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Rusia: el peligro de la escalada Opinión

Rusia: el peligro de la escalada

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Pierre Lebret
Por : Pierre Lebret Cientista político, experto en asuntos latinoamericanos, magister en cooperación y relaciones internacionales (Paris III), ex funcionario de la Agencia Chilena de Cooperación Internacional para el Desarrollo y ex consultor de la Cepal. Actualmente trabaja en una ONG para asuntos humanitarios.
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El ambiente cambia. Varios líderes mundiales anuncian que este llamado a la movilización “parcial” en Rusia es la confirmación del fracaso de la estrategia militar de Putin, sin hablar del costo político que este anuncio le significará a nivel interno. Otros hablan de una peligrosa escalada. Pero la política de sanciones europea es, según algunos, en gran medida ineficaz e incluso contraproducente, y contribuirá al “invierno de descontento global” que anticipó António Guterres en su discurso de apertura de la Asamblea General de la ONU.


Con los atentados del 11 de septiembre de 2001, muchos analistas afirmaban que entrabamos en otra época, que las estrategias militares deberían responder a contextos muy diferentes, que los conflictos entre Estados serían cada vez menos evidentes. Eric Hobsbawm nos decía que el siglo XX fue el siglo más corto, que empezó en 1914 y terminó en 1989. ¿Qué nos diría ahora? El mes de febrero parece lejos, cuando expertos anunciaban una guerra relámpago o, según un mando militar ruso, una mera “operación especial”. Hoy, el conflicto se estanca, se profundiza, y con él, entre avances de uno y retrocesos de otro, se pone en marcha un reordenamiento global de las fuerzas. ¿Cuál sería el Tratado de Versalles para este siglo? ¿Cuál sería el evento que marca un punto de no retorno? ¿Serán las sanciones contundentes adoptadas por Occidente para aislar a Rusia un punto de análisis que explicará el endurecimiento de las amenazas rusas y la banalización de una posible guerra nuclear?

Lo cierto es que hace unos meses, cuando la guerra estalló, hubo el shock del comienzo a nivel global. Después, Occidente vivió su eterna normalidad, su verano, sus festivales, su mundo de consumo. Pero hace varios días, los titulares anuncian cierre de empresas por el alto costo energético. Esta mañana, al tomar el metro, eran varias las pantallas de celular con el titular “Putin anuncia la movilización de 300.000 reservistas en el conflicto”. Algunas miradas y diálogos sobre el conflicto y sobre el invierno que sería muy distinto a los anteriores. El ambiente cambia. Varios líderes mundiales anuncian que este llamado a la movilización “parcial” en Rusia es la confirmación del fracaso de la estrategia militar de Putin, sin hablar del costo político que este anuncio le significará a nivel interno. Otros hablan de una peligrosa escalada. Pero la política de sanciones europea es, según algunos, en gran medida ineficaz e incluso contraproducente, y contribuirá al “invierno de descontento global” que anticipó António Guterres en su discurso de apertura de la Asamblea General de la ONU.

En cuanto a la afirmación de un fracaso del presidente ruso es muy probable que estén en lo cierto. Pero la guerra sigue y este anuncio del Kremlin la intensifica. Por ahora la diplomacia parece no encontrar –todavía– una propuesta para ofrecer una salida pacífica viable. El coreógrafo Kurt Jooss, quien había creado la obra “La Mesa Verde” para retratar la realidad política y social de la Alemania de 1932, muy bien podría adaptarla al actual momento, cuando mucho se habla de paz, pero donde casi todos optan por la escalada y la carrera armamentista. Y no estamos en esa época llamada “paz armada” de pre-1914. El conflicto está ocurriendo. Pero al no ofrecer una salida a Rusia, como lo expresaba Noam Chomsky en marzo pasado, sumándole a ello el aislamiento de este país dotado del arma nuclear, aumenta el peligro, de manera gradual pero segura.

En junio pasado los Estados signatarios del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPNW) de 2017 se reunieron. Citando una “retórica nuclear cada vez más estridente”, emitieron la Declaración de Viena, que condena cualquier intento de utilizar armas nucleares como una violación del derecho internacional, incluida la Carta de las Naciones Unidas. La declaración requiere “que en ninguna circunstancia los Estados poseedores de armas nucleares usarán o amenazarán con usar armas nucleares, esto se aplica a todos esos Estados, sin excepción”. Sin embargo, en su intervención, Vladímir Putin reiteró la posibilidad de usar “todos los medios” para defender los intereses de su país. 

Hoy, cuando el diálogo o búsqueda de este debe ser una prioridad, está claro que China y Estados Unidos no son los únicos en querer constituir zonas de influencias. Pero una escalada debilita a los pueblos más vulnerables de nuestro planeta y no sirve a los intereses de las potencias. Por ejemplo, una escalada mayor del conflicto no responde a los intereses ni de China ni de la UE, si miramos la importancia de una de las mayores estrategias económica y comercial en siglos que representa la Nueva Ruta de la Seda.

Ojalá las grandes potencias hallen cuanto antes la manera de cooperar para encontrar salida y resolver los problemas críticos actuales y evitar un naufragio colectivo, tanto en el conflicto ruso-ucraniano como en la “otra batalla a la que debemos poner final, nuestra guerra suicida contra la naturaleza”, y evitar la autoaniquilación en el siglo XXI. Para ello el multilateralismo no puede jugar un rol marginal o formal en los próximos días/años.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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