Es uno de los investigadores más importantes del mundo en la materia y cuenta con dos nominaciones al Nobel de Medicina 2021, lo que ya es un logro. Él neurocientífico se tiene fe y, aunque sabe que la competencia es dura, cree que un chileno nacido en el sur del mundo podría lograrlo. Lo avalan sus avances notables en la prevención de este mal, como el trabajo con la proteína tau. Aquí nos dice cómo mantener a raya su aparición [ACTUALIZADA]
Cuenta que recién a los 16 años vino a conocer un edificio. Literalmente, hasta ese momento en que, luego de abordar un avión DC6 de LAN en su Puerto Aysén natal aterrizó en Santiago, su único paisaje había sido la vastedad muchas veces nevada de los campos del sur más austral de Chile.
Hasta entonces había ido al colegio a caballo, en Coyhaique. Allí pasó su infancia el hoy destacado neurocientífico Ricardo Maccioni (75), uno de los investigadores del Alzheimer más reputados a nivel mundial. Hace más de 20 años, desarrolló un biomarcador altamente sensible en muestras de líquido cefalorraquídeo que permite detectar la molécula tau fosforilada (o p-tau, su acrónimo en inglés), que es uno de los sellos distintivos del Alzheimer en la fase preclínica de la enfermedad.
“No patenté ese hallazgo con el que hoy estaría forrado, como lo están los laboratorios que hoy comercializan el test, que es carísimo. Cuesta un millón 400 mil pesos. Pero no lo patenté a conciencia, quería legar algo importante a la humanidad”, dice, con una notable convicción en que quizás ese gesto de generosidad pese en el jurado, haga la diferencia y lo conduzca desde su natal Puerto Aysén a Estocolmo a recibir el Premio Nobel de Medicina en octubre de este 2021, para el que tiene ya dos nominaciones, algo inédito en un ámbito donde los especialistas de Harvard y Cambridge son los que la llevan.
-Hay que pensar en grande y en grandes, tal como se llama tu programa. Imagínate que un huaso de Coyhaique recibiera el galardón de la Academia sueca –nos dice. Y agrega: -Hay que programarse mentalmente para que ocurran las cosas. Sé que es un proceso muy competitivo donde hay más de 50 candidatos; es una lucha de David contra Goliat, pero yo lo veo posible en el sentido de que desde hace muchos años no lo obtiene un investigador latinoamericano y me parece que hoy existe mucha sensibilidad por la enfermedad del Alzheimer, que es la materia de mi especialidad. Ya ves tú cuál fue la película ganadora del Oscar: “El Padre”, con Anthony Hopkins, que es lo mejor que he visto en relación al tema. Tienen que verla –nos comenta sin falsas modestias el doctor Maccioni, antes de hacer su recomendación cinematográfica.
Efectivamente sólo dos argentinos y un venezolano han obtenido el Nobel de Medicina en toda la historia de los premios y su triunfo sería un golpe a la cátedra. También lo es la manera simple en que explica cuestiones tan complejas como el deterioro del cerebro humano.
A partir de fines de julio, en el Hospital Clínico de la FACH, en Santiago, se está tomando a cualquier persona mayor de 50 años el test AlzTau, que permite diagnosticar la enfermedad hasta 10 años antes que se desarrolle, sólo con una muestra de sangre. Este es otro de los logros de las investigaciones del doctor Maccioni.
-En términos muy simples, ¿qué muestra ese test AlzTau?
-En cualquier muestra de sangre hay unas células que se llaman plaquetas. Nosotros hace ya varios años atrás descubrimos que en las plaquetas hay una proteína, la llamada tau, que en los enfermos de Alzheimer está alterada. El test permite “medir” esa alteración para adoptar medidas preventivas de ser necesario.
-Su test parece un gran avance en términos de prevención, ¿es equivalente al fármaco Adulhelm, que aprobó hace poco la FDA estadounidense para tratar el Alzheimer en sus etapas iniciales?
-En general, soy más bien escéptico, porque ninguno de los medicamentos han dado resultados alentadores, salvo en etapas muy tempranas de la enfermedad. Como se trata de una enfermedad de causas multifactoriales, creo mucho más en las terapias multitarget, porque cuando se produce esta enfermedad es porque en el cerebro están fallando 10 cosas, 20 cosas, y no sirve de mucho centrarse en atacar una sola. Yo confío mucho más en enfoques que consideran el uso de los nutricéuticos, que hoy ya tienen pantalones largos. También en la aplicación de ActivaMente, un software que nosotros ideamos y que estimula y ayuda a la actividad cognitiva, mejorando la plasticidad del cerebro. Aunque pienso que en el futuro sí se podrá controlar el Alzheimer, pero utilizando una variedad de enfoques terapéuticos, no un único medicamento.
-Tengo 75 años y me siento joven y más activo que nunca. Mucho más que a los 30. En lo personal, no le temo al Alzheimer. En mi familia todos han muerto de viejos, no de enfermedades. Será porque los genes de la Toscana, de la península italiana, que es de donde proviene la familia de mi padre, suelen ser longevos. Él murió de viejo, pero fue muy atlético siempre. Era geomensor de la Universidad Católica, pero se aburrió de Santiago y obtuvo trabajo como administrador del Ministerio de Tierras en Aysén. Siempre fue muy vital, participó de las campañas del Río Baker y de la Isla Magdalena.
Ricardo fue el mayor de sus 5 hijos (“Tuve una hermana que murió poco después de nacer; hoy sólo quedamos tres de los cinco”). Afirma que nunca tuvo muy clara su vocación. Estudió bioquímica en la Universidad de Chile y luego hizo un post grado en ciencias biomédicas. Entonces partió a Estados Unidos, al Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado.
Poco antes, había tenido el privilegio de ser becado para un programa de neurociencia en el Laboratorio Cavendish en Cambridge, donde los famosos Watson y Crick descubrieron la doble hélice del ADN. “Tuve clases con profesores notables, donde se abordó el tema de la memoria y de la enfermedad de Alzheimer, de la cual se conocía poco o nada, desde su descubrimiento por Alois Alzheirmer en 1906”.
Ahí partió su andadura investigativa. A partir de 1976, exceptuando un breve regreso a Chile entre 1978 y 1980, se instaló en Estados Unidos junto a la chilena, Isabel Romero, madre de sus tres hijos, de quien hoy está separado. Ahora y desde hace 12 años, su compañera es Tatiana, a quien vincula con “Amada mía”, una canción de José Luis Perales, que les encanta a ambos.
Pero pasemos del romanticismo y volvamos a la ciencia. A Estados Unidos, donde nació su interés por el Alzheimer. En Denver, “la ciudad con las mejor calidad de vida del país”, en la Universidad de Colorado empezó su relación con la famosa proteína Tau, clave en sus hallazgos y en su “teoría de la neuroinmunomodulación”.
Hoy dice de esos logros:
-Lo más gratificante para mí es cuando uno aprecia que lo que ha descubierto representa o puede representar un beneficio directo para las personas, algo que tiene un impacto positivo en sus vidas. Otra gran satisfacción es haber formado a 57 doctores en ciencias en mi vida, que son hoy colegas y muchos de ellos amigos.
-Doctor Maccioni usted ha desarrollado investigaciones que redundan en la detección temprana del Alzheimer, ¿el tema es cómo podemos prevenir la enfermedad y evitar que se produzca?
-El Alzheimer es una enfermedad esporádica; esto significa que le puede dar a cualquiera a partir de una combinación de factores, donde pesan factores epigenéticos. Esto quiere decir que las cosas que le pasan a alguien a lo largo de su vida pueden cambiar la forma en que se expresa su ADN, sin modificar su estructura. Tiene que ver con cómo se expresan los genes en el proceso de envejecer. En el 99 por ciento de los casos, el Alzhéimer es esporádico, depende netamente de cuestiones ambientales, de los estilos de vida que ha tenido una persona. Pero hay algunos en que pesa una predisposición genética: un abuelo, un bisabuelo que tuvo la enfermedad, por lo que la persona tiene ciertos genes de susceptibilidad heredados, los que pueden estar silentes, sin expresarse nunca. Por eso, lo clave son los estilos de vida saludables.
-¿Cómo se previene la enfermedad?
Lo primero para mí es el mindfulness, que es la práctica de una meditación profunda para alcanzar una conciencia plena. Basta con 15 a 20 minutos al día de estas técnicas de meditación simples y fáciles de aprender, pero que sirven mucho a la salud del cerebro. Está demostrado que los monjes del Tíbet, gracias a la meditación, conservan en mejor estado sus telómeros, que son las estructuras que protegen a los cromosomas y tienen relación directa con el proceso de envejecer, haciendo el proceso más lento. Esto se traduce en mejor calidad de vida, menos achaques, en mantener el cerebro sano, a salvo no sólo del Alzheimer, sino de otros males como el Parkinson. Son muy buenas también ciertas prácticas chinas, como el Chi kung, que relaciona cuerpo, mente y respiración, para mantener una salud cerebral equilibrada. Estos entrenamientos preventivos deben practicarse siempre e incluyen el ejercicio físico, porque favorece la interactividad neurológica, en especial el aeróbico. Algo tan simple como la caminata es muy positivo. Otro factor preventivo es mantener una vida social activa, relacionarse con otros, no jubilarse y encerrarse.
-En ese sentido, ¿cuánto ha perjudicado a las personas mayores el confinamiento a causa de la pandemia por COVID-19?
-Ha sido muy dañino. Fatal, fatal para la salud mental de todos, al margen de la edad, aunque ciertamente los más perjudicados son los mayores, porque han visto modificarse sus estilos de vida, sus rutinas, sus visitas, el contacto con sus afectos. Hay factores preventivos que ayudan a paliar esta soledad, como la lectura, que es clave, así como la actividad intelectual y la convivencia social.
-¿Y qué se puede hacer frente a un Alzheimer declarado?
-Hay prácticas que ayudan a frenar la enfermedad. Una de ellas es el uso de ActivaMente, el software del que te hablé. El consumo de nutracéuticos, un componente que proviene de fuentes naturales como frutas, raíces o plantas, y que, junto a sus propiedades nutricionales, controla a la proteína tau, que es la causante de la enfermedad. Yo estoy convencido de que en el futuro se podrá controlar el Alzheimer con varios enfoques terapéuticos –dice este David que se siente muy seguro de poder derrotar a Goliat y darle un Nobel en Medicina a Chile.