Este enfoque puede no ser del todo atractivo para los líderes occidentales. Pero la alternativa es cruda. Miles de ucranianos y rusos muertos. Viudas y niños que han huido sin poder regresar a Ucrania. Armas biológicas y nucleares rusas en las fronteras de la OTAN. Y la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. Usar la voz de la imparcialidad, el respeto y la comprensión puede abrir la oportunidad para que Rusia recupere un sentido de dignidad. El respeto abre puertas, las amenazas las cierran.
Hoy, 9 de mayo, Rusia celebrará el Día de la Victoria, la victoria sobre la Alemania nazi en 1945, con un gran desfile militar en recuerdo de quienes dieron su vida para lograr ese triunfo. Vladímir Putin ha utilizado esto antes, como una oportunidad para reforzar su propia imagen como un líder poderoso que fortalece a su nación con las glorias pasadas a través de la fuerza militar.
Obviamente, Putin esperaba poder concluir la guerra en Ucrania a tiempo para celebrar el 9 de mayo. Ahora se teme que lo utilice para lanzar una escalada ofensiva.
En Business Plan for Peace sabemos, gracias a 40 años trabajando con quienes han gestionado conflictos agudos en las partes más peligrosas del planeta, que los actos extremos de violencia suelen estar motivados por la humillación. También sabemos que el antídoto más rápido y eficaz contra la humillación es el respeto. El respeto permitió que la tragedia de Darfur en Sudán fuera resuelta por Kofi Annan. El respeto permitió a Nelson Mandela sumar a los refugiados del Congreso Nacional Africano que regresaban del Reino Unido armados y listos para una Guerra Civil, negociar la paz con el gobierno del Apartheid y emerger como el nuevo presidente de una Sudáfrica multirracial.
Un factor clave de este conflicto, como de tantos otros a lo largo y ancho del mundo, es el sentimiento de humillación. Ahora está bastante claro que el presidente Putin se vio impulsado a invadir y conquistar Ucrania por una profunda humillación.
Se sintió profundamente humillado por el colapso de la Unión Soviética al final de la Guerra Fría; con el acceso de Polonia, Hungría y la República Checa a la OTAN en 1999, en medio de una fuerte oposición rusa; y la subsecuente pérdida de las antiguas repúblicas soviéticas, Estonia, Bulgaria, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia, quienes también se unieron a la OTAN en 2004, lo que se sumó a la humillación que ya sentía el líder ruso.
Para poder avanzar en este conflicto cada vez más violento, debemos ir más allá de la mentalidad binaria: “Nosotros tenemos la razón y tú estás equivocado”, que solo puede resolverse peleando. La ruta alternativa es la comprensión. Esto significa estar abierto a la complejidad, insistiendo en escuchar profundamente y ser capaces de dar testimonio de ambos lados. Pues en el entendimiento es más posible construir los puentes y frágiles cimientos del acuerdo.
Nosotros vemos a la OTAN como una alianza defensiva, pero los rusos ven los misiles colocados en Rumania como agresivos. En la Rusia actual, la OTAN se percibe como extremadamente poderosa y amenazante. Para que los líderes rusos y de la OTAN se reúnan de manera fructífera, será útil que la OTAN comprenda ese desequilibrio de poder percibido y considere lo siguiente:
• Hacer un reconocimiento de cómo Rusia ayudó a salvar a Europa en la Segunda Guerra Mundial. Rusia podría recibir agradecimiento por el sacrificio de más de 20 millones de vidas civiles y militares.
• Reconocer cuán amenazante debe haber sido para la Unión Soviética perder a Polonia, Hungría y la República Checa al acceder a la NATO en 1999.
• Comprender la pérdida, desde la perspectiva de Moscú, al integrarse Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia a la OTAN en 2004.
Este enfoque puede no ser del todo atractivo para los líderes occidentales. Pero la alternativa es cruda. Miles de ucranianos y rusos muertos. Viudas y niños que han huido sin poder regresar a Ucrania. Armas biológicas y nucleares rusas en las fronteras de la OTAN. Y la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. Usar la voz de la imparcialidad, el respeto y la comprensión puede abrir la oportunidad para que Rusia recupere un sentido de dignidad. El respeto abre puertas, las amenazas las cierran.
Mientras tanto, los integrantes de la sociedad civil nos preguntamos: ¿y qué podemos hacer nosotros? El antídoto para la humillación es el respeto y la conexión humana. Al abrir nuestros corazones unos a otros, la humanidad puede avanzar hacia un mundo más respetuoso e interconectado, emocionalmente estable y centrado en el corazón.
Gracias al Instituto HeartMath hoy sabemos que la meditación puede influir en los conflictos sociales y en las guerras. Aquí un ejemplo: durante el punto más álgido de la guerra entre Israel y el Líbano en la década de 1980, se pidió a meditadores experimentados en Jerusalén, Yugoslavia y Estados Unidos que meditaran en el área a intervalos durante un periodo de 27 meses. Los investigadores calcularon que los niveles de violencia en el Líbano disminuyeron entre un 40 % y un 80 % cada vez que se organizaba un grupo de meditación. Y las mayores reducciones ocurrían cuando el número de meditadores era mayor. Durante estos períodos, el número promedio de personas muertas durante la guerra, por día, se redujo de 12 a 3, una disminución de más del 70%.
En este día 9 de mayo y posteriores, los invito a profundizar en sus meditaciones y a tener en su corazón a Putin, a los líderes rusos, y a otros agresores de todo el mundo. Es probable que este ejercicio no sea fácil. Nuestros propios sentimientos de ira por sus acciones pueden ser abrumadores. Pero si nos preguntamos: ¿qué se necesita para sanar los agravios que impulsan estos devastadores conflictos? La respuesta es que se necesita de la compasión de nuestros corazones para llegar hasta ellos y derretir el hielo que actualmente atrapa los suyos.
Envío este mensaje a los chilenos a título personal. Si lo desea, compártalo como suyo en sus plataformas y no dude en contactar a líderes de la sociedad civil y personalidades en quienes usted confía, para enviar esta invitación a meditar en sus redes. Y por favor hágalo rápido.