Para el miembro del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores (DGAP) y considerado experto en los Cambios de Instituciones Políticas en América Latina, el candidato del Frente Social Cristiano «no es ni Trump ni Bolsonaro. Le falta el elemento polémico y eso tampoco corresponde al temperamento chileno. Al final, formaría un Gobierno conservador ‘normal’ y limitado en sus posibilidades con la mayoría existente. No veo que Pinochet vuelva al poder ni que el fascismo se levante en Chile», agrega. En su opinión, un eventual Gobierno de José Antonio Kast sería más bien una mezcla de Lasso en Ecuador y Lacalle en Uruguay. Para el experto en Latinoamérica, en el caso de que J. A. Kast quisiera imprimir un sello con políticas extremas, la propia Convención Constitucional jugaría como «un elemento de contención». «Si, por ejemplo, Kast se mueve demasiado en una dirección, podría haber una movilización a favor de la reforma constitucional en contra y, con una nueva Constitución, también podría haber nuevas elecciones».
Detlef Nolte es uno de los analistas más destacados para hablar de política latinoamericana en Alemania. Para él, el resultado de las elecciones presidenciales no fue inesperado.
Miembro del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores (DGAP, por sus siglas en alemán), exdirector del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos (2006-2018) y experto en los Cambios de Instituciones Políticas en América Latina, desdramatiza la figura de José Antonio Kast como nazi. Para el experto, el líder del Partido Republicano sería apenas «un conservador».
-De su mirada desde afuera, ¿le sorprendió el resultado de las elecciones en primera vuelta?
-Hay que diferenciar: para un observador externo, el resultado fue ciertamente sorprendente. Por otro lado, quien ha seguido un poco más de cerca las noticias de las últimas semanas, no es ninguna sorpresa. Al fin y al cabo, es uno de los pocos resultados electorales de los últimos años en los que las encuestas han acertado.
Pero sigue siendo interesante que en mayo unas tres cuartas partes no votaran a la derecha, sino a la izquierda, y que ahora el candidato de la ultraderecha estuviera por delante, aunque por un estrecho margen.
Sin embargo, también hay que señalar que los partidos conservadores obtuvieron buenos resultados en las elecciones parlamentarias. Defendieron su base de 35-40%. Se pensó que tras las protestas sociales y después de las elecciones de la Convención Constitucional, la derecha iba a desaparecer. Y ese fue no fue el caso, fueron solo observaciones instantáneas.
Pero las elecciones también demostraron que hay que salir de la burbuja política. Muchos conocidos míos de la «burbuja de Boric» estaban bastante asombrados. Allí es necesaria la autocrítica. Hay que preguntarse por qué no consiguieron más votos.
-¿Fue una equivocación pensar que todos los votantes que votaron «Apruebo» eran de izquierda?
-A menudo, tras las movilizaciones masivas, especialmente de la izquierda, se produce un «backlash» (una reacción). La mayoría –o minoría– silenciosa aparece. Y así es ahora en Chile. Pero no lo veo dramático. No es que el fascismo pueda llegar al poder. Pero habría un Gobierno conservador.
Creo además que desde el estallido social los problemas han cambiado. Si se mira la encuesta del CEP de agosto, por ejemplo, se puede ver que la gente está preocupada por la delincuencia en primer lugar. Y cuando se trata de ley y orden, la derecha siempre está en ventaja. Este no es solo el caso de Chile. En la Constituyente, muchos votantes querían sobre todo mejoras sociales, por ejemplo, mejores pensiones. Ahora bien, estoy seguro de que muchos votaron a Kast porque defiende la ley y el orden. Esto no es una contradicción con las mejoras sociales.
En Alemania, incluso el Partido Verde (considerado como centroizquierda) ha aprendido que el campo temático de la seguridad interior no debe dejarse siempre en manos de la derecha. Se podría también hacer una política inteligente de izquierda con respecto a la seguridad, ¡pero hay que tocar el tema! Y no prometer una amnistía incluso para autores de la violencia.
-En los últimos eventos de campaña, Kast habló mucho de «vivienda digna» y «jubilación digna» para buscar votos del centro. ¿ Usted dónde lo ubica a Kast?
-Una nota de pie de página: «Dignidad» también fue lema de la campaña de los socialdemócratas en Alemania en las últimas elecciones. Esto aparentemente funciona desde diferentes espectros políticos.
Por supuesto, también hay que preguntarse quién hizo la mejor campaña electoral. Kast ha sabido interpretar muy bien el tema de la «ley y el orden». Y el hecho de que Kast haga política popular es tradicional para la derecha chilena. Además, la UDI siempre ha tenido muchos votantes en los barrios socialmente más débiles.
No es que los pobres voten automáticamente a la izquierda. A veces también favorecen un derecho paternalista. Y también quieren simplemente seguridad. El comerciante pobre sufre la delincuencia tanto como alguien de clase media.
Kast es ciertamente un político moralmente conservador, lo que tradicionalmente era la UDI. No está más a la derecha de la UDI, es tan de derecha como la UDI. Y lo sabe: si quieres ganar elecciones, tienes que buscar votos en el centro.
Lo que me impresionó mucho fueron los discursos de los candidatos después de las elecciones. Kast fue mucho más inteligente. También se dirigió a los que no le votaron, por ejemplo, los democratacristianos. Por su parte, Boric se dirigió a sus principales votantes con temas como los derechos de la mujer y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero esto no gana elecciones, solo va dirigido a sus partidarios.
-Kast también ha buscado discursivamente distanciarse de la casta política y económica del poder en Chile, aunque proviene precisamente de ella.
-Definitivamente, Kast ha conseguido mejorar su imagen. Aún en agosto, una gran mayoría dijo que «definitivamente no» le votaría. Eso es notable, hubo una campaña electoral muy estratégica. Pero también era el momento adecuado para este cambio de imagen. En Alemania, el candidato a canciller, Scholz, no recibió el mayor apoyo porque fuera un candidato especialmente bueno, sino porque la competencia era débil. La segunda vuelta de las elecciones también tendrá que ver con quién genera menos rechazo entre los votantes.
-¿Qué ofrece Kast? ¿Una contrarrevolución? ¿Una restauración conservadora?
-Kast recibió el 28 % de los votos. Ese es ahora su núcleo de seguidores. Si ahora gana con más del 50 %, al final también le votarán personas que no necesariamente comparten sus objetivos fundamentales. Creo que para muchos representa la «vuelta a los buenos tiempos». Ha dicho que no quiere gravar a las empresas y que se centra en el crecimiento económico. Por supuesto, es cultural y moralmente conservador. Pero hay muchas cosas que no puede deshacer, necesitaría mayorías en el Parlamento para ello. Pero el discurso puede volverse más conservador.
Su política exterior se guiará por la de Estados Unidos y la de otros presidentes conservadores de América Latina. Pero creo que sus posibilidades de iniciar un cambio cultural son limitadas, no tiene la mayoría en el Parlamento para ello. Con suerte, podrá reunir una escasa mayoría.
-En Colombia, el Gobierno ultraconservador de Iván Duque está boicoteando el proceso de paz progresista o, al menos, poniéndoles trabas a sus instituciones. ¿Sería posible algo comparable entre un Presidente Kast y el camino iniciado hacia una nueva Constitución?
-Si se intentara convertir la Constituyente en una especie de segundo Parlamento, seguramente habría enfrentamientos (bajo un Presidente Kast). Y la Constituyente saldría perdiendo.
Si entonces se elabora una nueva Constitución, Kast puede, por supuesto, movilizar sus seguidores en contra de ella en el plebiscito, diciendo que trae inseguridad económica. «Libertad o comunismo», como lo hace ahora, advirtiendo que una nueva Constitución convertiría a Chile en Venezuela. Lo que es obviamente una tontería.
Así que existe el riesgo de que el referéndum sobre una nueva Constitución sea una cuestión entre los polos de «derecha» e «izquierda», o a favor o en contra del Gobierno.
-¿A qué sería comparable un Gobierno de Kast a nivel internacional?
-No es ni Trump ni Bolsonaro. Le falta el elemento polémico y eso tampoco corresponde al temperamento chileno. Al final, formaría un Gobierno conservador «normal» y limitado en sus posibilidades con la mayoría existente. No veo que Pinochet vuelva al poder ni que el fascismo se levante en Chile.
Después de todo, él mismo tuvo que distanciarse un poco de este pasado durante la campaña electoral. Esto demuestra que no se pueden ganar elecciones solo con «Pinochet».
Espero un Gobierno conservador que sea una mezcla de Lasso en Ecuador y Lacalle en Uruguay, que también se llevaría bien con Bolsonaro en Brasil, si bien es posible que pronto termine su mandato. Para los europeos, Kast sería un socio negociador más cómodo que Boric, pensando por ejemplo en inversiones extranjeras en una licitación privada del litio. Mientras que a nivel interno no haga mayores travesuras, en Europa le iría bien.
-Pero ¿tienen que preocuparse por su programa los activistas de los derechos de la mujer o los y las homosexuales?
-Kast tendría que cambiar las leyes para ello. Desde luego, no introducirá leyes progresistas. Pero creo, por ejemplo, que ahora hay muchos en la derecha chilena que están a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. Hay una derecha secular, económicamente liberal, y luego la derecha conservadora de valores. Y las mayorías no son en absoluto suficientes.
Además, la asamblea constituyente es también un elemento de contención. Si, por ejemplo, Kast se mueve demasiado en una dirección, podría haber una movilización a favor de la reforma constitucional en contra y, con una nueva Constitución, también podría haber nuevas elecciones.
Así que es un buen control político. Por un lado, hay que tener cuidado de que la asamblea constituyente no se nos vaya de las manos, pero al mismo tiempo surge un sistema de «checks and balances» (controles y equilibrios).
-¿Y se resolverán las demandas del estallido social en este campo de tensión entre una asamblea constituyente progresista y un gobierno conservador de derechas?
-Sin duda, se consagrarán más derechos sociales en la Constitución. Pero en comparación con muchos conocidos chilenos, siempre fui muy escéptico en cuanto a la conveniencia de apostar todo a esta asamblea constituyente. Desgraciadamente, en América Latina existe la creencia de que una nueva Constitución traerá el paraíso a la tierra.
Creo que las demandas de cambio en la seguridad social también tienen importancia en el campo electoral de Kast, al menos dentro de los votantes de estratos más bajos. Por lo tanto, si la nueva Constitución hace hincapié en este perfil de más justicia social y prestaciones sociales, también será difícil que la derecha se movilice en favor de un rechazo. Entonces, una parte de su electorado no lo acompañará.
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Detlef Nolte es miembro del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores (DGAP, por sus siglas en alemán) y exdirector del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos (2006-2018). Es considerado experto en los Cambios de Instituciones Políticas en América Latina. Escribe en www.latinoamerica21.com