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Bernardo Fontaine, constituyente de Chile Vamos: «Es difícil encontrar puentes en la Convención porque la centroizquierda está muy disminuida»

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Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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El economista y convencional constituyente –que ingresó como independiente en un cupo de RN– se identifica como entre los más dialogantes de su sector, pero ello no le impide hacer una fuerte crítica, precisamente, por la falta de diálogo en general, así como de espacios de deliberación. A su juicio, hasta el momento las votaciones se producen sin la debida discusión previa, de modo de arribar a un texto común. El otro problema que advierte es que se ha instalado una percepción de que hay buenos y malos, y que tanto a Chile Vamos como a la centroizquierda se les aplica una especie de condena moral, un castigo, lo que bloquea las intenciones de arribar a acuerdos. «Yo creo que la presidenta, Elisa Loncon, tiene una enorme labor en corregir esa actitud», señala.


-Este miércoles se cumple un mes de la instalación de la Convención Constitucional, ¿cómo lo has visto tú, desde el sector de Chile Vamos, que representas?
-Yo creo que hemos ido avanzando. Efectivamente, hoy día tenemos ya comisiones trabajando. Y la Convención ha ido de menos a más, se ha ido estructurando y ha ido mejorando. Sin embargo, esto no ha sido tan fácil. La Convención en realidad está dividida en dos grandes bloques. Un bloque que llamaría como los «institucionales», en los cuales yo me cuento, que lo que queremos es que la Constitución funcione con reglas democráticas, con pluralidad, etcétera. Y yo diría el sector que podemos llamar «asambleísta», que piensa que la constituyente tiene que tener pocas reglas y que las reglas van cambiando a lo largo del proceso como una asamblea, como un consejo de curso.

Y ha costado mucho, en realidad, que el grupo de los «institucionales», que abarca en realidad distintas listas políticas, avance. Pero el peso de la discusión, el peso del tiempo, ha ido demostrando que efectivamente teníamos que ir teniendo sistemas parecidos a los que tiene cualquier Congreso en el mundo. Por supuesto, no las malas prácticas, pero sí las buenas prácticas de discusión.

-Tú perteneces o formas parte de la Comisión de Presupuesto, ¿cómo se da esa discusión dentro de la propia comisión?
-En general yo pienso que todo habría sido mucho más rápido si la Convención de un principio hubiera tomado como modelo los mecanismos de reglamento que ocupa el Congreso, ya sea al Senado o a la Cámara de Diputados.

-Como reglamentos transitorios…
-Claro y probablemente permanentes, haciendo las adaptaciones. ¿Por qué? Porque esos reglamentos son fruto de años de experiencia, de siglos en realidad, de experiencia democrática, de cómo funciona un organismo colegiado. Entonces, por supuesto, hay mecanismos para dar la palabra en forma plural, hay formas de votación para que sea justo y transparente, etcétera. Y también hay todo un sistema en el Congreso hoy día, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, que fue expuesto por los secretarios de ambas corporaciones a la Comisión de Presupuesto y Administración de la Convención para administrar los gastos y para administrar las asignaciones.

¿Qué es lo obvio? Tratar de copiar este sistema. Por supuesto, hay que adaptarlo, porque hay alguna diferencia, en vez de inventarlo todo de nuevo. Eso sería mucho más rápido y eso nos llevaría a acelerar el trabajo. Yo creo que habríamos ganado 30 días si hubiéramos hecho eso. Y entonces podríamos habernos puesto de frente a deliberar, ponernos a discutir los temas que la ciudadanía quiere: salud, educación, derechos sociales, seguridad, etcétera.

-Tal como la experiencia ha dado este último mes, ¿cómo ves tú los tiempos para poder terminar el reglamento, para poder precisamente avanzar con esas conversaciones que ya son más de fondo, como los derechos sociales?
-Yo digo que, como va la cosa, se ve bastante lento e ineficiente el proceso. En el sentido de que hay muchas horas de sesión, pero no siempre muy productivas. Por esto yo veo que es muy difícil que esté antes de octubre y noviembre. Yo habría deseado que esta discusión de organización interna, usando los ejemplos del mundo, fuera mucho más rápida y nos pusiéramos de frentón a discutir la Constitución y a redactar la Constitución que los chilenos merecen.

– ¿Por qué se tranca el proceso? ¿Dónde está el problema? ¿Y dónde está la deliberación al interior de la Convención?
-Por un lado, está este tema de lo refundacional, que yo creo muy ineficaz. O sea, la idea de que todo tiene que formularse de una forma nueva y distinta, cuando hay series de cosas que funcionan bien en el resto del mundo y en Chile y hay que usarlas para avanzar más rápido. Y segundo, está este tema de que todavía es una Convención, donde cada constituyente actúa de acuerdo a su identidad.

– Y esas identidades, me imagino políticas, ¿no dialogan? 
-Hay poco diálogo porque falta más diálogo. Hay diálogo, pero falta profundizarlo. El sistema de votaciones lleva a que, cuando hay una propuesta de la mesa, cada grupo realiza sus comentarios, sus cambios, y estos se votan, pero no hay una segunda ronda, digamos. Yo creo que una buena ley, una buena Constitución, se redacta en forma colectiva. Es una creación colectiva, en la cual distintas personas opinan y se va tratando de buscar primero un texto común.

-¿No se discuten las indicaciones?
-No lo suficiente, porque al final no hay la posibilidad de buscar y no hay el mandato por parte de la mesa de la directiva de buscar primero un texto común, que es lo que yo valoraría. Me gustaría oír otras personas que opinen y que me expliquen por qué están proponiendo estos cambios, porque a lo mejor, si me lo explican, lo entiendo y estoy de acuerdo. Pero esto de llegar altiro a votar es muy ineficaz, porque se pierde el conocimiento de muchos constituyentes, no se ocupa la expertise de muchos contribuyentes.

-¿Por qué no se está produciendo la deliberación? ¿Faltan espacios para discutir o voluntad política?
-Yo creo que faltan más espacios de diálogo y falta que la mesa ponga como mandato, por así decirlo, como norma de organización, que primero tenemos que tratar de llegar a un texto común. Ahora, por supuesto, va a ser imposible que todos los temas o en muchos temas tengamos 155 personas de acuerdo, pero se votarán las diferencias. Pero no forzar a votar inmediatamente, porque a nosotros nos ha pasado, por ejemplo, en Chile Vamos, que hemos hecho muchas indicaciones y todas se han rechazado. Se han rechazado incluso indicaciones meramente de lenguaje o de precisión de los textos. Por ejemplo, hay una histórica, que fue una vez que había un determinado texto que había propuesto a la mesa que decía que tal tema se verá el siguiente día y nosotros agregamos «el siguiente día de sesión», porque no hay sesión plenaria todos los días. Rechazada, nada más que porque lo habíamos propuesto nosotros, nadie la leyó. Entonces, frente a eso, yo creo que se pierden valiosas indicaciones. Lo mismo le ha pasado al Frente Amplio, le ha pasado a la centroizquierda, etcétera. Entonces, yo creo que tenemos que buscar un mecanismo para dialogar más, para conversar más y crear un texto colectivo.

-Pero, como tú dices, no es algo que le esté pasando solo a Chile Vamos.
-Por supuesto que no. Y creo además que en el fondo esto perjudica a la transparencia, porque, al final, ¿qué es lo que está ocurriendo? Lo que está ocurriendo es que grupos de constituyentes están en los pasillos o en reuniones internas, llegando a sus comentarios o indicaciones, sus propuestas, sin la participación de todo el resto. Y llegan a votar. Si tienen los votos, salen adelante. Lo que falta, por decirlo así, es más patio. Si esto fuera un establecimiento educacional, sería como más recreo. Más lugares donde se pueda conversar, dado que las sesiones son muy extensas.

-Pero para conversar se necesita de voluntad política. Una de las críticas que se ha escuchado desde el comienzo es que el sector de Chile Vamos está aislado. ¿Cuál es la postura de Chile Vamos para precisamente alcanzar la deliberación que tanto hace falta?
-Yo creo que todo Chile Vamos tiene claro que es minoría, digamos, pero, a pesar de ser la minoría más grande, hemos buscado los puentes. En las vicepresidencias de la semana pasada votamos por un candidato nuestro, pero también patrocinamos, porque no se votó, a una candidata de Independientes No Neutrales, Lorena Céspedes. Entonces, ha habido la búsqueda, por el lado nuestro, de conectarse con el resto. Ahora, ¿por qué se nos hace tan difícil esto? Por dos cosas. Una, es que no tenemos una centroizquierda organizada. La centroizquierda está muy disminuida, está muy excluida y entonces cuesta encontrar, digamos, un interlocutor en ese grupo. Recordemos el Partido Socialista, en definitiva, se alió totalmente con el Frente Amplio, con lo cual parte de la centroizquierda cruzó esa línea. En Independientes No Neutrales también han tendido puentes más a la izquierda. Falta centroizquierda, porque al final en la ciudadanía hay un conjunto de votación importante que tiene que estar representada también. Hay una voz que falta…

Y lo otro, yo te diría, es el tema de condena moral…

-¿Cómo así? ¿A qué te refieres con la condena moral?
-Ahí lo que ocurre es lo siguiente: yo creo que una cosa que hay que superar es esta idea de que en la Convención hay buenos y malos. Y ahí yo creo que hay un deber muy grande de la presidenta (Elisa Loncon). Tiene que comprender que ella es presidenta de todos, y tienen que ayudar a unirnos, porque al final parte de este ejercicio constitucional es unir a Chile. Entonces, no puede considerar que haya un sector, en este caso Chile Vamos, pero también el caso de la centroizquierda, que tenemos que estar excluidos, que tenemos que estar, digamos, castigados. Eso yo creo que dificulta obviamente la consecución de acuerdos y perjudica la calidad al final de la Constitución.

-¿Sienten que hay un ánimo revanchista?
-Hay un ánimo revanchista y hay un ánimo de ejercer un cierto, digamos, «castigo». Y una cierta superioridad moral que es falsa, porque al final todos fuimos elegidos por el pueblo de Chile, todos tenemos votaciones y todos tenemos el legítimo derecho de participar y tenemos igual derecho a participar. No es que haya uno superior a otro y para todos puede ser distinto sentarse con personas que pueden tener posiciones muy antagónicas, pero tenemos que hacer ese esfuerzo, porque, al final, sin amor y sin pacificar el país, no vamos a hacer un Chile mejor. Yo creo que eso es fundamental y creo que la presidenta tiene una enorme labor en corregir esa actitud que ha tenido, que ha tendido un poco a fortalecer, a darles piso a los sectores más ultra de la Convención, en el sentido de generar una división entre los que fueron de la Concertación y Chile Vamos, y el resto.

-Ahora, en los extremos hay gente de tu sector sector político, como Teresa Marinovic. ¿Cómo se busca el diálogo desde el propio Chile Vamos?
-Evidentemente que la vocación central de Chile Vamos es llegar a acuerdos, que esta Constitución funcione y participar y tratar de mejorar el texto, que en definitiva se discuta. Pero hay distintos estilos y evidentemente hay personas que tienden a ser más duras, digamos, y personas que tendemos a ser más abiertas. Pero eso yo creo que le pasa a cualquier sector. Yo creo que es algo perfectamente manejable. Pero no veo, la verdad, no he visto la discusión en las conversaciones, nunca, una vocación como de atrincherarse o aislarse. Yo creo que eso no ha sido así. Pero, claro, es verdad que cuando tú te sientes perseguido, digamos, te sientes condenado moralmente, obviamente eso no es la mejor forma para tender puentes.

-¿Cuáles son tus prioridades en lo que viene?
-Yo en lo personal tengo una preocupación. Yo pienso que hoy día tenemos un desempleo brutal de 800, 900 mil chilenos desempleados y tenemos una economía que está empezando a reponerse de una tremenda cuarentena. Entonces, a mi juicio, hay un deber moral nuestro, de todos los chilenos, de la sociedad, de producir empleo, de que esa gente encuentre trabajo y se desarrolle como persona, no solo económicamente. Y para eso, entonces, la Constitución tiene un rol y el rol de generar las certezas cuanto antes para que la economía vuelva a invertir y vuelva a ponerse de pie y vuelva a contratar y vuelva a aumentar los sueldos y a desarrollarse. Yo, por mí, lo que haría es tratar de hacer lo antes posible el capítulo económico, para que tuviéramos las certezas y pudiéramos entonces echar a andar. En definitiva, que Chile vuelva a despegar económica y socialmente.

-Respecto de la Comisión de Derechos Humanos, ustedes pusieron al exalmirante Arancibia, lo que se ha interpretado más bien como una provocación.
-Cada constituyente eligió la comisión y él eligió esa. Y, por otra parte, yo creo que eso es lo que tenemos que aprender como país. Nosotros tenemos que aprender que todos somos válidos. Aquí en Chile no sobra nadie y que no podemos condenar moralmente a nadie, salvo que haya cometido un crimen, digamos, probado o conocido y demostrado. En este caso, el almirante Arancibia, que ya no es almirante, en realidad es Jorge Arancibia, constituyente elegido democráticamente, que tiene el mismo derecho a participar que cualquiera. Y de hecho yo encuentro que la idea de censurarlo, de tratar de bloquear su participación, lo encuentro indigno, encuentro que es un insulto contra la democracia. Es un insulto contra los votantes y es un insulto contra todos los convencionales. Porque esto dará después derecho a que cualquier otro convencional fuera censurado o por cualquier otra razón. Yo creo que eso no es. O sea, nosotros tenemos que construir un país para todos. Hemos vivido años donde hubo divisiones, donde hubo segregaciones. Y nosotros lo que estamos buscando es un Chile en el cual todos somos parte. No puedo empezar hoy día a dejar uno adentro, otro afuera.

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