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La inflación en Chile: hacer el diagnóstico correcto Opinión

La inflación en Chile: hacer el diagnóstico correcto

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François Meunier
Por : François Meunier Economista, Profesor de finanzas (ENSAE – Paris)
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Para algunos economistas, el factor dominante es interno y proviene de la demanda, es decir, la masa de dinero liberada de los fondos de pensiones. Esta fue gastada en un consumo muy por encima de lo que el aparato industrial podía producir, de ahí la presión sobre los precios. Para otros, se trata de repetidos choques sobre la oferta, principalmente desde el exterior: primero, COVID y sus efectos en las cadenas de suministro; luego, el choque del petróleo y la energía; y ahora, el choque de los precios alimentarios, los dos últimos debidos a la guerra en Ucrania (Chile importa la mitad del trigo que consume). A esto hay que añadir la sequía ahora estructural que está azotando al país y cuyo efecto sobre los precios agrícolas y del agua todavía se subestima.


Una prioridad absoluta es bajar la inflación. Cuanto más sube y dura, más se enquista y más cuesta socialmente reducirla. ¿Como actuar? No hay buenas medidas si no empezamos con un diagnóstico correcto: ¿cuál es la fuente principal del choque inflacionario?

Para algunos economistas, el factor dominante es interno y proviene de la demanda, es decir, la masa de dinero liberada de los fondos de pensiones. Esta fue gastada en un consumo muy por encima de lo que el aparato industrial podía producir, de ahí la presión sobre los precios. Para otros, se trata de repetidos choques sobre la oferta, principalmente desde el exterior: primero, COVID y sus efectos en las cadenas de suministro; luego, el choque del petróleo y la energía; y ahora el choque de los precios alimentarios, los dos últimos debidos a la guerra en Ucrania (Chile importa la mitad del trigo que consume). A esto hay que añadir la sequía ahora estructural que está azotando al país y cuyo efecto sobre los precios agrícolas y del agua todavía se subestima.

Si pensamos que el exceso de demanda es el único culpable, la medida a tomar es subir las tasas de interés, lo que hizo el Banco Central con un aumento muy violento de casi ocho puntos en muy poco tiempo, una respuesta tanto política como técnica en el contexto de un doble cambio de presidente, del BC y de la República.

Por el contrario, ante un puro choque de oferta, subir las tasas de interés es inútil: no evitará que el precio del pan suba. Es incluso innecesariamente doloroso, ya que añade un choque recesivo al ya debilitado poder adquisitivo por los precios altos de la energía y los alimentos.

En este segundo caso, la política a seguir es hacer todo lo posible para evitar el anclaje inflacionario, es decir, una situación en la que la subida llama a la subida. Si creo que la inflación se mantendrá en el 8% en lugar del 3%, ajusto mi conducta y pido un salario más alto, o subo la lista de precios para mis clientes, etc. Por tanto, lo que hay que romper es el vínculo entre precios y costos.

No hay medidas aquí que sean agradables de tomar. Es necesario ser cautelosos con los aumentos salariales y elegir ayudas presupuestarias a los hogares. Se prefieren a menudo, porque son más focalizadas, la asignación de bonos o la reducción de ciertos impuestos para la gente de bajos ingresos. Pero medidas generales como fijar un techo momentáneo a algunos precios, aunque menos bien focalizadas, tienen la ventaja de impactar directamente en el IPC. Es lo que se usa ahora en España y Portugal.

También hay que pensar en limitar el marco de los contratos en UF, como sugerí en este mismo medio, porque se convierte en una bomba inflacionaria en un contexto como este, ya que automatiza la indexación de algunos precios e ingresos sobre la inflación. Eso ya se observa en los arriendos, que forman parte del costo de la vivienda en el IPC. Al mismo tiempo, la UF tiene la ventaja de subir el costo de los préstamos, lo que refuerza el alza de las tasas de interés por el BC.

El factor oferta prevalece

Ambos factores, oferta y demanda, están en juego. Un estudio reciente de LyD indica que el factor demanda representa el 80% del aumento de los precios. Esta proporción no resulta creíble. El 80%, pero por la oferta, es probablemente más cerca de la realidad. ¿Qué dicen las cuentas nacionales más recientes?:

  • Los retiros se han destinado en gran medida a la compra de bienes manufacturados importados (las importaciones cubrieron el 75% de la demanda de tales bienes en 2021). No se puede decir que la importación, por ejemplo, de un televisor coreano, tensiona los precios domésticos. Los principales aumentos de precios se relacionan con los bienes importados.
  • El crecimiento del 6,6% del PIB entre el tercer trimestre de 2019 (es decir, antes del estallido) y el primer trimestre de 2022 no procede del sector manufacturero, cuyo crecimiento fue bastante débil, con el 2,3%. Proviene de los servicios fuertemente vinculados a las importaciones, entre ellos el comercio y el transporte. Aquí tampoco hay alguna tensión sobre el aparato productivo. Si la inflación es más alta en Chile que en otros países, es parcialmente el resultado de la estructura dual de la economía. Un fuerte sector manufacturero interno habría tenido un efecto amortiguador.
  • Debido a la “fuga” hacia las importaciones, el impulso dado por los retiros no debe ser exagerado. Chile creció un 11,7% en 2021, pero también fue el caso de Colombia (10,6%), Argentina (10,2%) y Perú (13,3%), sin que los retiros de fondos de pensiones hayan sido tan grandes.
  • La merma de poder adquisitivo provocada por las alzas de la energía y los alimentos es enorme, alrededor de 2 puntos del PIB. Esto contribuye a enfriar la economía, ahora que el peligro es una recesión a nivel mundial.
  • Se puede oír el argumento de que las tasas de interés altas tienen el objetivo de mantener el peso en paridad con el dólar, limitando la inflación importada. Es cierto, pero no se debe olvidar que, más que una caída del peso, se trata de una subida del dólar, refugio seguro en estos tiempos de incertidumbre (el euro siempre ha rondado los $900 durante los dos últimos años, incluso antes de las subidas de las tasas de interés).

Si esto es el diagnóstico más correcto, la lucha contra la inflación necesita en este periodo delicado una acción común tanto de Hacienda como del BC. Algunos pronostican que el Banco Central, con ocasión del IPoM de junio, subirá aún más sus tasas. Ojalá que se equivoquen.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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