Las duras reacciones públicas en contra del pedido del Ministerio de Defensa –dentro de sus atribuciones de conducción de la Defensa Nacional– para conocer algo más de nuestra educación militar, me reafirma que para algunos este diseño es consistente con sus objetivos políticos y que será un largo trabajo lograr una educación militar realmente sintonizada con el país justo, humano y fraterno que queremos construir.
Tratando de entender las razones del oscurantismo sobre la educación militar, encontré un artículo de la Revista de Marina sobre «La Educación Militar en Chile» (Revista de Marina), elaborado nada menos que por un director de Educación de la Armada, que fue escrito treinta años atrás y aclara conceptos que permiten identificar algunas razones de su vehemente defensa por parte de escuderos civiles que, defendiendo sus intereses, no les conviene su cambio.
Particularmente resultan muy relevantes las siguientes citas:
“La Actual Constitución Política de la República de Chile reconoce en el hombre, en tanto creatura de Dios, el fundamento del orden social, según la visión de la cultura cristiana-occidental…”.
“La educación militar chilena está orientada por los valores permanentes de la cultura cristiana-occidental…”.
Para justificar esta autoimpuesta cruzada valórica, se continúa validando oscuras amenazas ideológicas de la Guerra Fría y supuestas confrontaciones vecinales que afectarían a la forma de vida en Sudamérica y que no se resolverían en la zona de paz, que ha caracterizado a nuestro continente desde el siglo XX y es crecientemente fortalecida por las democracias del siglo XXI.
De esta forma, parece que han ideado una misión superior, que me recuerda a los Caballeros Templarios, que asimila esta “cultura cristiana-occidental” con un modelo económico del abuso, al cual resultan protegiendo, aun cuando la Constitución de 1925 haya separado al Estado de Chile de la Iglesia católica.
En mi opinión, a nuestras Fuerzas Armadas no les corresponde intervenir, directa o indirectamente, en esta segmentación ideológica y cultural, pues ella es una decisión democrática, política y soberana de los chilenos.
Las duras reacciones públicas en contra del pedido del Ministerio de Defensa –dentro de sus atribuciones de conducción de la Defensa Nacional– para conocer algo más de nuestra educación militar, me reafirma que para algunos este diseño es consistente con sus objetivos políticos y que será un largo trabajo lograr una educación militar realmente sintonizada con el país justo, humano y fraterno que queremos construir.
Espero que más temprano que tarde podamos terminar con estos enclaves autoritarios de la dictadura. La democracia es más fuerte.