La gente quiere la heredabilidad, pero quiere también buenas pensiones. ¿Qué interés hay en legar, si se tiene una pensión mediocre durante la vida? También los “seres queridos” prefieren buenas pensiones para sus padres, por dignidad y para evitar sostenerlos, notablemente si se acaban los fondos de la persona con sus retiros programados. En este último caso, el riesgo de una vida muy larga (¡algo muy deseable!) recae sobre los familiares o sobre la colectividad con la pensión básica de vejez.
Chile se está embarcando en una profunda reforma de pensiones. Partiendo de su pilar histórico de cuentas individuales, la reforma añade un pilar colectivo (mitad por reparto, mitad por un fondo colectivo), aumentando de 6 puntos los 10 puntos actuales de cotizaciones. El sistema gana así en equilibrio y financiamiento, y se alinea con el modelo generalmente recomendado en el mundo para las pensiones. Los países europeos han ido en la dirección opuesta, comenzando con un pilar colectivo y añadiendo posteriormente el pilar individual. El sistema holandés, reputado como uno de los más exitosos del mundo, se compone en partes casi iguales de los dos pilares, una proporción no tan lejos de la de Chile si la reforma pasa: 6 para el colectivo y 10 para el individual.
Surgió una controversia sobre un rasgo característico de un sistema de pensiones individual: su heredabilidad. Según el proyecto de reforma, el pilar colectivo podría operar en forma de renta vitalicia (RV). De ahí la objeción: «La reforma olvida uno de los elementos más populares entre los chilenos, a saber, la posibilidad de dejar en legado a sus seres queridos lo que queda de sus ahorros individuales». De hecho, con RV, los fondos acumulados por el trabajador no son más los suyos, pero sí de la compañía de seguros.
Esta controversia, abierta en realidad para preservar el statu quo, no procede. La gente quiere la heredabilidad, pero quiere también buenas pensiones. ¿Qué interés hay en legar, si se tiene una pensión mediocre durante la vida? También los “seres queridos” prefieren buenas pensiones para sus padres, por dignidad y para evitar sostenerlos, notablemente si se acaban los fondos de la persona con sus retiros programados. En este último caso, el riesgo de una vida muy larga (¡algo muy deseable!) recae sobre los familiares o sobre la colectividad con la pensión básica de vejez.
De hecho, es poca la gente que puede legar sus fondos acumulados al tiempo de fallecer. En la mayoría de los casos, los que eligen el retiro programado agotan sus cuentas antes de morir. Para ilustrar eso, basta ver la pequeña proporción de estas personas que pueden legar: una por cada ocho, por un monto promedio de $2 millones. La mayoría de los familiares no solo reciben nada, sino que deben mantener a sus padres o heredar deudas.
La renta vitalicia, introducida al inicio del siglo XX, fue una innovación social mayor. Da seguridad a la persona y sus familiares, a un costo normalmente reducido. Todos los sistemas modernos de pensión prevén la opción de este seguro de vida al momento de jubilación. Y siempre, cuando tienen un pilar colectivo, la vuelven obligatoria. La razón viene de la capacidad única de un pilar colectivo de producir RV muy baratas y eficientes. Es fácil entender por qué.
Una aseguradora de vida pierde dinero si las personas a las que cubre viven más de lo que había estimado. Sin embargo, es mucho más fácil predecir la esperanza de vida de una población grande que la de una población pequeña, por no hablar de una sola persona. Un sistema colectivo de RV cubre a toda la población de Chile, en lugar de una estrecha base de clientes. Además, el Estado es el mejor asegurador y no necesita remunerar su “patrimonio neto”. Por último, al ser general y obligatoria, las RV pueden prescindir de un costoso sistema de distribución a través de agentes de seguros o asesores previsionales.
En Chile, con el sistema actual, solo una minoría escoge las RV, principalmente porque estas son muy caras, lo que explica también la preferencia para el retiro programado y su corolario, la heredabilidad. La primera razón es el bajo nivel de los tipos de interés, que no ayudó al rendimiento de estas. Eso va probablemente a cambiar con la subida de los tipos de interés a nivel mundial. La segunda razón viene de la organización actual del sistema previsional.
Hoy en día, el diseño de la producción de las RV se basa en el mismo modelo, en gran medida disfuncional, que se puede ver para la gestión de activos de pensión: bajo la exaltada invocación de una sana competencia, los costos se multiplican y se reduce la base asegurada al dividir la escasa población cubierta entre 10 operadores. Eso no impide para ellos –al contrario– una muy buena rentabilidad.
Las cifras lo demuestran. Las ocho mayores empresas productoras de RV en Chile (y en menor medida otros seguros de vida) tienen altos costos, pagan comisiones a sus redes de distribución, pero tienen en 2021 un beneficio acumulado de $792 mil millones (US$860 millones o 0,3% del PIB), lo que las convierte en una de las industrias más rentables del país: el retorno sobre el patrimonio neto (return on equity después de intangibles) es del 24,5%. Una de estas empresas pudo distribuir en 2021 –quizás anticipando la reforma– un dividendo excepcional de $130 mil millones. En comparación, el beneficio de las AFP en 2021 fue menor: $426 mil millones, aunque su retorno sobre patrimonio neto es de un astronómico 34,6%, para una actividad de pura intermediación casi sin riesgos en su balance, a diferencia de las aseguradoras.
Así que hoy el sistema es caro. Es una pena, considerando el servicio que las RV pueden devolver a la población. Es un punto fuerte del proyecto de reforma actual.
Dos comentarios para terminar:
Uno, se puede insertar un elemento de heredabilidad en un sistema colectivo con RV. Se hace con restricciones porque no es lo mismo legar una RV a una persona de 20 años que a una de 80 años. Pero es muy común en Europa ver la herencia equivalente a una media pensión para el sobreviviente dentro de una pareja, lo más a menudo la mujer. Esto compensaría las pensiones mucho más bajas de las mujeres chilenas y quizás, en el futuro, sería una compensación para ayudar al alineamiento progresivo de la edad de jubilación de las mujeres con la de los hombres.
Dos, es importante que quede la opción de retiro programado heredable, lo que viene naturalmente con el pilar individual. Esto atenúa un defecto en un sistema universal de rentas vitalicias: como las personas de ingresos bajos (los trabajadores agrícolas, por ejemplo) tienen una esperanza promedio de vida al tiempo de la jubilación mucho menor que la de, digamos, altos ejecutivos de empresa, se crea una distorsión a favor de los más ricos. Este elemento regresivo se mitiga si el pilar individual prevé principalmente una salida en retiros programados y si el pilar colectivo inserta elementos de compensación por carrera larga o trabajo difícil.
Lo ideal es, pues, la elección entre el retiro programado y RV para la parte individual, y RV obligatoria para la colectiva. Eso resalta las virtudes de un sistema de pensiones diversificado. Es lo que propone la reforma.