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Migración: la urgencia de una mayor cooperación Opinión

Migración: la urgencia de una mayor cooperación

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Pierre Lebret
Por : Pierre Lebret Cientista político, experto en asuntos latinoamericanos, magister en cooperación y relaciones internacionales (Paris III), ex funcionario de la Agencia Chilena de Cooperación Internacional para el Desarrollo y ex consultor de la Cepal. Actualmente trabaja en una ONG para asuntos humanitarios.
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La cooperación internacional es sin duda la clave para anticipar y enfrentar los grandes desafíos relacionados con la migración actual y futura. Hoy, los refugiados climáticos son más numerosos que las personas desplazadas por conflictos. Sabemos que el cambio climático agrava y agravará el movimiento de personas que deben abandonar sus territorios por ser inhóspitos para la vida humana. Las previsiones del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) dejan pocas dudas: la desertificación y el aumento del nivel del mar empujarán, no a millones sino a decenas, incluso cientos de millones de refugiados, a las carreteras dentro de unas pocas décadas.


El debate que algunos quieren instalar de estar a favor o en contra de la migración es, en su génesis, obsoleto. Es como querer estar a favor de la lluvia o del sol. No tiene sentido. Lo que tiene sentido es cooperar para acompañar sin discriminar. Acompañar a la población migrante que cuenta con derechos. Acompañar a la población que acoge, que tiene derecho a comprender, y estar informada correctamente. Acompañar las iniciativas de la sociedad civil que requieren de apoyo financiero y técnico para mejorar sus acciones. Acompañar a los Estados para que implementen políticas de inclusión necesarias para nuestras sociedades, y anticipar las crisis y posibles grandes flujos migratorios.

La cooperación internacional es sin duda la clave para anticipar y enfrentar los grandes desafíos relacionados con la migración actual y futura. Hoy, los refugiados climáticos son más numerosos que las personas desplazadas por conflictos. Sabemos que el cambio climático agrava y agravará el movimiento de personas que deben abandonar sus territorios por ser inhóspitos para la vida humana. Las previsiones del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) dejan pocas dudas: la desertificación y el aumento del nivel del mar empujarán, no a millones sino a decenas, incluso cientos de millones, de refugiados a las carreteras dentro de unas pocas décadas.

Según el Informe Groundswell, se estima que, para el 2050, el África subsahariana podría registrar hasta 86 millones de migrantes climáticos internos; Asia oriental y el Pacífico, 49 millones; Asia del Sur, 40 millones; África del Norte, 19 millones; Latinoamérica, 17 millones; y Europa del Este y Asia Central, 5 millones. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, ha pedido a los líderes mundiales que asistieron a la conferencia sobre el cambio climático COP27 que tomen medidas audaces para abordar las consecuencias humanitarias del calentamiento global. Este cambio debe ser “transformacional”, según ACNUR. “No podemos dejar que millones de desplazados y sus anfitriones enfrenten solos las consecuencias del cambio climático”, señaló.

En ese contexto, no servirán los muros, las armas, aunque algunos sectores políticos quieran hacernos pensar lo contrario en diversas latitudes. La cooperación internacional es el antídoto del rechazo al otro, el diseño de políticas públicas innovadoras, la educación para una sana convivencia humana y una gobernabilidad mundial renovada debe permitirnos enfrentar lo que ya sabemos: una migración que se intensificará porque el cambio climático es ineludible.

Los países latinoamericanos pueden enfrentar el tema migratorio desde una mirada regional, desde los espacios de integración y con la puesta en marcha de programas colectivos dedicados a la protección, acogida y protección, más aún para la infancia. Miles de niñas y niños ven sus derechos vulnerados; según las últimas estimaciones de la Unicef, serían 13,4 millones de niños, niñas y adolescentes en situación de migración.

Sabemos lo que ocurre en Europa, y podemos aprender de los errores cometidos y muchas veces la falta de humanidad de las autoridades, la falta de respuesta común de la UE con enfoque en los derechos. Pero también se puede aprender de iniciativas que permiten una inclusión positiva de las personas migrantes, tanto en el ámbito de la primera acogida, escolarización, tratamiento para salud mental tras una trayectoria migratoria muchas veces traumática, pero también respecto a las dificultades y traumas que pueden desarrollarse al llegar a un lugar diferente.

El ámbito de la formación profesional es también una dimensión importante, donde existen múltiples iniciativas para apoyar la construcción de un proyecto de vida y una buena integración, con alianza con el sector privado para el establecimiento de contratos de trabajo iniciales con el fin de regularizar su situación. En mi caso, hemos desarrollado con la ONG Futur Au Présent International una iniciativa junto al programa Erasmus +, llamado Passer’Aile, cuyo objetivo es el intercambio de prácticas entre trabajadores sociales de África del Oeste (Mali, Senegal, Guinea) con trabajadores sociales europeos (Italia, España, Francia) para un mejor acompañamiento de los menores migrantes no acompañados que llegan al Viejo Continente. La salud mental, la gestión de las frustraciones y los elementos relacionados con lo intercultural son ejes centrales tratados en ese tipo de programas de cooperación internacional.

Mucho se puede hacer también en materia de mantener a la población en sus territorios de origen. Pienso que la cooperación tiene allí un papel importante que cumplir, particularmente mediante su enfoque de desarrollo y su modalidad triangular.

No es posible ir en contra de los fenómenos migratorios, lo importante es acompañar a la población desde las diferentes veredas para una sana convivencia, y una protección óptima de los derechos humanos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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