Para algunos economistas, el factor dominante es interno y proviene de la demanda, es decir, la masa de dinero liberada de los fondos de pensiones. Esta fue gastada en un consumo muy por encima de lo que el aparato industrial podía producir, de ahí la presión sobre los precios. Para otros, se trata de repetidos choques sobre la oferta, principalmente desde el exterior: primero, COVID y sus efectos en las cadenas de suministro; luego, el choque del petróleo y la energía; y ahora, el choque de los precios alimentarios, los dos últimos debidos a la guerra en Ucrania (Chile importa la mitad del trigo que consume). A esto hay que añadir la sequía ahora estructural que está azotando al país y cuyo efecto sobre los precios agrícolas y del agua todavía se subestima.
Una prioridad absoluta es bajar la inflación. Cuanto más sube y dura, más se enquista y más cuesta socialmente reducirla. ¿Como actuar? No hay buenas medidas si no empezamos con un diagnóstico correcto: ¿cuál es la fuente principal del choque inflacionario?
Para algunos economistas, el factor dominante es interno y proviene de la demanda, es decir, la masa de dinero liberada de los fondos de pensiones. Esta fue gastada en un consumo muy por encima de lo que el aparato industrial podía producir, de ahí la presión sobre los precios. Para otros, se trata de repetidos choques sobre la oferta, principalmente desde el exterior: primero, COVID y sus efectos en las cadenas de suministro; luego, el choque del petróleo y la energía; y ahora el choque de los precios alimentarios, los dos últimos debidos a la guerra en Ucrania (Chile importa la mitad del trigo que consume). A esto hay que añadir la sequía ahora estructural que está azotando al país y cuyo efecto sobre los precios agrícolas y del agua todavía se subestima.
Si pensamos que el exceso de demanda es el único culpable, la medida a tomar es subir las tasas de interés, lo que hizo el Banco Central con un aumento muy violento de casi ocho puntos en muy poco tiempo, una respuesta tanto política como técnica en el contexto de un doble cambio de presidente, del BC y de la República.
Por el contrario, ante un puro choque de oferta, subir las tasas de interés es inútil: no evitará que el precio del pan suba. Es incluso innecesariamente doloroso, ya que añade un choque recesivo al ya debilitado poder adquisitivo por los precios altos de la energía y los alimentos.
En este segundo caso, la política a seguir es hacer todo lo posible para evitar el anclaje inflacionario, es decir, una situación en la que la subida llama a la subida. Si creo que la inflación se mantendrá en el 8% en lugar del 3%, ajusto mi conducta y pido un salario más alto, o subo la lista de precios para mis clientes, etc. Por tanto, lo que hay que romper es el vínculo entre precios y costos.
No hay medidas aquí que sean agradables de tomar. Es necesario ser cautelosos con los aumentos salariales y elegir ayudas presupuestarias a los hogares. Se prefieren a menudo, porque son más focalizadas, la asignación de bonos o la reducción de ciertos impuestos para la gente de bajos ingresos. Pero medidas generales como fijar un techo momentáneo a algunos precios, aunque menos bien focalizadas, tienen la ventaja de impactar directamente en el IPC. Es lo que se usa ahora en España y Portugal.
También hay que pensar en limitar el marco de los contratos en UF, como sugerí en este mismo medio, porque se convierte en una bomba inflacionaria en un contexto como este, ya que automatiza la indexación de algunos precios e ingresos sobre la inflación. Eso ya se observa en los arriendos, que forman parte del costo de la vivienda en el IPC. Al mismo tiempo, la UF tiene la ventaja de subir el costo de los préstamos, lo que refuerza el alza de las tasas de interés por el BC.
Ambos factores, oferta y demanda, están en juego. Un estudio reciente de LyD indica que el factor demanda representa el 80% del aumento de los precios. Esta proporción no resulta creíble. El 80%, pero por la oferta, es probablemente más cerca de la realidad. ¿Qué dicen las cuentas nacionales más recientes?:
Si esto es el diagnóstico más correcto, la lucha contra la inflación necesita en este periodo delicado una acción común tanto de Hacienda como del BC. Algunos pronostican que el Banco Central, con ocasión del IPoM de junio, subirá aún más sus tasas. Ojalá que se equivoquen.