Jared Genser, abogado experto en derechos neurológicos y consejero general de la Neuro Rights Foundation, insiste en la urgencia de la implementación de derechos humanos que protejan el mal uso y abuso de la neurotecnología. El objetivo es evitar que en un futuro el ser humano pueda ser condicionado por aparatos tecnológicos que interfieran en nuestro cerebro. Además, Genser aseguró que nuestro país “debería sentirse orgulloso” ya que Chile fue el primero en el mundo en legislar sobre las neurotecnologías y los «derechos del cerebro».
En una interesante segunda jornada del Congreso Futuro 2023, expuso el abogado experto en derechos neurológicos y consejero general de la Neuro Rights Foundation, Jared Genser, quien habló sobre la urgencia de la implementación de derechos humanos que protejan el mal uso y abuso de la tecnología, particularmente de la neurotecnología.
Para ello, comenzó contando sobre cómo diversas empresas alrededor del mundo han hecho millonarias inversiones para desarrollar aparatos tecnológicos con interfaces computacionales que interfieren en nuestro cerebro. Por ejemplo, “implantes de sordera, equipos que ayudan con el alzheimer, otros aparatos que permiten que una persona completamente paralizada pueda comunicarse con un 94% de precisión, o incluso un caso que puede mapear la actividad cerebral” aseguró el experto.
Según Genser, todos ellos son útiles y de gran ayuda, sin embargo, también constituyen una inquietud, debido a que en muchos casos se ha abusado de la neurotecnología. En base a ello puso otro preocupante ejemplo: una compañía China que monitorea a los estudiantes en el aula, para saber si se están concentrando y, que a través de la misma tecnología, monitorea las emociones de los trabajadores utilizando algoritmos para detectar sus índices de productividad.
Es por esta razón que el abogado hizo hincapié en la urgencia de tomar medidas, ya que que estas interfaces pueden contener “doctrinas sospechosas que coartan la libertad de los civiles” y que, además, “estas inversiones crecerán exponencialmente”. Esto último es confirmado por los números: “China ha invertido mil millones al año desarrollando neurotecnología y las fuentes sugieren que la inversión anual va a llegar a veintiun mil millones de dólares al año hacia el 2026” aseguró Genser.
Movimientos por los derechos neurológicos
La iniciativa nació en el gobierno del presidente Barack Obama, y desde entonces han habido cinco más. Según el abogado, todas ellas buscan “el derecho a la identidad mental, a la privacidad, al acceso justo y a que exista un sesgo algorítmico que proteja los derechos neurológicos de las sociedades, con la finalidad de maximizar los beneficios de estas tecnologías, evitando su mal uso y abuso».
Para ello, la Fundación de Jared Genser, la Neuro Rights Foundation, ha estado trabajando con el secretario general de Las Naciones Unidas, António Guterres, con el objetivo de hacer mesas redondas que aborden e intenten proteger estos derechos. Dentro de las medidas, el Consejo de Derechos Humanos adoptó una primera resolución, logrando prohibir el uso de estas tecnologías para torturar a las personas o para someterlos a tratamientos “terribles”.
Chile, pionero mundial en neuroderechos
Un antecedente relevante que dio a conocer el letrado, es que Chile es líder en tratar estos temas a nivel internacional. “Su país debería sentirse muy orgulloso” señaló Genser, ya que fuimos los primeros en el mundo en legislar sobre las neurotecnologías y los «derechos del cerebro». Todo esto, con la finalidad de proteger la integridad mental, el libre albedrío y que nuestros datos personales no sean objeto de tráfico o manipulación.
En la actualidad circulan unos 25 o 30 productos neurotecnológicos con interfaces cerebrales disponibles para los consumidores. Algunos tienen funciones tales como apoyar en la meditación y en el bienestar o mejorar la eficiencia y la salud mental. Sin embargo, estos dispositivos no están sujetos a la normativa y transgreden los derechos humanos, ya que pueden obtener y vender información cerebral de los individuos a cualquier entidad o persona.
“En nuestro punto de vista debe haber una privacidad mental” señala Jared Genser “para ello, tenemos una fundación denominada Consumers Reports que protege a los consumidores evaluando cómo funcionan las nuevas tecnologías, y que trabaja para crear un marco de derechos humanos (…) y que sepa cuales son los riesgos a los que (la sociedad civil) se expone”.
Por último, el abogado concluyó reflexionando que la solución es la cooperación multinacional y multilateral efectiva, donde las autoridades y los ciudadanos participen en beneficio de los derechos neurológicos y en evitar que en un futuro el ser humano pueda ser condicionado por dispositivos externos que interfieran en nuestro cerebro.