Hace 60 años Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron cerca de un conflicto atómico, pero primó la cordura y llegaron a un acuerdo tras 13 días de incertidumbre. Hoy, Vladimir Putin lanza intimidaciones de usar armas nucleares “tácticas” luego de sucesivos reveses militares.
Al igual que en un mes de octubre hace 60 años, el mundo está conteniendo el aliento ante el temor de una eventual guerra nuclear. Si en 1962 fue Cuba el epicentro de las tensiones entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, esta vez es Ucrania donde el conflicto con Rusia ha sufrido en estos últimos días una dramática escalada, que ha incluido un exitoso contraataque ucraniano para desalojar a las fuerzas invasoras en el Donbás, este, y en el sur del país, un atentado al puente de Kerch, Crimea, y, como contrapartida, una masiva represalia de Moscú con misiles contra Kiev y otras ciudades, matando a decenas de civiles y destruyendo infraestructura, y el llamado a 300.000 reservistas, entre otros hechos.
Esta cruenta guerra, llamada “Operación Especial” por el Presidente ruso Vladimir Putin, comenzó el pasado 24 de febrero cuando las tropas del Kremlin invadieron Ucrania para obligar a dicho país a no adherir a la OTAN y reconocer la anexión de Crimea y la independencia de las regiones separatistas pro rusas de Donetsk y Lugansk, en la región fronteriza del Donbás. Dichas zonas, junto a Jerson y Zaporiyia (sur), fueron anexadas recientemente a Rusia tras unos polémicos referendos. Ucrania rechaza estas pretensiones y en estos días está recuperando terreno, infringiendo grandes bajas a los rusos. Estimaciones ucranianas hablan de 40 mil muertos y EE.UU. entre 70 y 80 mil soldados fallecidos desde el inicio de la contienda.
En este contexto, Putin amenazó con usar armas nucleares “tácticas”, intimidación que el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, respondió. Recalcó que el riesgo de un “Armadedón” nuclear está en el nivel más alto desde la crisis de los misiles en Cuba. Biden indicó que Putin “no bromea cuando habla del uso de armas nucleares ‘tácticas’ o de armas biológicas o químicas” y que le ha advertido que “no lo haga”, ya que las consecuencias de tal acto serían impredecibles, que habría una respuesta militar de la OTAN, la guerra tomaría otro curso y provocaría una destrucción global.
Para interpretar la gravedad del actual contexto mundial, habría que remontarse al episodio más tenso de la Guerra Fría, que hace seis décadas casi desembocó en un enfrentamiento nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Todo comenzó a mediados de octubre cuando un avión espía norteamericano fotografió una instalación militar en Cuba, país aliado de Moscú, revelando que allí había rampas de lanzamiento para misiles nucleares soviéticos, con lo que la Guerra Fría se trasladaba por primera vez a las puertas mismas de Norteamérica, a solo 145 kilómetros de Florida. El entonces líder soviético Nikita Kruschev había aprovechado las tensiones crecientes entre Washington y La Habana para instalar misiles nucleares en la isla caribeña en respuesta a los que Estados Unidos tenía en Turquía y que podían alcanzar objetivos en la URSS en 10 minutos.
La réplica del entonces Mandatario de EE.UU., John Kennedy, fue inmediata, anunciando en un mensaje televisado a toda la nación que se declaraba una cuarentena y cerco naval y aéreo a Cuba, y poniendo en máxima alerta a todas sus fuerzas militares y nucleares estratégicas. “Todo esto ocurrió dentro de un contexto en que Estados Unidos y Rusia poseían enormes inventarios de armas nucleares y cada uno estaba preparado para usarlas si ocurría una guerra. Ambos tenían vastas fuerzas en un estado constante de preparación y desplegadas en mar, tierra, mientras que los bombarderos equipados con armas nucleares se mantuvieron en el aire en todo momento”, explica Dakota Wood, experto en programas de defensa de Heritage Foundation, en Washington.
Sin embargo, primó la cordura, la prudencia y, obviamente, el miedo a la “destrucción mutua asegurada” y tras tensas negociaciones el 28 de octubre, después de 13 días de incertidumbre, ambas superpotencias llegaron a un acuerdo. Las dos tuvieron que ceder. Mientras Moscú, retiró todas las bases y misiles en Cuba, Washington se comprometió a no volver intentar invadir la isla caribeña y a desmantelar las bases de misiles balísticos que tenía en Turquía. A partir de entonces se estableció el llamado “teléfono rojo” entre EE.UU. y la URSS para evitar nuevas crisis.
La pregunta que muchos se hacen hoy es si el mundo está en una situación cuasi idéntica a la crisis de Cuba. Expertos concuerdan que hay semejanzas, pero también diferencias fundamentales, pero todos manifiestan en que en la actualidad existe peligro inminente. “Una similitud importante es que una potencia nuclear, como Rusia, ha amenazado con usar armas atómicas para resolver una crisis a su favor y del otro lado hay al menos otra potencia nuclear, Estados Unidos, que podría responder al uso de esas armas”, sostiene Sean Barnett, analista de defensa de Rand Corporation, “think tank” vinculado al Pentágono.
También, tal como Estados Unidos en 1962, Rusia se siente amenazada y provocada puesto que tras la desaparición de la Unión Soviética en 1991, hubo un cambio geopolítico importante ya que muchos países de Europa Oriental se incorporaron a la Alianza Atlántica e instalaron en su suelo armamentos ofensivos-defensivos sin el consentimiento de Moscú. Putin ha acusado a Occidente de preparar de nuevos conflictos en el espacio postsoviético, además de denunciar un “chantaje nuclear” de las potencias occidentales.
Sin embargo, los analistas recalcan que hay diferencias sustanciales en lo que ocurre hoy en Ucrania con lo sucedido en Cuba. La más importante es que durante la Guerra Fría estaba el choque de dos colosos ideológicamente opuestos, de dos sistemas irreconciliables, capitalismo versus comunismo, que dividían al mundo, cosa que no ocurre ahora por mucho que Putin quiera reeditar a la URSS. Además, el líder ruso se considera un nacionalista, alejado de ideologías.
También el actual conflicto se desarrolla en Europa Oriental, lejos de EE.UU. “En la crisis cubana no hubo enfrentamiento militar ni menos combate directo entre los estadounidenses contra soviéticos y cubanos. Hoy, Rusia ha invadido Ucrania y lanza amenazas nucleares y exige a este país que entregue una parte considerable de territorio”, añade Barnet.
Para los expertos, en el caso de Ucrania, Rusia no tiene suficientes fuerzas en el campo de batalla para resolver el conflicto a su favor en forma decisiva, puesto que desde el comienzo de la invasión su ejército se ha enfrentado a una dura resistencia y no ha podido organizar una adecuada cadena logística para hacer llegar suministros al frente, y sus soldados no muestran una firme voluntad de lucha. Hasta ahora, Estados Unidos y sus aliados han mantenido un esfuerzo de suministro de armas por la suma de 40.000 millones de dólares, aunque se trata de armamento defensivo y no de largo alcance para así evitar un choque directo entre Rusia y Occidente.
Sin embargo, el gran riesgo es que Putin comenzó a perder la guerra, su régimen está en peligro y, por ello, muestra un comportamiento temerario. Su convocatoria a 300 mil reservistas evidencia que está dispuesto para un largo conflicto, por lo que hay que tener en cuenta sus amenazas en el sentido que usaría armas nucleares “tácticas” para defender territorios que considera rusos.
La ministra de Defensa de Alemania, Christine Lambrecht, llamó a tomar en serio las advertencias del líder del Kremlin y afirmó que la OTAN está “preparada” y que “Putin debe tener claro que el uso de estas armas infringiría todos los límites”.
En esa eventualidad, Ivan Eland, analista de The Independent Institute’s Center on Peace & Liberty en California, cree que Estados Unidos y la Alianza Atlántica probablemente responderían bombardeando de forma convencional a las fuerzas rusas dentro de Ucrania, con la esperanza de que esto ponga límite la escalada. “Pero dudo que Putin use un arma nuclear en el campo de batalla porque los costos probablemente excederían las ventajas obtenidas”, sostiene.
Mientras en el terreno político, hay casi nulo espacio para una negociación que detenga el conflicto, sostienen los expertos. “Putin imagina a Rusia como era bajo los zares y busca su regreso al estatus de gran potencia. Ha invertido una enorme cantidad de capital político y militar en su esfuerzo y es muy poco probable que retroceda. En los EE. UU., el apoyo popular a Ucrania y el deseo de Biden de ser visto como el líder del ‘mundo libre’ le dificulta impulsar un acuerdo negociado que haría que Ucrania cediera territorio a Rusia. Por el momento, no hay opción para que ambas partes concilien sus diferencias de intereses y objetivos”, manifiesta Wood.
También, a diferencia de lo ocurrido en 1962, Cuba era mucho menos importante para Kruschev que Ucrania para Putin. “Cuba estaba muy lejos de la Unión Soviética, mientras que Ucrania está justo al lado de Rusia, lo que es vital. Putin sabe que el retroceso de Kruschev en Cuba fue seguido por su expulsión del poder en 1964. Putin, entonces, teme que una derrota en Ucrania conduzca a su propio derrocamiento”, agrega Mark N. Katz, de la George Mason University.
Con todas estas múltiples y complejas variables, lo cierto es que el futuro para el mundo continuará, por tiempo indefinido, incierto, amenazante y volátil.