Junto con afirmar que las izquierdas «siempre han tenido problemas con la inflación y en ese contexto las derechas aparecen con fuerza», el exvicepresidente de Bolivia y quien fuera el número dos durante los 14 años del Gobierno de Evo Morales, expuso su teoría sobre el nuevo ciclo político, que será de «ida y vuelta». «Esta década va a estar marcada por victorias cortas y derrotas cortas», señaló. Para el teórico y político boliviano, hoy estamos ante una segunda oleada de progresismo, «más administrativa» que la primera, que fue «más rupturista». Esto, en un contexto de crisis mundial y de alta inflación, donde las derechas que resultaron debilitadas, derrotadas, pueden resurgir «como una derecha enfurecida y organizada, que se toma las calles».
Señalando que la inflación es la piedra en el zapato para la nueva izquierda que se encuentra actualmente en el poder en gran parte de América Latina y junto con advertir que, de no manejarse correctamente, podría traer el regreso de la derecha, el exvicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, abordó el futuro de la política y el nuevo «ciclo progresista» que se posiciona en la región.
«Menciono la inflación porque, junto con la recesión, son los escenarios privilegiados de los momentos de transición de ciclo económico, político y cultural. Y como lo fue en años anteriores, también lo es hoy», afirmó el ex número dos del Gobierno de Evo Morales (2006-2019), durante la conferencia titulada «Neoliberalismo y Derechos Humanos: Debates desde la teoría crítica latinoamericana», realizada en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC).
García Linera –con quien el Presidente Gabriel Boric tiene una «cercanía ideológica»– puso especial énfasis en que la inflación acompañó el paso del ciclo liberal al capitalismo de Estado y estuvo presente en el paso del capitalismo de Estado al neoliberalismo. «Y es probable que también acompañe esta nueva transición», puntualizó. Y es que –a su juicio– estamos viviendo un «tiempo liminal», un momento de excepcionalidad del curso histórico en el que el futuro social se muestra tal como es de manera descarada: contingente y aleatorio. Este escenario sería el momento ideal para las transformaciones sociales.
«Las propuestas de nuevos horizontes predictivos que emergen en el seno de las clases plebeyas tienen la probabilidad extraordinaria de ponerse a prueba ante la emergente disponibilidad social a adoptar nuevos esquemas cognitivos», apuntó el teórico boliviano, explicando que este «tiempo liminal» representa «un espacio exclusivo para comprender la dinámica interna del declive y la formación del orden político, económico y subjetivo de las sociedades».
De acuerdo al exvicepresidente de Bolivia e ideólogo del MAS –que se ha mostrado crítico con el nombramiento de Mario Marcel en el Ministerio de Hacienda de Chile, calificando al expresidente del Banco Central chileno como parte de los «antiguos personeros»–, «en América Latina estamos en un momento de transición, que no va a ser lineal, que va a estar atravesado por el despertar social, la acción colectiva, y por momentos de repliegue y contracción, de debilitamiento y fragmentación».
«La hipótesis que manejo es que esto va a ser de ida y vuelta», sentenció García Linera, a la vez que sostuvo que el nuevo ciclo político «va a estar marcado por victorias cortas y derrotas cortas» tanto para la izquierda como para la derecha, pero precisó que esta última apuesta a una hegemonía larga, aunque reconoció que «no existe un algoritmo social».
Lo cierto, para García Linera, es que «nadie sabe por dónde se dará el nuevo flujo», pero lo que es más probable, a su parecer, es que como hay cosas que no han sido resueltas en el malestar social, cosas que «aún no han acabado de cristalizarse», habrá un persistente malestar social. Esto, bajo otros liderazgos, otras consignas y, por lo tanto «hay que estar atento, palpando por dónde va el flujo de la acción colectiva y saberla expandir».
«No olviden que las extremas derechas tienen la votación que tienen porque, a su manera, leen el malestar», advirtió quien salió del poder el 10 de noviembre de 2019 –día en que junto a Evo renunció en medio de una revuelta social azuzada por la oposición, tras denuncias de manipulación electoral en los comicios de octubre de ese año, en los que Morales y García Linera pretendían ser reelectos por tercera vez–.
La derecha, para él, tiene «una comprobación de una lectura eficiente de un malestar», ya que tiene votaciones favorables en sectores populares. «Han sabido encontrar el lenguaje y la manera de enmarcar un malestar social», manifestó. Y esos malestares, para el también académico y estudioso de las teorías de Karl Marx, «se pueden expresar mediante el voto, la calle, los rumores, los estados de ánimo, y múltiples maneras, siendo el más extraordinario y creador de porvenir el de la calle».
Por eso, «quien tenga la capacidad de proyectar algo duradero, va a lograr ensamblar con las expectativas de la gente, en la calle y en el voto», subrayó García Linera, para quien la clave es «articular lo que la gente está sintiendo».
«Creo que va ser una década bien intensa, porque es un problema mundial. El mundo no tiene horizonte ni el continente tiene horizonte. Uno que se intentó construir en la primera oleada progresista, que hizo su esfuerzo, pero no tuvo repercusiones en el mundo. Y por eso también llegó a un límite», señaló el político boliviano sobre los primeros gobiernos de izquierda luego de las dictaduras que vivió la región. En tanto, la segunda oleada, para García Linera, «es mucho más confusa y distinta a la primera oleada, más expansiva, pero más confusa».
De todas formas, considerando que «la gente no soporta la incertidumbre», toda transformación estaría sujeta al tema económico.
«Ojo, ustedes no la tienen todavía, pero en sociedades donde hay una inflación muy elevada, un líder capaz de dirigirnos a salir de esa inflación es la salida exitosa», manifestó el catedrático, recalcando que «la derecha se prepara para esto». En tal sentido, expresó que «la izquierda siempre ha tenido problemas con la inflación, con excepciones, pero siempre han sido derrotadas por la inflación y es ahí cuando las derechas aparecen con fuerza».
Frente a altos índices de inflación, mencionó García Linera, la derecha apunta a un culpable: los migrantes y el que cobra mucho impuesto, por ejemplo. Y, además, prometiendo acabar con la inflación, llaman a la austeridad y a trabajar con mano dura. «Eso es una solución, autoritaria, pero es una salida», apuntó.
Cabe mencionar que, si bien se ha librado en parte de la inflación que recorre hoy América Latina, Bolivia ha experimentado en años anteriores una hiperinflación, llegando incluso a un índice mensual del 90 % y más. «Vivimos una alta inflación y la incapacidad de la izquierda para enfrentar una inflación de ese nivel. Fuimos, hace 40 años, inútiles, y la izquierda no regresó a Bolivia por mucho tiempo», recordó.
«Cuando se dispara, la inflación es un cementerio de proyectos. Y hay que tener mucho cuidado», sentenció el exvicepresidente boliviano. Y agregó que, si no se acompañan los procesos de transformación con justicia social y leyendo a la sociedad, «lo seguro es que la derecha regrese en el siguiente gobierno», aunque si la derecha no logra imponer un nuevo modelo de creencias, seguramente va a regresar la izquierda otra vez. Por eso, para García Linera, «esta década va a estar marcada por victorias cortas y derrotas cortas».
Respecto de las diferencias entre lo que el también cofundador del Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK) denomina «la primera oleada progresista» y la segunda, es que los liderazgos de esta última son «más administrativos», algo que «es lo correcto para gobernar en momentos de estabilidad, pero que se vuelve incorrecto en momentos de inestabilidad».
¿Cómo pasar de eso a proyectos más revolucionarios?, se preguntó García Linera. «Hay mil medidas», fue su respuesta. Y argumentó que «más que el programa revolucionario para superar el capitalismo, se debe pensar en cuál es el programa que permita, del lado de la justicia social, del lado de lo colectivo, de lo común, enfrentar los problemas que más les importan ahora a las personas, como la inflación, el trabajo y la seguridad».
«Nuestra labor no es inventar sino comprimir lo que ya emergió de la sociedad», precisó, indicando que el inicio del cambio es «la ampliación de la democracia hasta la producción». Es decir, «pasar del voto a las decisiones gubernamentales. De ahí, a las estructuras normativas. De ahí, a la distribución de la riqueza. Y, luego, a la propiedad de la riqueza». En palabras del líder indigenista, se debe seguir «un continuo de democratización. No hay que saltarse ningún paso».
«Más democracia es mayor bienestar para la gente. Yo quiero, en lo personal, llegar a una sociedad que supere el capitalismo, pero hay que avanzar paso a paso con la gente, encontrando en la gente la parte más asociativa que apunte a más democracia», concluyó.
Uno tras otro, distintos países de América Latina han elegido gobiernos de izquierda y una nueva ola política parece recorrer la región.
Desde 2018, líderes ubicados a la izquierda del espectro político llegaron a la presidencia en México, Argentina, Bolivia, Perú, Honduras, Chile y Colombia.
El fenómeno se completó con las elecciones de octubre en Brasil, donde el expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva se impuso sobre el líder de ultraderecha y actual mandatario, Jair Bolsonaro.
Si bien otros países de la región han escogido gobiernos de distinto signo político en los últimos años, el triunfo de Lula dejó a las siete naciones más pobladas de Latinoamérica y sus seis mayores economías en manos de la izquierda.
Álvaro García Linera abordó este fenómeno y remarcó las diferencias entre la izquierda de inicios de los años 2000 –de la que él fue parte junto a Morales– y la que surge con posterioridad a 2019. Para el ex secretario de Estado boliviano, hasta ahora, lo único que tienen en común los gobiernos que se han posicionado en la región es que «no son de derecha».
«La primera oleada fue más rupturista, de creación», sostuvo, describiendo a la segunda como una oleada «más administrativa, que además trae la proyección de querer estabilizar un orden político».
«En la primera oleada éramos más rupturistas y en la segunda somos más organizadores del orden político», esbozó, repasando que «antes había que patear el sistema político y ahora hay que ordenarlo, con nosotros, y formar parte de aquello». En esta dicotomía, también se posicionan los opositores.
Al tiempo que emerge la izquierda en distintos periodos, inevitablemente cambia la actitud de la derecha. «Antes, golpeadas moralmente, debilitadas, pero ahora hay una derecha reconstituida, enfurecida y organizada, que incluso se toma las calles y las redes».
«Antes estaban abatidas y ahora están reconstituidas, más rabiosas y más consistentes», agregó. Por lo tanto, «es más complicado que en la primera oleada».
De todas formas, aclaró que en política no se puede ser absolutistas y expuso que, además, hay una crisis mundial que pone límites a las exportaciones, a las tasas de interés, a las políticas de crédito. «Y lo que hay para distribuir en términos porcentuales es menor que lo que había en la primera oleada», apuntó.
El pronóstico del expresidente boliviano para América Latina es el siguiente: «Esta segunda oleada de izquierda progresista, en tanto no se modifique el tablero, tendrá un momento de hegemonías cortas, de victorias cortas. Quizá, con excepción de México, que podría tener un ciclo largo de 15 años, en el resto de América Latina, si no se modifica cierta correlación de fuerzas, estamos ante un ciclo corto, una hegemonía corta, acompañada de una hegemonía corta de los sectores conservadores también».
Según García Linera, la que viene, «va a ser una década muy conflictiva, típica del ‘tiempo liminal'».