Una metáfora exagerada. Somos 100 invitados a la fiesta. Solo 30 están adentro, sentados a la mesa del banquete del voto, con buena luz y un buen plato. A los 70 restantes nos mantienen de pie, mirando desde el jardín, en la penumbra, con frío, desconfiados y algo temerosos. A la expectativa que los de adentro de una vez por todas nos vean, se apiaden de nosotros y nos tiren un pedazo de carne. Es absurdo. El indicador de si las elecciones son libres es que permitan la plena expresión de la voluntad política de la ciudadanía. Pero un 70 % lo haremos votando tuertos, sabiendo que una parte del efecto de nuestro voto es una incógnita, un cheque en blanco. Otro podrá llenarlo como crea conveniente o bien pasarlo por su trituradora después del plebiscito. ¿Solo queda cerrar los ojos y confiar? Ello genera inestabilidad, desconfianza y temor.
Para que una elección sea verdaderamente democrática y libre, es básico que los ciudadanos estén bien informados acerca de las alternativas sometidas a votación, o si no no podremos pensar bien cuál es la mejor. Nos confundimos. Deja de ser una democracia deliberativa o razonada y pasa a basarse principalmente en emociones. Todos debiéramos tener acceso a información suficiente, de calidad y cierta, para tomar bien la decisión. Es nuestro derecho como ciudadanos.
La desinformación e incertidumbre en este plebiscito: Desgraciadamente el mundo no es perfecto y nuestro proceso constituyente tampoco. Estamos a un mes del plebiscito, pero un 70 % de los ciudadanos todavía vamos a votar por algo que en rigor no está en el voto, ni lo conocemos a cabalidad, pese a que sería posible. Según Cadem, solo un 10% aprueba la nueva Constitución (NC) tal como está, y solo un 19% rechaza para seguir con la Constitución vigente. Por otro lado, un 36% aprueba el proyecto de NC para reformarla, y un 32% prefiere rechazar para hacer un nuevo proceso constituyente. Los contenidos esenciales de las reformas, sus plazos y sus procedimientos no se conocen. Tampoco para el Rechazo para constituir. Permanecen inciertos asuntos cualitativamente importantes. En dicho contexto son positivos los pasos que ha ido dando el Presidente Boric para abrirse a un Plan B en caso de rechazo, y de instar a los partidos de su coalición a ponerse de acuerdo ahora en reformas a realizar después del plebiscito si gana el Apruebo.
Una metáfora exagerada. Somos 100 invitados a la fiesta. Solo 30 están adentro, sentados a la mesa del banquete del voto, con buena luz y un buen plato. A los 70 restantes nos mantienen de pie, mirando desde el jardín, en la penumbra, con frío, desconfiados y algo temerosos. A la expectativa que los de adentro de una vez por todas nos vean, se apiaden de nosotros y nos tiren un pedazo de carne. Es absurdo. El indicador de si las elecciones son libres es que permitan la plena expresión de la voluntad política de la ciudadanía. Pero un 70 % lo haremos votando tuertos, sabiendo que una parte del efecto de nuestro voto es una incógnita, un cheque en blanco. Otro podrá llenarlo como crea conveniente o bien pasarlo por su trituradora después del plebiscito. ¿Solo queda cerrar los ojos y confiar? Ello genera inestabilidad, desconfianza y temor.
Los escenarios probables y la inacción desde febrero de 2022. Desde enero los hechos fueron haciendo previsible un resultado estrecho. No era justo obligar a la ciudadanía a jugar al todo o nada, ni que se improvisara una solución de última hora, como está sucediendo. En febrero desde distintas miradas insistimos en la urgencia de un Plan B para aclarar bien los dilemas reales del plebiscito y los efectos del voto. También propusimos en mayo (hace 3 meses) un acuerdo político constitucional previo al plebiscito, transversal y similar al del 15N-19, que concordara principios y contenidos comunes para la futura Constitución, ya sea que triunfe el Apruebo o el Rechazo, para su aplicación posterior al plebiscito. Es importante para la estabilidad democrática, social y económica. ¿Por qué este afán de los dirigentes políticos de estirar el elástico hasta el final? ¿No nos fue suficiente la experiencia del 18/O para aprender?
El rol del Presidente Boric. Es deseable que el Presidente Boric lidere el proceso de acuerdos pre y posplebiscito, en cualquiera de los escenarios. O si no el Presidente quedará en el limbo, en la insignificancia y la inacción, como le sucedió a Piñera post 18/O. Esa paralización fue y será inconveniente en un Chile política y culturalmente presidencialista. Necesitamos que el Presidente Boric fortalezca un liderazgo de más altura y convocante, que ejerza un rol republicano, que disminuya su papel de Jefe de Gobierno y aumente su rol de Jefe de Estado, sea menos jefe de coalición y más Presidente de todos los chilenos. En fin, que haga un esfuerzo genuino por unirnos.
¿Qué hacer ahora? Quizás es tarde para alcanzar el acuerdo político constitucional transversal antes del plebiscito. Pero sí es posible, al menos, que cada partido político aisladamente o sus alianzas que representen votantes de aquel 70 % (para reformar o reconstituir), nos muestren sus cartas concretas, ciertas, con sus compromisos para reformar la nueva Constitución si gana el Apruebo, o para hacer una nueva Constitución si gana el Rechazo. Es lo que Lagos llamó en una entrevista “el papelito firmado”. Tendrá efectos positivos: 1) el plebiscito aumentará su estándar democrático; 2) la ciudadanía votará sin cheques en blanco; 3) disminuirán la incertidumbre, la desconfianza y el temor; y aumentará la gobernabilidad después del plebiscito; 4) acercará las posiciones respecto del futuro constitucional porque, una vez abiertas las cartas de cada partido o sector, sorpresivamente veremos un alto grado de coincidencia, y así votaremos más seguros, más libres y más tranquilos; 5) como hay intercambios o traslados entre votantes del Apruebo para reformar y los del Rechazo para constituir, mientras más clara, completa y confiable sea la oferta de compromisos que haga cada sector político, aumentará la votación de su posición Apruebo o Rechazo. Por lo tanto, habrá incentivos alineados para converger ahora hacia compromisos similares, lo que facilitará bastante los acuerdos después del plebiscito.