La Propuesta presentada en la Cumbre de las Américas no hace sino complicar la situación de Latinoamérica. Si lo que se quiere es ser un “antídoto” a China y “mover la balanza” en favor de los EE.UU., claramente no lo logra. No hay dólares en la mesa, la propuesta está –literalmente– en “pañales” y parece ser un globo a punto de desinflarse. Con una propuesta tan flexible y a la “medida de cada país”, no tendrá ninguna “musculatura” regional. En varias áreas parece, también, que es una forma de “meterles el diente” a los TLC existentes e introducir nuevos temas. Posiblemente, los temas del medioambiente, de equidad de género, derechos laborales, comercio electrónico, entre otros, podrían ser bienvenidos por muchos. No obstante, hay varios otros que traerán malos recuerdos, como, por ejemplo, facilitación del comercio, sistemas regulatorios, eliminación de barreras arancelarias, transparencia y otros asuntos. Da la impresión de que el comercio que se tiene en mente es el de EE.UU. ¿Me equivoco?
Durante la Cumbre de las Américas, el presidente Biden dio a conocer la Americas Partnership for Economic Prosperity (Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica), que fue caracterizada por la Casa Blanca como “un nuevo acuerdo histórico” dirigido a reactivar la recuperación económica y el crecimiento de nuestro hemisferio (White House, Briefing Room, 8 de junio, mi traducción y énfasis). Recién se empieza a procesar esta información y deberemos esperar mayores antecedentes para expresar una opinión más definitiva sobre la Americas Partnership (en adelante, la Propuesta).
Por ahora, la información existente nos lleva a pensar que la Propuesta de Joe Biden parece haber “rejuntado” y “empaquetado” una gran colección de “miniacuerdos” –algunos potencialmente conflictivos, otros no tanto– que se espera conduzcan a los objetivos propuestos. Esta iniciativa está –posiblemente– repleta de muchas sorpresas, pues aún no se conoce el contenido de los acuerdos incluidos y los recursos disponibles y/o involucrados en cada caso. Además, por ahora, no parece existir mayor interés o voluntad política de los países de América Latina de ser parte de la Propuesta, excepto México, que ya habría comprometido su participación. Así, la Propuesta puede terminar siendo un “globo”, que se desinfle rápidamente, como ocurrió con otras iniciativas regionales del país del Norte.
Es necesario adelantar que, para entender la Propuesta, debemos estudiarla junto a la iniciativa “gemela” –la Indo-Pacific Economic Framework for Prosperity– presentada un par de semanas antes, en Tokio. Inicialmente, esta incluye como “asociados” a Australia, Brunéi, India, Indonesia, Japón, Corea, Malasia, Nueva Zelanda, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam (White House, Briefing Room, 23 de mayo). Es necesario mencionar también, dos “encuentros” de prensa de la Casa Blanca, previos al lanzamiento de cada propuesta. En estos encuentros, “altos funcionarios públicos” entregaron mayores detalles del contenido, objetivos, metodología, participantes y el calendario tentativo de las propuestas.
Desde ya, creo importante mencionar que China “denunció” a ambas iniciativas como “… tratados injustos que violan los principios de un comercio justo y equitativo, comprometen la soberanía de los países participantes y causan tremendo daño a las cadenas de abastecimiento globales y estabilidad del comercio mundial” (Chinadaily.com.cn; 09/06/2022). ¿Un enfrentamiento global? Debemos recordar que China también puso sus cartas sobre la mesa con la Segunda ruta de la seda (2013 / 2015) y sus encuentros comunicacionales, los Belt and Road Forum for International Cooperation; la Iniciativa para el Desarrollo Global (ONU; septiembre de 2021); y la Iniciativa para la Seguridad Global, propuesta por Xi Jinping, en la Conferencia Anual 2022 del Foro de Boao para Asia, el 21 de abril.
La iniciativa anunciada por el presidente Biden en la Cumbre tiene cinco pilares. En lo principal, se propone: 1) Fortalecer las instituciones económicas regionales y movilizar las inversiones: esto, principalmente a través del Banco Interamericano de Desarrollo; también indica que se trabajaría con países que reciben inmigrantes o refugiados en grandes números, o que esperan introducir reformas que “estén en línea” con las metas del proyecto; 2) Crear cadenas de abastecimiento más resilientes: ello, con el fin de asegurar que estén diversificadas y balanceadas, y que permitan minimizar futuros riesgos de trastornos; 3) Actualizar nuestros “acuerdos sociales”: básicamente, propuestas para invertir en, y renovar los sistemas de administración pública, a fin de facilitar la actualización de los “acuerdos sociales” de los países participantes, y así alcanzar niveles de vida más elevados y justos; 4) Crear trabajos en energías limpias y progresar en la descarbonización y en biodiversidad: acá, se propone trabajar de manera colaborativa para acelerar el desarrollo de tecnologías en energías limpias, bosques sustentables, y agriculturas resilientes y de bajas emisiones; y 5) Asegurar un comercio sustentable e inclusivo: la propuesta está centrada en medidas de facilitación del comercio y de transparencia; la incorporación de tecnologías emergentes; asegurar la resiliencia en el comercio alimentario y de energía; y perfeccionar los estándares laborales y medioambientales.
Por su parte, en el caso de la Indo-Pacific Economic Framework for Prosperity, los pilares en que se sustenta la iniciativa son cuatro: 1) Comercio; 2) Cadenas de abastecimiento; 3) Energías Limpias, Descarbonización e infraestructura; y 4) Sistemas impositivos y medidas anticorrupción. La Casa Blanca, en un Comunicado del 23 de mayo, indica que “… continúan identificando áreas de cooperación adicionales a partir de nuevas consultas con los asociados”. Esta propuesta para el Asia-Pacífico cubre cuatro de los cinco pilares de la Propuesta para América Latina, excluyendo el primero, que es de menor importancia relativa para el Asia-Pacífico. Su contenido es básicamente el mismo, aun cuando cambia ligeramente el énfasis (White House, Briefing Room, 23 de mayo, mi traducción).
Casi simultáneamente a la presentación del presidente Biden, el “encuentro” de prensa en la Casa Blanca aclara que la Asociación de las Américas es “… el comienzo de una conversación que queremos tener con, obviamente, un grupo de países en la región, empezando en los próximos dos o tres meses con aquellos que piensan de manera similar en materia económica […], iniciando negociaciones formales una vez que cada uno de los cinco pilares que hemos delineado estén formulados y tengamos una noción de los países interesados en participar”. Se señala, más adelante, que este proceso sería flexible y que los países podrían unirse a uno, dos, o al número de “pilares” en que estén interesados. Para agregar que se trataría principalmente de “asociados” con los cuales ya se tienen TLC, destacando que “… se trata de actualizar los cimientos que han dejado los varios TLC que tenemos en la región”. Se reitera que se está construyendo un “acuerdo” a partir de TLC ya existentes. El contacto con la prensa concluye señalando que este es el mejor “antídoto” en contra de China (¡recórcholis!). Por ello, se propone esta “realmente ambiciosa y regionalmente comprehensiva nueva visión”. Por su parte, el anterior encuentro de prensa de la Indo-Pacific Economic Framework for Prosperity en la Casa Blanca, dio a conocer propuesta muy similares.
En mi opinión, la Propuesta presentada en la Cumbre de las Américas no hace sino complicar la situación de Latinoamérica. Si lo que se quiere es ser un “antídoto” a China y “mover la balanza” en favor de los EE.UU., claramente no lo logra. No hay dólares en la mesa, la propuesta está –literalmente– en “pañales” y parece ser un globo a punto de desinflarse. Con una propuesta tan flexible y a la “medida de cada país”, no tendrá ninguna “musculatura” regional. En varias áreas parece, también, que es una forma de “meterles el diente” a los TLC existentes e introducir nuevos temas. Posiblemente, los temas del medioambiente, de equidad de género, derechos laborales, comercio electrónico, entre otros, podrían ser bienvenidos por muchos. No obstante, hay varios otros que traerán malos recuerdos como, por ejemplo, facilitación del comercio, sistemas regulatorios, eliminación de barreras arancelarias, transparencia y otros asuntos. Da la impresión de que el comercio que se tiene en mente es el de EE.UU. ¿Me equivoco? Por ejemplo, no incluye propuestas para mejorar o facilitar el acceso al mercado de los Estados Unidos. Pero todo esto está por verse. Y nosotros, ¿qué haremos? ¿Nos sumaremos a la Propuesta? No olvidemos que Chile está en la lista de “países prioritarios”. Más importante aún, una propuesta de esta naturaleza nos dificulta y distrae de un posible proyecto de integración regional “a la nuestra”, no del tipo ALCA, con los Estados Unidos. En definitiva, ¿qué haremos? Debemos decidir pronto.
No olvidemos tampoco, que estamos “hasta el cuello” y comprometidos con China. El gigante asiático es nuestro principal socio comercial y también somos el país latinoamericano más activo en los Belt and Road Forum for International Cooperation, la apuesta comunicacional de la Segunda Ruta de la Seda. Los presidentes anteriores –Michelle Bachelet y Sebastián Piñera– fueron asiduos participantes en el Foro y visitantes de Xi Jinping. ¿Dejaremos “caer” a China? Recuerden que el propósito de la “Asociación de las Américas” –dicho por EE.UU.– es reducir la influencia de China en Latinoamérica. No será fácil “jugar a dos bandas” y más aún a tres, si es que realmente nos interesa avanzar en el proceso de integración regional.
Puedo asegurar que a los EE.UU. –más allá de lo que se diga públicamente– le irrita considerablemente nuestro “coqueteo” con China. Somos un país soberano y ciertamente somos libres de asociarnos con quien consideremos es más ventajoso política y económicamente. Pero ahora está en juego –una vez más– la reconfiguración del orden global y la participación de Latinoamérica. En los años sesenta, la “zanahoria” de Estados Unidos fue la Alianza para el Progreso y ahora –frente a la arremetida de China– se llama Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica. ¿Qué haremos ahora? El Presidente Gabriel Boric lo reiteró en la Cumbre: “… Si seguimos todos por separado, nos vamos a hundir”. Concuerdo. Cualquiera que sea el camino que sigamos, mi sugerencia es buscar la unidad al interior de Latinoamérica y promover activamente la integración regional, para enfrentar juntos los desafíos que se vienen.