Su legado es eterno. Transformó el juego del fútbol, en algo que hasta el día de hoy no se conocen las dimensiones reales de lo que puede llegar a ser aún más, desde que apareció en la cancha. Las hizo todas hace 60 años. Por ello vean el documental «Pelé venía del futuro», para entender y valorar en toda su dimensión la calidad y categoría del 10 brasilero.
¡Qué complejo escribir una columna de Pelé! Es tanto el material, historias, anécdotas, hazañas, registros y curiosidades que no sé bien por dónde comenzar.
Revisando mucho material, encontré un video donde cuatro referentes del fútbol argentino hablaban sobre el mítico 10 brasileño. Bilardo decía: “Era una bestia… mamita… físicamente notable”. Coco Basile y su particular voz: “Era como Tyson, duro y firme”. Hugo Gatti: “Era el único jugador al que uno le tenía miedo”; y César Luis Menotti agregaba: “Era como una pantera”. Y sin duda que esa última descripción puede acercarse mucho a lo que fue Pelé como jugador. Fuerte, rápido, ágil, atlético, tonificado, explosivo y resistente.
Desde la voz de mis abuelos y papá, escuché toda mi vida sobre las condiciones del 10. Un jugador formidable, talentoso, inteligente y valiente. En mis años de periodismo deportivo y teniendo la dicha de compartir con grandes que vieron jugar a Pelé, todos coinciden en lo mismo. No hay, hubo y ni habrá un futbolista tan completo. Esto no se trata de comparar a Maradona y Messi con el astro del Santos, es solo referirse a sus condiciones mágicas y privilegiadas.
Lo molían a patadas. Le daban duro y Pelé jamás renunció o se quejó. Juan Cristóbal Guarello nos comentaba, uno de estos días, que Pelé aprendió artes marciales, para saber cómo defenderse en la cancha de las agresiones de sus rivales, codazos, puños y patadas, para así mantener la línea erguida y eludir toda esa andanada de golpes. En los tiempos en que no existían los cambios, Pelé era el portero reserva del Santos. Otro dato que nos compartió generosamente Guarello en Directv, fue que jugó nueve veces en esa posición y no recibió jamás un gol. O sea, la pantera era completa.
Ganó tres mundiales, su primer póker (cuatro goles en un partido) lo anotó con solo 17 años. Jugó en la época donde estaban los mejores y más bravos. Nunca arrugó o se borró de un partido. Lo suyo era competir, competir, competir y ganar.
Cuando hubo una guerra civil entre Nigeria, conocida como la guerra de Biafra, hicieron una tregua las partes en conflicto para ver jugar al Santos de Pelé. Todos cuando niños escuchamos o quisimos ser Pelé en las pichangas. Ser o recibir ese apodo, era sinónimo de el mejor. Esa frase tan propia; “Te crees Pelé”.
Su legado es eterno. Transformó el juego del fútbol, en algo que hasta el día de hoy no se conocen las dimensiones reales de lo que puede llegar a ser aún más, desde que apareció en la cancha. Las hizo todas hace 60 años. Por ello vean el documental Pelé venía del futuro, para entender y valorar en toda su dimensión la calidad y categoría del 10 brasilero.
“Cuando Pelé iba a la carrera, pasaba a través de los rivales como un cuchillo. Cuando se detenía, los rivales se perdían en los laberintos que sus piernas dibujaban, cuando saltaba, subía en el aire como si el aire fuera una escalera. Cuando ejecutaba un tiro libre, quienes formaban la barrera querían ponerse al revés, a la meta, para no perderse el golazo”, decía Eduardo Galeano.
Gloria eterna, O’Rei. Corre libre la pantera.