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Por nuestros adultos mayores: la reforma de pensiones no se vende, se defiende Opinión

Por nuestros adultos mayores: la reforma de pensiones no se vende, se defiende

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Iván Ojeda Pereira
Por : Iván Ojeda Pereira Investigador del Centro Lithium I+d+i de la Universidad Católica del Norte
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Tenemos que traer al centro del debate lo realmente importante, el fondo de esta reforma: las pensiones y la calidad de vida de las personas. La reforma se defiende porque no es otra cosa que “libertad”, la famosa libertad de elegir que algunos tanto defienden en otros dominios, como la educación. La reforma al sistema de pensiones se defiende porque es necesaria para que los adultos y las adultas mayores mejoren pronto sus condiciones de vida, para que puedan llegar a fin de mes y para que, como sociedad, reconozcamos el inmenso aporte y contribución que han realizado al país. La reforma al sistema de pensiones que hoy propone el Gobierno es realista, con responsabilidad fiscal y gradualidad, sienta las bases de un nuevo modelo cuya principal preocupación sean las pensiones y no las utilidades.


A diferencia de otras columnas que he publicado en este medio, este texto se sustenta en un elemento experiencial que traigo a colación para no olvidar el trasfondo del debate sobre una reforma de pensiones. Soy hijo de una madre trabajadora que actualmente percibe una pensión mensual de $140.000 (esto no es ficción). ¿Para qué alcanzan hoy $140.000? ¿Qué pasaría con muchas personas de tercera edad si no contaran con el apoyo económico de sus familias? ¿Es justa esta realidad luego de una vida de trabajo y de contribución al país?

Estas interrogantes llegan raudamente a la mente cuando converso con mi madre, y considero que deberían ser centrales en el debate sobre una reforma de pensiones. En innumerables ocasiones he escuchado discursos de la derecha en donde “interpretan” a la ciudadanía, la semántica de las grandes generalizaciones se ha vuelto una constante en la narrativa parlamentaria, frases como “los chilenos y chilenas quieren…” y “es de sentido común que…”, son bastante recurrentes. Ahora bien, ¿realmente tienen un mínimo de conexión con las necesidades de la población? Con esto no quiero remitir al argumento clásico –y no menos vital– de la lucha entre los de arriba y los de abajo, más bien, tensionar la actitud omnipotente con la que se posiciona la derecha a la hora de debatir en el Congreso, como si los padres de los Cruz-Coke, Edwards, Macaya, Van Rysselberghe, Keitel, Becker, Alessandri, Lavín y/o Longton alguna vez hayan ganado una pensión de $140.000. Situación que me parece sumamente poco probable, y no porque estos apellidos hayan contribuido “más” al desarrollo del país.

Creo que la clásica estrategia de localizar el debate en la coordenada tecnocrática, es un método de invisibilización de intereses personales y, también, refleja la brutal distancia que algunos(as) parlamentarios(as) tienen respecto a las experiencias concretas de una ciudadanía obligada a permanecer en este sistema de pensiones. Tenemos que traer al centro del debate lo realmente importante, el fondo de esta reforma: las pensiones y la calidad de vida de las personas. La reforma se defiende porque no es otra cosa que “libertad”, la famosa libertad de elegir que algunos tanto defienden en otros dominios, como la educación. La reforma al sistema de pensiones se defiende porque es necesaria para que los adultos y las adultas mayores mejoren pronto sus condiciones de vida, para que puedan llegar a fin de mes y para que, como sociedad, reconozcamos el inmenso aporte y contribución que han realizado al país.

La reforma al sistema de pensiones que hoy propone el Gobierno es realista, con responsabilidad fiscal y gradualidad, sienta las bases de un nuevo modelo cuya principal preocupación sean las pensiones y no las utilidades. Cualquiera con un familiar con pensión de miseria, estará de acuerdo con este proyecto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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