Diego Ancalao Gavilán pasó a la historia como el primer mapuche en inscribir oficialmente una candidatura presidencial. De una familia de lonkos, originaria de Purén –la tierra en donde Pelantaro derrotó al imperio español–, se define como un weichafe, un guerrero, cuya arma es la «lucha política». Esa arma es la que usó –advierte– cuando hace años formó parte de las juventudes de la DC, e intentó llegar a diputado como independiente en un cupo del PRI, del PH y de Izquierda Ciudadana. «La partidocracia había cerrado toda forma de participación política. Era la manera para defender nuestros derechos», precisa. El estallido cambió aquello, reflexiona. «Eso permitió que los pueblos originarios se unieran en un levantamiento social con el pueblo de Chile, que no había pasado nunca. Es un cambio muy brutal en términos culturales». Desde esa energía y con voluntad política, dice, se puede hacer frente a los conflictos.
-En tu biografía te presentas como nacido en Purén indómito. ¿Qué pasó en Purén? ¿Por qué es tan importante para ti señalarlo como punto de entrada?
-Es muy importante porque Purén Indómito se llama por un poema épico que hizo Diego Arias de Saavedra, en la época de Pedro de Valdivia, donde se narraba que ahí nacieron los soldados, los guerreros mapuche que derrotaron al imperio español. Los purenes eran indomables para los españoles, eran indómitos. Y ahí nació Pelantaro, que vino después de Lautaro, y que se traduce como «Claro, luminoso» o «El ave que ve más allá de lo evidente». Pelantaro fue capaz de derrotar al imperio español en el desastre de Curalaba para los españoles o triunfo de Curalaba para nuestro pueblo mapuche. Fue ahí que él eliminó al gobernador de Chile, Martín Óñez de Loyola, y sacó al imperio español desde Santa Bárbara hasta Osorno. Todo este trabajo de retirada y definitivamente derrota completa del imperio español, lo hizo Pelantaro y los indomables de Purén. Fueron ellos. No fue ningún otro territorio. Por eso, entonces, que para mí es tan importante ser de Purén indómito y descender de los guerreros indomables, porque no existe ningún otro pueblo indígena en América Latina que haya derrotado un imperio.
-Tú te has definido como un weichafe, como un guerrero, de la comunidad mapuche Lonko Manuel Ancalao, de la que está a cargo tu padre, José Ancalao. Provienes entonces de una familia de líderes mapuches. ¿Qué hay para atrás en tu historia?
-Manuel Ancalao es mi tatarabuelo. Él junto a otros fueron los que enfrentaron al Ejército de Chile en la última inspección de Purén. Yo desciendo de ese lonko. Y también el hermano de él, mi tío abuelo Francisco Ancalao, fue a pelear a Argentina, también a defender al pueblo mapuche. Y allá está la Reserva Nacional de Río Negro Ancalao. Y la poetisa indígena más importante de Argentina se llama Liliana Ancalao. Somos todos descendientes del mismo clan, es un clan de mapuches que estaban dispuestos a dar la vida por su pueblo. Y hay sectores que creen que ser weichafe significa volver al pasado y para nosotros ser weichafe significa hacer lo que hizo Lautaro, o sea, comprender la estabilidad del enemigo, aprender la estrategia. Para nosotros ser weichafe es tener esa capacidad de enfrentarse a los desafíos de la vida y en contra de la opresión para defender nuestro pueblo. No significa que tú vas a tener que tomar una metralleta, sino que, como lo decía Toro Sentado, los guerreros indígenas son los que están dispuestos a dar la vida por su gente, por su pueblo, por lo más débiles. Lo que en mapudungún es gente que hace el bien.
-Pablo Marchant, que murió en un enfrentamiento con Carabineros y a quien le hicieron una guardia de honor armada, también era weichafe. ¿Qué te diferencia de ese weichafe?
-Yo creo que solamente el campo de batalla. El campo de batalla para algunos puede ser ese, armado y de enfrentamiento directo y, para otros, como Mahatma Gandhi, Martin Luther King e incluso Mandela, el campo de batalla era la lucha política, utilizando la no violencia como arma de guerra para derrotar imperios. Entonces, lo único que cambia es el campo de batalla.
-En tu programa hay un eje central: el conflicto en el Wallmapu, el conflicto mapuche. Y has sostenido varias veces que esto no se resuelve porque básicamente falta voluntad política. ¿Cuál es esa voluntad, que tú pondrías, para ir superando este problema?
-La voluntad política de los que han administrado Chile en estos 140 años, en que se incorporó por la fuerza y la violencia a nuestro pueblo mapuche dentro del Estado de Chile, es una voluntad de administrar el conflicto, de administrar el problema, de dar ciertos bonos, de hacer ciertos programas para mantener la exclusión. No es una voluntad política para restituir derechos políticos, territoriales, derechos culturales, lingüísticos y derecho también a decidir su futuro como pueblo. Un derecho colectivo donde el pueblo es un sujeto de derecho, no solo la persona. Y no ha habido voluntad para eso, porque el restituir estos derechos al pueblo mapuche choca con intereses económicos, de grupos de poder que financian a ciertos partidos políticos y entonces nunca se resuelve, nunca hay voluntad, porque, si se restituyen los territorios mapuche, va a haber un choque directo con intereses económicos como las forestales, que tienen –según el Instituto Nacional Forestal– 3 millones 600 mil hectáreas, que están en manos de la empresas forestales, fundamentalmente Arauco Mininco, Angelini y Matte, y solamente el 1% está en manos de pequeños agricultores o propietario forestal.
-Hablaste de las millones de hectáreas que están en manos de las empresas forestales, que tienen títulos de propiedad. ¿Cómo harías para, por un lado, ocuparte del tema de la restitución de las tierras y, por otro, encargarte del tema la propiedad privada?
-La primera medida es restituir todas las tierras que de manera irregular han sido adquiridas por grupos de agricultores, de empresarios agrícolas y empresarios forestales. Según el informe de (la Comisión) Verdad Histórica y Nuevo Trato, hay un tercio de las tierras mapuche que se entregaron en título de merced, que fueron 536 mil hectáreas. Hoy día están en manos del empresario agrícola y empresario forestal, y la gracia de ese título de merced es que no se pueden vender, no se pueden arrendar, no se pueden enajenar. Nadie se explica por qué entonces están en manos de empresas agrícolas. Entonces, lo primero es que eso tiene que volver a sus legítimos dueños, que son justamente los del título de merced y que pertenecen a los lonkos de esos territorios. Son alrededor de 133 mil hectáreas. Yo diría que eso sería una primera meta.
-Bastante menos que las tres millones de hectáreas que están en poder de las forestales.
-Así es. Eso sería la primera medida. La segunda medida, yo creo que tiene que ir en la misma línea de lo que se hizo en Nueva Zelanda con el pueblo Maorí, en la que se le restituyen las tierras que habían sido explotadas por la industria forestal y, además, se le compensó a la comunidad por la sobreexplotación, el daño de esa tierra y se llegó a un acuerdo sobre la explotación forestal, en la cual estas tribus maorís lo explotaban y podían vender esos productos forestales a distintas empresas. O sea, esto quiere decir que la administración de los territorios pasa a sus legítimos dueños –y se le compensa al que era el dueño anterior– o así recíprocamente la propiedad a tribus.
– Y ¿cómo se compensa, por ejemplo, a las empresas que pagaron por esas tierras?
-Si la empresa pagó por esa tierra, se le debería pagar lo que ellos gastaron.
-¿El Estado?
-Por supuesto. Lo que pasa es que este no es un problema entre los mapuche y la forestales. Este es un problema entre los mapuche y el Estado. Lo que pasa es que el Estado se quiere lavar las manos y decirle «es un problema de propiedad privada, entre indígenas y forestales y nosotros nos lavamos las manos». Pero lo que ocurre es en realidad que el problema de las forestales es una decisión de Estado. El que tiene que expropiar y devolver es el Estado, porque la Ley de Colonización de 1845 era justamente traer colonos a tierras que eran mapuche. Por lo tanto, el que originó el problema es el Estado y el Estado tiene que restituir. Él tiene que hablar con las forestales. Él tiene que resolver la controversia. No se trata aquí de un problema entre la CAM y la Forestal Arauco. Esa es una consecuencia de la irresponsabilidad del Estado, de resolver la devolución a quien es su legítimo dueño. ¿Y qué hace el Estado? Arma un programita para que tengan 300 lucas mensuales y planten frutillas. Eso es lo que pasa. ¿Qué tiene que hacer un Jefe de Estado? Un Jefe de Estado tiene que asumir la responsabilidad, pedir disculpas, hacer la devolución y establecer los acuerdos con los grupos económicos para que no siga escalando el conflicto.
– ¿Y cómo enfrentarás el problema de quienes han sufrido la violencia de parte de sectores mapuche radicales?
-Todos los conflictos el pueblo mapuche los ha resuelto en lo que se llaman los parlamentos. Entonces, ¿qué es lo que tenemos que hacer? No es resolver por partes, porque eso también es consecuencia de no resolver el conflicto. Si usted le resuelve ese problema a esa familia que fue víctima de la violencia y se lo resuelve a otra familia mapuche que también fue víctima de la violencia, esa es una solución parcial, puntual, incluso familiar. Entonces, lo que se tiene que hacer es resolver la controversia para todos y, para eso, lo que tiene que hacer aquí es un nuevo parlamento entre la familia afectada, sociedad civil, empresarios y entidades territoriales mapuche, para volver a llegar a un acuerdo como el de Tapihue. Y que ese nuevo tratado sea la columna vertebral de la solución de las controversias que vuelvan a nacer.
-¿Y qué posición tomarías frente a ciertas comunidades mapuches radicales que no creen en el camino institucional, que no creen en lo que se está haciendo en la Convención Constitucional y, probablemente, tampoco crean en el camino institucional que estás tomando tú?
-Yo creo que esos grupos violentos, han sido tan violentados en su vida, no solo ahora sino que desde sus abuelos, que la única solución que ven es justamente esa vía, la del enfrentamiento. Por lo tanto, así como decía Víctor Hugo, el escritor, «si alguien cae en tinieblas y comete errores y no ve la luz, no es culpa del que comete errores en la oscuridad, sino la culpa es del que generó la oscuridad». Y en ese caso, los que generaron la oscuridad necesariamente son los actores políticos que han conducido al Estado. Entonces, frente a esos grupos, yo creo que el problema se resuelve cuando se restituyen los derechos que ellos reclaman. Si usted resuelve los problemas, esos grupos violentos deberían dejar de existir. Si no resuelve los problemas profundos, que son las mismas demandas por todos conocidas, entonces van a continuar estos grupos.
-Pasando ahora a tu trayectoria política. Tú fuiste de las juventudes DC durante tu tiempo en la universidad, intentaste ser diputado como independiente, pero en el cupo del PRI, luego en cupo del PH, e incluso militaste también unos años en la Izquierda Ciudadana. Si se mira así, uno diría ‘ bueno, este señor viene de la política tradicional’. ¿Te sientes parte de esa corriente política?
-No, por supuesto que no. A mí me molesta mucho cómo se ha hecho política en estos años. Pero, mira, la razón por la que nosotros, los mapuche, hemos tenido que participar en política tradicional –antes del estallido social y antes que hubiera cupos reservados para la Asamblea Constituyente–, es porque nosotros no teníamos otra forma de participar, porque la partidocracia había cerrado toda forma de participación política. Entonces, si usted quiere participar ahí, no tiene ninguna otra posibilidad más que participar, en esa época, en algún cupo de partido como independiente. Esto se justificaba como un manera de instrumentalizar a los partidos para tener una participación política en la toma de decisiones. Pero esto no lo he hecho solo yo. El año 1916, el primer diputado mapuche fue Francisco Melivilu, diputado por el Partido Demócrata… o sea, todos los representantes políticos mapuche tuvieron que instrumentalizar a ciertos partidos para tener una participación del pueblo en la toma de decisiones. La partidocracia había secuestrado la democracia y esa era la manera que tú tenías para participar.
-Hace algunas semanas te empezaron a llamar el candidato de la Lista del Pueblo. ¿Tú sientes que eres el candidato de la Lista del Pueblo (LdP)?
-Yo soy candidato independiente antes que existiera la LdP, yo partí en abril y la LdP nació en mayo. Nunca yo fui candidato de la LdP. Recibí el apoyo de ciertas personas de la Lista, como apoyo, digamos, personal, como el constituyente Rodrigo Rojas Vade, pero nunca fui parte. Cuando recibí el llamado a participar del proceso de recolección de firmas, yo me sentí parte de eso, porque vi una oportunidad de hacer fuerza común con otros independientes que estaban en la LdP. Lo que yo tengo como independiente es el apoyo de LdP, el apoyo del Movimiento Solidarista, Conciencia Ciudadana. Y dentro de ese contexto, claro, el apoyo de Lista del Pueblo es muy importante como movimiento social, porque ellos también tienen una fuerza electoral que el Frente Amplio y el Partido Comunista se la pelean todos los días con una campaña de desprestigio en contra mía y con una campaña de división de ese grupo.
-Cómo independiente, ¿cuáles son tus adversarios? ¿Esa izquierda que acabas de mencionar que intentó bloquear tu candidatura? ¿La centroizquierda, la derecha, todos?
-En este minuto me siento solo contra el mundo, porque, cuando estás solo, todos te pegan. Pero, mira, desde la primera vez que yo quise ser candidato, a mí me eliminó de la papeleta la Democracia Cristiana. Después, la segunda vez que quise ser candidato a diputado, me eliminó el Partido Radical. Y yo iba a ir con Guillier, el senador, y yo iba a ir a diputado, y me bajaron, levantando campaña de desprestigio en contra, la cosa es que me bajó el Partido Radical. Bueno, y después la propia Izquierda Ciudadana también me bajó, por eso tuve que renunciar. Entonces, para ser concreto en la pregunta, creo que yo no soy un problema para los sectores conservadores, porque no soy de derecha, soy de izquierda.
-Eres un adversario para la gente de izquierda entonces.
-Los grupos que quieren repartirse esos votos que están ahí, cualquier adversario, sea yo o sea otro, lo van a intentar eliminar, ya sea por secretaría, ya sea con campaña de desprestigio, con lo que sea, porque lo que a ellos les interesa es tratar de capitalizar los votos para su candidato y para sus listas parlamentarias. Entonces, un candidato independiente es peligroso para ellos, pero también es peligroso para las elites porque no obedecen órdenes de partido.
-Hablemos del estallido. ¿Qué significó para ti lo que vivimos en octubre de 2019?
-Hay una reclamación brutal de la gente de resolver sus demandas sociales, pero también de una nueva forma de hacer política. Esa nueva forma de hacer política en la que, ellos han manifestado, es la que no representan los partidos políticos. Además el movimiento social chileno se dio cuenta de que la represión al pueblo mapuche es una represión por reclamar derechos. Eso permitió que el pueblo mapuche y los pueblos originarios se unieran en un levantamiento social con el pueblo de Chile, lo que no había pasado nunca. Es un cambio muy brutal en términos culturales.
-Te has definido como un hombre de dos naciones, por tu herencia ancestral mapuche y también por la chilena. ¿Cómo se entronca esta visión del hombre de dos naciones en un proyecto país?
-Yo soy una persona mapuche que tiene una historia intercultural, una formación intercultural y veo el mundo desde una visión mapuche. Y una visión también, yo diría, multicultural. ¿Por qué? Porque me he dado cuenta de que para algunos mapuche yo soy muy chileno para ser mapuche, pero para los chilenos yo soy muy mapuche para ser chileno. Entonces, nos encontramos en el centro de dos naciones, de dos mundos, que yo diría que sería lo que en realidad es el chileno: un mestizo. Y justamente este grupo es que carece de identidad, que el 90% de Chile carece de identidad, porque en estos 140 años el Estado le ha negado su ancestro mapuche, lo ha negado porque ha dicho que no existe, que somos todos chilenos, que no son mapuche, que son «araucanos». Entonces, en esto nosotros lo que tenemos que hacer es construir un puente entre el pueblo de Chile y el pueblo mapuche y los pueblos originarios, donde encontremos los temas que nos unen. Y uno de los temas que nos unen es que la desigualdad, la falta oportunidades, ha sido creada por los mismos grupos de poder político que le han quitado los derechos al pueblo mapuche. Entonces, el camino del pueblo de Chile y el pueblo mapuche están íntimamente unidos, no solo porque porque tengamos adversarios en común, sino porque tenemos ancestros en común y eso es lo que hay que recuperar para darle a Chile: lo que lo que uno tiene, que es una identidad de su propia raíz. Y eso es muy importante hoy día, porque uno no saca nada con cambiar autoridades políticas, si no hay un cambio cultural, en la forma de hacer política, en la relación entre la persona, la naturaleza y el Estado, y la relación entre las personas. Y en eso la sabiduría ancestral mapuche tiene mucho, mucho que entregar, porque la humanidad, el 99% del tiempo de la humanidad, ha sido tribal. Menos del 1% han sido en Estados modernos, entonces, tenemos mucho más en común en el orden tribal.
-Eres el primer candidato mapuche que logra inscribir oficialmente una candidatura presidencial. Eso ya es histórico. ¿Te ves entrando en La Moneda?
-Esa imagen ha quedado en nuestra retina desde que Lautaro intentó llegar a la capital del reino y lo traicionaron en Talca. Él decía que, mientras no se llegara a la capital del reino, no se iba a resolver la controversia y la violencia. Yo siento que Lautaro, hace 480 años, tenía razón. O sea, es necesario llegar a la capital del reino para ponerla al servicio de quienes han sido históricamente excluidos desde su propio país, para que no se sienta el extranjero en su propia tierra, y por eso me veo en esta carrera presidencial, que es para recuperar lo que es nuestro y para que, por primera vez en la historia, tengamos personas del Chile excluido, del Chile postergado, del Chile mestizo.