El Ministerio de Hacienda proyectó que la economía chilena, entre los años 2022 y 2025, tendrá apenas un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en torno al 2%. Peor aún, muchos economistas ya están advirtiendo que dicho escenario de escaso crecimiento es muy probable que se tenga que ajustar incluso a la baja, haciendo posible que el crecimiento promedio del país durante el ciclo del nuevo Gobierno termine más cercano al 1,5%. Incluso, el Banco Central a inicios de año ya advertía que, durante el 2022, Chile va a experimentar un crecimiento económico de entre 1,5% – 2,5%, y un rango incluso menor, de 0% a 1% en 2023. Lo que dejaría a la economía chilena, el próximo año, al borde de una recesión económica, y de facto entrando en un periodo macroeconómico de estanflación.
Todos sabemos que hoy Chile posee varios problemas de distinta índole: tenemos problemas serios de convivencia cívica, violencia exacerbada, narcotráfico, problemas hídricos, y un sinfín de etcéteras. Pero, quizás, el problema más agudo y menos discutido en el país es el tema del crecimiento económico. Ya, a estas alturas, el problema del crecimiento económico se ha convertido en el gran elefante en la habitación que nos incomoda a todos, pues nos hemos hecho los tontos respecto a este tema por al menos una década. Pues bien, el problema del escaso crecimiento económico, que se viene arrastrando desde el 2014 aproximadamente, va a impactar considerablemente al nuevo Gobierno del Presidente Gabriel Boric, debido al contexto macroeconómico negativo en el cual se va a insertar dicho escaso crecimiento.
De hecho, en el último Informe de Finanzas Públicas del primer trimestre del 2022, el Ministerio de Hacienda proyectó que la economía chilena, entre los años 2022 y 2025, tendrá apenas un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en torno al 2%. Peor aún, muchos economistas ya están advirtiendo que dicho escenario de escaso crecimiento es muy probable que se tenga que ajustar incluso a la baja, haciendo posible que el crecimiento promedio del país durante el ciclo del nuevo Gobierno termine más cercano al 1,5%. Incluso, el Banco Central a inicios de año ya advertía que, durante el 2022, Chile va a experimentar un crecimiento económico de entre 1,5% – 2,5%, y un rango incluso menor, de 0% a 1% en 2023. Lo que dejaría a la economía chilena el próximo año al borde de una recesión económica, y de facto entrando en un periodo macroeconómico de estanflación.
Ante este posible escenario de estanflación, cabe advertir que la inflación nacional ya en abril del 2022 era de un 9,4% anual, y el Banco Central estima que dicha inflación se mantenga bastante alta durante todo el 2023, para empezar a descender gradualmente y llegar al ansiado 3% solo a mediados del 2024 (IPoM de marzo). Es más, hay estudios (ver aquí) que estiman que el 81% de la aceleración inflacionaria se explica por razones internas de la economía chilena, debido principalmente a los retiros de los fondos previsionales, y no producto de los problemas externos de las cadenas globales interrumpidas por la pandemia. Es más, nuestra inflación actual es la más alta experimentada en los últimos 13 años y, de hecho, nos ubica dentro de las economías latinoamericanas que han generado más inflación en los últimos años (ver aquí), superando a México (7,45%) y Colombia (8,43%), entre otros. En simple, gracias a la seguidilla de retiros de las AFP, nos hemos disparado en los pies y le hemos tirado gasolina inflacionaria al incendio que ya teníamos de escaso crecimiento económico.
De esta manera, el camino macroeconómico para el Gobierno del Presidente Boric, durante el ciclo 2022-2025, no se ve para nada auspicioso, ya que va a ser un periodo marcado por: 1) alta inflación, que se traduce en altos precios de bienes esenciales como el aceite y altos costos de la vida para la clase media y las personas menos acomodadas; 2) altísimas tasas de interés, con el objetivo de frenar dicha inflación, que se traducen luego en problemas de acceso al crédito para las pymes, problemas de acceso al crédito de consumo y serios problemas de financiamiento para los créditos hipotecarios de la clase media; y 3) un escaso crecimiento económico que nos tendrá creciendo casi a un 0% en el 2023.
En síntesis, al promediar el periodo 2022-2025, el Informe de Finanzas Públicas de Hacienda arroja un crecimiento económico promedio para el Gobierno de Boric de un magro 1,97% del PIB. De concretarse este pronóstico de Hacienda, es posible que el ciclo del actual Mandatario se convierta en el segundo periodo de menor crecimiento económico desde 1990, siendo superado solo por el pobre y escaso crecimiento económico que promedió Michelle Bachelet 2 (expansión promedio de un 1,8%).
Cabe mencionar que el crecimiento económico promedio que registró cada Presidente de Chile desde el retorno a la democracia ha sido el siguiente: 1) Patricio Aylwin logró una expansión promedio de 7,4%; 2) Eduardo Frei Ruiz-Tagle registró un 5,5%; 3) Ricardo Lagos concluyó con un 4,8%; 4) el primer ciclo de Bachelet terminó con un 3,5%; 5) Piñera 1 registró un promedio de 5,4%; 6) Bachelet 2 finalizó con un 1,8%; y finalmente, 7) Piñera 2 con un 2,6% promedio anual. Ahora bien, si somos levemente menos optimistas que el Ministerio de Hacienda y seguimos las proyecciones de otros economistas (ver aquí), es posible que el promedio de crecimiento de Boric se sitúe en torno al 1,5%, convirtiéndolo, quizás, en el peor promedio de crecimiento de los últimos 35 años.
Este pobre escenario económico es sin duda complicado para el país, ya que exacerba y recrudece todos los otros problemas mencionados que tenemos, tanto sociales y de convivencia como políticos. En la medida en que como país no sepamos volver a tasas de crecimiento sostenidas en torno al 3%, todos los otros problemas, de delincuencia, violencia y de descontrol social que estamos sufriendo, se exacerbarán aún más y se nos hará imposible salir del lodo en el cual nos encontramos.
En la medida que la torta de la abundancia económica deje de crecer y, peor aún, esta comience a achicarse debido a la inflación, la falta de ahorros y altas tasas de interés, las lógicas extractivitas, el narcotráfico y las dinámicas violentas de extracción o de suma cero comenzarán a regir y permear todas nuestras interacciones sociales. Es sabido que este es el empujoncito final al declive de las naciones y a la podredumbre de nuestras interacciones sociales, camino que Chile ya está inadvertidamente emprendiendo y del cual nadie, ni siquiera el Presidente, pareciera preocuparse.