Uno en el centro de Santiago y el otro en Las Condes, ambos pusieron a la mujer dentro de sus ejes centrales, uno para reforzar su fuerte y el otro para intentar cerrar una de sus máximas debilidades. Los dos, además, se dieron el tiempo para hablarle a la ex Concertación y también a su núcleo más duro. Todo en una jornada marcada por la muerte de la viuda del dictador Augusto Pinochet, Lucía Hiriart, hecho que Gabriel Boric aprovechó para hablarles a las víctimas de la dictadura y motejar a su adversario como el «candidato de Gobierno y del pinochetismo», mientras José Antonio Kast, atrapado por su pasado como defensor de la dictadura, optó por hacer lo mismo que hizo con el diputado Johannes Kaiser y con el abogado Raúl Meza –que en un reportaje evidenció gestiones del propio candidato del Frente Social Cristiano para que se indultase a criminales de lesa humanidad, como Miguel Krassnoff–, vale decir, alejarse de su figura, desconociendo cualquier tipo de cercanía con ella y su familia.
Fue comentario en ambos comandos. La notica que daba por fallecida a la viuda del dictador Augusto Pinochet, Lucía Hiriart, a dos días de las elecciones y a horas del cierre oficial de campañas, sentó a las cabezas pensantes de ambos bandos para ver cómo salían al paso de un hecho del que tenían que hacerse cargo sí o sí, para bien o para mal.
Lo primero que se supo fue sobre un comunicado que se hizo viral para los adherentes de Apruebo Dignidad, donde se llamaba a no darle el gusto al pinochetismo: “Qué más quisieran (…), que vincular nuestra campaña con actos de violencia y desorden”. Al mismo tiempo, y con escaso margen de maniobra, José Antonio Kast tenía agendada una entrevista con el conglomerado radial IARC, donde no tenía posibilidades de escabullirse del tema.
En el caso de Kast, la disyuntiva pasó por lo siguiente: de qué forma se hacía cargo de un sector, como lo es el corazón de su Partido Republicano, pinochetista, siendo él mismo un reconocido defensor de la “obra del gobierno militar” –que solo al último llamó dictadura– y, al mismo tiempo, seguir con su estrategia de intentar convencer al electorado más moderado. Finalmente, y al igual como lo hizo con el diputado Johannes Kaiser y con el abogado Raúl Meza –que en un reportaje evidenció gestiones del propio Kast para que se indultase a presos de Punta Peuco, entre ellos, Miguel Krassnoff–, se alejó de su figura, desconociendo cualquier tipo de cercanía con ella y su familia.
En ese sentido, y ante la pregunta sobre si asistiría a su funeral, el ex-UDI, respondió que “es un funeral privado, los funerales privados son para familiares cercanos. Yo no conocí a la señora Lucía Hiriart, yo no soy cercano a la familia”. Rápidamente comenzaron a circular, a través de las redes, distintas entrevistas donde defendía el trabajo realizado por la dictadura, donde se destacaba la cuña que decía que “si Pinochet estuviera acá, se tomaría un café conmigo en La Moneda”. O cuando el alcalde de Conchalí quiso quitarle el título de hija ilustre a la viuda del exdictador, y el propio exdiputado salía criticando la decisión. Finalmente, dieron por cerrado el tema y no tuvo ninguna mención en el cierre de campaña oficial. Lo que se entendía que, en esta ocasión, no rentaba.
En la vereda de enfrente, si bien lo que más preocupaba es que quienes salieron a manifestarse a la denominada Plaza de la Dignidad no generaran destrozos y, menos, enfrentamientos con Carabineros –para que no pudiesen ser usados como contracampaña–, finalmente se decidieron por abordar el tema en dos frentes.
Primero, a través de un tuit del candidato de Apruebo Dignidad, a minutos de subirse al escenario ubicado en Plaza Almagro, y que señalaba que “Lucía Hiriart muere en impunidad pese al profundo dolor y división que causó a nuestro país. Mis respetos a las víctimas de la dictadura de la que fue parte. No celebro ni la impunidad ni la muerte, trabajamos por la justicia y la vida digna, sin caer en provocaciones ni violencia”. Pero no fue lo único, su apertura frente a quienes lo acompañaron al cierre de campaña fue también basada en la exviuda del dictador, donde se ciñó al mismo guión que en las redes. De esta manera, le habló a un arco amplio de sus adherentes, pasando desde los más duros hasta el centro antipinochetista, que –dibujado en partidos políticos– llega hasta una mayoría DC.
Una vez el cubierto punto de la muerte de Lucía Hiriart, cada uno se concentró en buscar, a través de su discurso, cerrar los flancos que los acompañaron durante toda su campaña y reforzar los fuertes, los bolsones de votos con los que se supone cuentan como garantía.
En el caso del candidato del Frente Social Cristiano, comenzó su alocución haciendo subir al escenario a varias mujeres que trabajaron codo a codo en la campaña, como Paula Daza, Evelyn Matthei, Marcela Sabat, entre otras. El fin, intentar dar vuelta el escenario que señala que el voto femenino se lo estaría llevando Gabriel Boric. Esto principalmente porque, en su primer programa de gobierno, se proponía cerrar el Ministerio de la Mujer. Además, ofrecía beneficios sociales a las mujeres que estuviesen casadas, o la obligación de no abortar a jóvenes que hubiesen sido violadas. Todo fue borrado con el codo en su nuevo plan de gobierno e intentó, a través de las imágenes, mostrarse siempre trabajando con una pulsera en favor de las mujeres, o un discurso que señalaba que esta era la candidatura que más oportunidades les iba a entregar.
En segundo término, el refuerzo, habló de La Araucanía, de sus actividades en Temuco, y de cómo nadie creía que iban a llegar hasta donde lo hicieron. Se sabe, aquella región ha sido históricamente votante de la derecha. En ese instante, repitió el guión que ha venido desarrollando desde la primera vuelta, insertando conceptos como violencia, comunismo, orden y paz, además de libertad. Aquello, al igual que cada una de sus intervenciones, cruzó todo el discurso.
En el caso de Gabriel Boric, las mujeres también fueron pilares del inicio de su discurso, en este caso, para reforzar el voto femenino que varios estudios han situado a su favor. En la ocasión, indicó que “no podemos aceptar una candidatura que usa a la mujer como herramienta para hacer política de la forma más baja (…), un candidato que quiere obligar a una mujer violada a ser madre. Les decimos que no, que no pasarán”, destacando en esa línea al movimiento feminista.
Luego, pasó al flanco del sistema de pensiones, donde sus asesores han tenido un discurso y el candidato otro, sin haber podido despejar meridianamente, durante toda la campaña, si los ahorros serán o no heredables. A eso se suma que, en el último debate, el propio Boric retrocedió respecto de su discurso de «no más AFP», señalando que las personas estaban primero y que había que conversar con todos, una posición que volvió a su cauce natural durante su intervención en el cierre de campaña.
Ambos candidatos intentaron a través del discurso presentarse ante el votante más moderado como una alternativa factible. Así, en el caso de Boric, fue tema el que nuevamente haya dejado atrás el “compañeras y compañeros” –que tanto le criticaron luego de su discurso una vez finalizada la primera vuelta–, refiriéndose a los
«compatriotas». En el caso de Kast, este intentó cambiar la percepción de un candidato discriminador a uno que encarnaba el respeto a la diversidad. Esto, a pesar de sus ya reconocidas declaraciones donde habla de la «dictadura gay» o la «dictadura de género», o cuando cuestionó a La Moneda y al mismo Joaquín Lavín por darle espacio a la bandera LGTBI, entre otras.
Ambos le hablaron a la ex Concertación, en el caso del abanderado de Apruebo Dignidad con mucha más facilidad, ya que todos los partidos que la conformaron entregaron su respaldo en la segunda vuelta, independientemente de que la DC señalase que sería oposición a su eventual Gobierno. En el caso del representante del Frente Social Cristiano, saludó a la Democracia Cristiana, principalmente a los exmiembros expulsados del partido luego de declararse partidarios de su candidatura. En el Parque Araucano se pudo ver a Zaldívar Palma, hijo del exdirigente falangista Adolfo Zaldívar, con banderas de su expartido.