Resulta incomprensible el tono de las acusaciones de altas autoridades argentinas, incluyendo a su presidente y canciller, ampliamente difundidas por medios transandinos. Probablemente motivados por asuntos de política interna, se acusa que Chile se está “apropiando de una parte de su plataforma continental” y vulnerando el TPA, al fijar los límites de la plataforma continental chilena al sur del Cabo de Hornos. Esto es muy grave. Desde el conflicto del Beagle de 1978 que no veíamos un lenguaje tan agresivo e inamistoso por parte de los gobiernos argentinos, procurando, con ello, pasar de victimarios a víctimas, no obstante sus reiteradas embestidas. Una estrategia más vieja que el hilo negro. “No hay mejor defensa que un buen ataque”, dice un antiguo proverbio jurídico.
La reacción del Gobierno del presidente de Argentina, Alberto Fernández, frente a las recientes medidas limítrofes adoptadas por el Estado de Chile, no debe sorprendernos. Desde el año 2009 que los gobiernos kirchneristas vienen impulsando una estrategia de expansionismo territorial y marítimo en el Mar Austral y la Antártica, a través de la extensión unilateral de su plataforma continental, que Chile rechazó y declaró inoponible reiteradamente.
Pero lo que sí resulta incomprensible es el tono de las acusaciones de altas autoridades argentinas, incluyendo a su presidente y canciller, ampliamente difundidas por medios transandinos. Probablemente motivados por asuntos de política interna, se acusa que Chile se está “apropiando de una parte de su plataforma continental” y vulnerando el TPA, al fijar los límites de la plataforma continental chilena al sur del Cabo de Hornos. Esto es muy grave. Desde el conflicto del Beagle de 1978 que no veíamos un lenguaje tan agresivo e inamistoso por parte de los gobiernos argentinos, procurando, con ello, pasar de victimarios a víctimas, no obstante sus reiteradas embestidas. Una estrategia más vieja que el hilo negro. “No hay mejor defensa que un buen ataque”, dice un antiguo proverbio jurídico.
El Gobierno chileno ha dicho que está abierto a buscar el diálogo con el Gobierno argentino para llegar a una solución a este problema de superposición parcial de sus plataformas continentales en el Mar Austral. Para justificarlo, incluso se cita al presidente Fernández, quien habría dicho que ante una diferencia “nos sentamos, lo charlamos y lo resolvemos”. Pero cuidado con “pisar el palito”. Estas expresiones del presidente argentino no son casuales. Con ellas se busca generar un espacio de negociación bilateral donde el Gobierno chileno debe ser extremadamente firme. Fresca está la última embestida argentina, de apelar a un “control compartido” en territorios australes chilenos a través de su Política de Defensa Nacional, que obligó al gobierno de Fernández a retractarse ante el oportuno reclamo chileno.
El diálogo es fundamental para resolver las diferencias entre ambas naciones, pero ¿será posible dialogar con un Gobierno que nos ha acusado de “apropiación”? Considerando que el problema limítrofe de Campo de Hielo Sur sigue pendiente, cualquier mecanismo de diálogo con el Gobierno argentino no puede convertirse en una negociación territorial, pues ello conlleva el peligro de terminar haciendo concesiones o canjes difícilmente explicables cuando los hechos y el derecho nos avalan. Y, en último término, tampoco hay que temerle a recurrir a otros mecanismos de solución de controversias previstos por el TPA y el derecho internacional, en especial cuando la posición chilena es sólida.
Solo cabe reconocer y agradecer al Estado de Chile por haber dado este significativo paso en la defensa de los intereses geopolíticos, territoriales y marítimos en la zona austral, largamente esperado por la opinión pública chilena. Hoy los chilenos debemos estar más unidos que nunca ante una controversia ya instalada. Aún quedan pendientes pasos importantes para seguir consolidando los intereses soberanos de nuestro país, pero las últimas medidas adoptadas por el Gobierno nos renuevan el optimismo y esperanza.