Existe un diagnóstico generalizado (político y también académico) de que la arquitectura institucional de la Constitución de 1980 es la razón de muchos problemas que estallaron en octubre de 2019. Instituciones como senadores designados, el sistema binominal, leyes de quórum calificado, Tribunal Constitucional, entre otras, hicieron que las mayorías sociales no se pudieran transformar en mayorías políticas y, luego, en reformas que satisficieran las demandas populares. Esto no solo generó que problemas sociales fuesen desatendidos, sino que partidos actuaran de manera cada vez más desconectada de la sociedad, llevando a una desconfianza institucional generalizada, baja participación política y una crisis de representación.
En 1968, el sociólogo estadounidense Arthur Stinchcombe introdujo una influyente manera de pensar las causas en ciencias sociales, distinguiendo entre causas históricas y causas constantes. Las primeras son aquellas en que el efecto se mantiene y se reproduce incluso una vez desaparecida la causa que le dio origen. Las segundas actúan de manera continua en el tiempo.
Esta distinción resulta útil para entender el debate en la Convención Constitucional respecto al sistema político. Existe un diagnóstico generalizado (político y también académico) de que la arquitectura institucional de la Constitución de 1980 es la razón de muchos problemas que estallaron en octubre de 2019. Instituciones como senadores designados, el sistema binominal, leyes de quórum calificado, Tribunal Constitucional, entre otras, hicieron que las mayorías sociales no se pudieran transformar en mayorías políticas y, luego, en reformas que satisficieran las demandas populares. Esto no solo generó que problemas sociales fuesen desatendidos, sino que partidos actuaran de manera cada vez más desconectada de la sociedad, llevando a una desconfianza institucional generalizada, baja participación política y una crisis de representación.
Diversos colectivos de izquierda parecen entender estos factores como causas constantes. Siguiendo la lógica de las causas constantes, se argumenta que eliminando contrapesos en la toma decisiones (unicameralismo), introduciendo figuras de un semiparlamentarismo como un(a) Ministro(a) de Gobierno, o permitiendo que movimientos sociales compitan en elecciones, entre otras propuestas –instituciones todas en las antípodas de las diseñadas por Jaime Guzmán– facilitarían la construcción de mayorías políticas con un eventual reencantamiento de la sociedad con la política y sus instituciones. En otras palabras, al desaparecer las instituciones políticas de las últimas décadas, se iniciaría el camino a una nueva y mejor política.
Compartiendo el diagnóstico de que instituciones jugaron un rol importante (aunque de ninguna manera exclusivo) en los problemas identificados arriba, yo entiendo las instituciones heredadas de la dictadura como causas históricas, lo que quiere decir que los efectos que estas tuvieron en las primeras décadas tras la transición no van a desaparecer por que se elimine la causa de origen. De hecho, el fin de los senadores y del binominal –sobre los que se derramaron litros de tinta como elementos centrales de esta arquitectura institucional– no han cambiado sustantivamente la relación entre sociedad y política.
Pensar en causas históricas permite despegarse de la idea de que hay que cambiar todo y se pueden ver con mayor claridad los problemas que propuestas sobre unicameralismo, semipresidencialismo (aunque sin ese nombre), movimientos sociales o límites más estrictos a la reelección pueden generar, efectos que han sido ampliamente advertidos por expertos y expertas: debilitamiento de partidos políticos, aumento de fragmentación, posibilidad de concentración del poder con consecuente debilitamiento institucional, entre otras.
La Comisión de Sistema Político ha estado trabajando intensamente para llegar a un acuerdo que parece estar acercando posturas. De todas maneras, resulta importante el ejercicio de entender de dónde surgen las distintas propuestas y los distintos diagnósticos en que se basan, para comprender por qué ha costado tanto llegar a un acuerdo.