es también analizado desde la perspectiva de la economía, considerando la escasez del suelo y la muy significativa alza de los costos de los materiales, -lo que significa diferencias importantes en el costo de la construcción en el territorio nacional-, evaluando que en general su acceso se piensa desde las inmobiliarias y no desde las personas. No podía estar ausente en esta discusión la mirada desde el urbanismo en la planificación de la vivienda que permita una vida familiar y comunitaria plena. Por esto, se presenta la necesidad de resignificar el parque habitacional nacional para revertir la situación actual, donde la socialización y el encuentro de las personas en la ciudad sea lo que guíe esta regeneración urbana.

En la construcción de una sociedad más justa e inclusiva tenemos la responsabilidad de hacer de la integración de la ciudad un nuevo factor de desarrollo. Desde la UC queremos ser un aporte real al diseño de ciudades que conecten y relacionen a la ciudadanía, favoreciendo la dignidad y reconocimiento de las personas en darle su real significado a la construcción de su hogar familiar. Este trabajo y análisis que se quiere fomentar realza el valor de la vivienda digna que tantos y tantas compatriotas anhelan y que por tanto, debe ser una prioridad en las propuestas de quienes aspiran a conducir a nuestro país. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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