Publicidad
Machismo y despolitización en la franja del Partido de la Gente Opinión

Machismo y despolitización en la franja del Partido de la Gente

Publicidad
Priscila González Badilla
Por : Priscila González Badilla Administradora pública, magíster en estudios de género y cultura con mención en Ciencias Sociales. Docente adjunta a la escuela de Ciencias Sociales de la Universidad de O’Higgins. Integrante de la coordinación nacional de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres.
Ver Más

Estamos frente al mayor ejercicio de formación ciudadana en mucho tiempo: una revuelta popular que fue encauzada en un proceso institucional formal, en el cual hemos participado en las urnas, desde las movilizaciones sociales y discutiendo la propuesta de nueva Constitución Política. Pero pareciera que el Partido de la Gente pretende que el electorado se despolitice, con frases como “¡en esta familia no hay derecha ni izquierda!”, cuando ha sido precisamente el sector de la derecha el que no se ha molestado en movilizar ningún cambio estructural y que, por supuesto, tampoco está a favor de cambiar la Constitución. Eso es profundamente político, conservador y de derecha. Y no solo eso: pretende hacerlo mediante la evocación de una escena que refleja el profundo machismo en la configuración de los roles de género de la sociedad chilena, en una familia de clase trabajadora de la década de los 80 del pasado siglo, época en la que precisamente se cambió la Constitución Política mediante la imposición autoritaria en un régimen de terror.


“¡Siéntate, mierda!”, le grita el personaje de Juan Herrera a su hija Claudia, quien pretendía levantarse de la mesa luego de haber sostenido una tensa discusión con su hermano del medio, en la que ella lo había tratado de “facho” y él de “comunista”, mostrando desprecio por la postura política del otro. Martín había ingresado a la Fuerza Aérea, mientras Claudia estaba estudiando en la Universidad de Chile e involucrándose activamente en política. La serie «Los 80» (2008) pretende recrear la vida de una familia de clase trabajadora, en la que se muestran los roles de género más clásicos de ese (y otros) tiempos representados en un matrimonio clásico: un padre trabajador dependiente que es el único proveedor económico del hogar, y una madre que cuida de la familia y realiza las labores domésticas.

Es curioso que el Partido de la Gente presente una escena en la franja electoral queriendo evocar a su vez esa escena de la serie «Los 80». Un partido que, como todos y todas hemos conocido, levantó a un candidato presidencial que no ha pagado la pensión alimenticia a sus hijos desde el año 2011. Digo que resulta “curioso” porque las preguntas alrededor de la decisión de mostrar en la franja una escena así, y dados los antecedentes de férrea defensa e inmensa “comprensión” por parte de sus adherentes al excandidato deudor, son numerosas: ¿Es deliberado el uso de esta escena cargada con componentes en torno a los roles de género que queremos dejar atrás? ¿Será que, mediante la evocación de esta escena, el Partido de la Gente no comprende que esa representación es chocante porque, vista con los ojos de hoy, nos parece a todas luces una escena incorrecta? Veamos algunos elementos que podemos tomar de la serie, de la escena original:

Por una parte, Juan está imbuido de autoridad patriarcal, lo que se demuestra en que se sienta en la cabecera de la mesa, pone los límites de la conversación, no permite que nadie se levante de la mesa mientras él está hablando e incluso gritando, y abofetea a su hijo, justificándose en el deber que recae sobre de él de enseñar a su familia lo que es correcto. Por otro lado, en la conversación aparece el antecedente sobre el financiamiento de la carrera de Claudia: una deuda que tuvo que contraer la familia, por cuatro años, para que ella cursara sus estudios universitarios. Además, Juan es muy consciente de la fragilidad de su familia, tanto en lo material como en la seguridad personal (al involucrarse en política de izquierda en dictadura), pues le dice a Claudia: “Si a usted le pasa algo, ni su mamá ni yo tenemos la plata ni los pitutos para ayudarla”.

Como si todo eso fuera poco, frente a una nueva intervención de su hijo Martín, Juan le da una cachetada que lo deja perplejo y callado. Ana intenta llevarse a Félix, el hijo menor, para que no siga presenciando la escena, pero Juan pretende que todos lo escuchen. Todos se encuentran tensos. Para finalizar, Juan se justifica diciendo que es en esta familia donde se aprende lo que es bueno y lo que es malo. Se cierra la escena con un “ya, comamos”, por parte de Juan.

Si bien la escena aludida en la franja del Rechazo es mucho más breve, se repiten algunos elementos: el padre marcando pauta de lo que se puede o no se puede decir en una conversación familiar, ocupando la cabecera de la mesa, golpeando la mesa y llamando la atención de sus hijos pidiendo enfáticamente a estos que “¡paren el hueveo!”. El “hueveo” es nada más y nada menos que las actuales posiciones por el Apruebo y por el Rechazo. La opinión de la hija es denostada por su hermano, quien le dice “típica zurdita, solidaria con el bolsillo ajeno”, cuestionando el financiamiento de los derechos sociales. La figura de la madre es pasiva frente a lo que está sucediendo en la mesa familiar, sin opinar ni actuar fuera de lo que se espera de una madre tradicional.

Estamos frente al mayor ejercicio de formación ciudadana en mucho tiempo: una revuelta popular que fue encauzada en un proceso institucional formal, en el cual hemos participado en las urnas, desde las movilizaciones sociales y discutiendo la propuesta de nueva Constitución Política. Pero pareciera que el Partido de la Gente pretende que el electorado se despolitice, con frases como “¡en esta familia no hay derecha ni izquierda!”, cuando ha sido precisamente el sector de la derecha el que no se ha molestado en movilizar ningún cambio estructural y que, por supuesto, tampoco está a favor de cambiar la Constitución. Eso es profundamente político, conservador y de derecha. Y no solo eso: pretende hacerlo mediante la evocación de una escena que refleja el profundo machismo en la configuración de los roles de género de la sociedad chilena, en una familia de clase trabajadora de la década de los 80 del pasado siglo, época en la que precisamente se cambió la Constitución Política mediante la imposición autoritaria en un régimen de terror.

¿Qué es lo que nos quiere señalar con esto el Partido de la Gente? ¿Buscan convencer a la ciudadanía de rechazar la propuesta para mantener no solo la actual Constitución, sino también los roles de género tradicionales? Sin duda no es la dirección en la que las mujeres nos hemos manifestado en los últimos años. Hacer una lectura de las propuestas políticas feministas en la historia de Chile y visualizar la masividad que el movimiento ha alcanzado en los últimos años, nos permite mirar con –al menos– algo de curiosidad esta escena incluida en la franja del Rechazo. Claramente no hay ningún atisbo de perspectiva de género e, incluso, me atrevo a decir, hay una errónea interpretación de la idea original. Es como si alguien hoy quisiera afirmar que la canción “Corazones” de Los Prisioneros fue escrita por Jorge González creyendo de manera literal que era esa su opinión, y no una manera poética de expresar las manifestaciones de la violencia machista.

Si ampliamos el plano para observar el comportamiento de este joven partido, podemos conectar la franja con cuestiones como la defensa corporativa que se hizo del candidato Parisi respecto a la deuda de alimentos que mantiene con sus hijos, quien además fue despedido de la Universidad de Alabama y de la Texas Tech University por acoso sexual a estudiantes. El espacio virtual “Bad Boys”, por otro lado, es uno masculinizado, transmitido por el canal de YouTube «Parisi TeVe», donde tanto el panel permanente como los invitados son hombres. En su página web, el partido enumera 47 propuestas en distintas materias: economía, educación, salud, cultura, entre otras, pero ninguna de ellas se refiere a la situación de las mujeres. Es como si no existiéramos.

Por ello, el video de la franja solo viene a reforzar lo que ha venido sosteniendo este grupo de varones, que, aunque tengan 2 diputadas mujeres de un total de 8, no quita que con sus acciones y propuestas el Partido de la Gente refuerce una visión anacrónica de los roles de género en nuestra sociedad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias