El Personaje Carter salió de La Florida para instalarse en el universo país. El Personaje Carter viste igual todos los días, pantalón oscuro, camisa blanca y corbata en tonos negros, de manera que lo identifiquen fácilmente sin distraer al televidente con aspectos de forma. Aunque son valorables los esfuerzos por dar señales a los narcotraficantes, distinto es generar una agenda pública a partir de un show focalizado.
No sé si el Personaje Carter tiene alguna similitud, a estas alturas, con Rodolfo Carter, el abogado, católico, que estudió en el Liceo Salesiano, amante de la literatura y la trompeta, y por supuesto, algo del joven alcalde, tímido pero audaz, que llegó a ocupar el sillón de la Municipalidad de La Florida hace 12 años, de manera fortuita, gracias a la renuncia del titular, el actor Jorge Gajardo, por razones de salud. En ese entonces, Carter despertaba la simpatía incluso de los concejales “del otro lado”, porque, aunque la centroizquierda tenía mayoría de 6 a 4 y Gajardo había ganado la alcaldía representando al PS, Carter (UDI en ese entonces) se quedó con el puesto.
No cabe duda, también, que el Personaje Carter comenzó a construirse hace un tiempo, pero terminó por estar listo para salir a escena y representar el papel protagónico, el de candidato a La Moneda, hace solo unos meses. Para su suerte, los tiempos del debut le calzaron perfecto. Una crisis de seguridad pública, miedo en la ciudadanía y un Gobierno enredado entre su propio discurso y su huella de carbono en la relación con la policía. Y, claro, mejor escenario para el populismo –la gente dispuesta a aplaudir cualquier señal, espejismo o acto de magia que dé una esperanza de salida–, imposible.
Por supuesto que Carter tiene algunos elementos del Personaje Carter. Siempre fue populista –él mismo se autodefine así–, le atraían las cámaras y exploraba en áreas que a su sector le incomodan hasta hoy, como promover el uso de la marihuana con fines medicinales o las campañas de educación sexual y apoyo a las minorías sexuales. Sin embargo, el Personaje Carter comenzó a adquirir otras conductas y se convirtió en un hombre más peleador, más agresivo –utiliza un lenguaje muy poco cortés con las autoridades de Gobierno, siendo él una autoridad–. Se posicionó en temas más rentables para la audiencia, con foco en la seguridad, dejando de lado lo territorial. Mal que mal, en estos tiempos, el país parece poco interesado en inquietudes que hasta hace poco fueron importantes, como el respeto a la diversidad sexual o el cuidado del medio ambiente.
El Personaje Carter, además, salió de La Florida para instalarse en el universo país. Para ser competitivo se requiere, como primer paso, que te conozca mucha gente, no importa lo que digas o hagas, y, por supuesto, si es con polémica, mucho mejor. De ahí que el Personaje Carter comenzó a “torear” al Presidente y a sus ministros. Nada mejor para un aspirante que subir al ring a quien detenta el poder y que el otro (otra) le responda.
El Personaje Carter viste igual todos los días, pantalón oscuro, camisa blanca y corbata en tonos negros, de manera que la gente lo identifique fácilmente y no distraer al televidente con aspectos de forma y así concentrarse en el mensaje. El Personaje Carter toma una posición corporal cuando sabe que la cámara está encendida –quedó claro en el punto de prensa por el baleo a tres policías–, sonríe, mira directo al lente y entrega pararrespuestas, es decir, contesta según un relato preestudiado, independientemente de lo que le pregunten. Sube y baja el tono, imposta la voz e increpa siempre a una autoridad, como una provocación para que ellos y ellas le respondan, lo que le permite volver a contraatacar y que esto sea replicado por otros medios. Sus frases son cortas y abundan las cuñas.
Saca además conclusiones ilógicas, temerarias y bastante rabiosas –como eso de culpar del ataque a unos carabineros directamente a la ministra Tohá y al Presidente Boric–, que sintonizan muy bien con la rabia que tiene la gente hoy con los delincuentes, los migrantes, los que piensan distinto, esos mismos que antes marcharon por la Alameda –previo a que unos pocos transformaran todo en violencia y saqueos–, protestando contra la desigualdad, la colusión, la falta de educación, salud, malas pensiones, etc.
El Personaje Carter pareciera también haber estudiado minuciosamente el éxito escénico de otros. Tiene como referente el manejo de marketing de Lavín y el exhibicionismo de Bukele. Monta verdaderos espectáculos televisivos –con un regimiento de camarógrafos, carabineros, guardias de seguridad municipal detrás de él–, los que “coinciden” con los matinales y noticieros. Aunque son valorables los esfuerzos por dar señales a los narcotraficantes, distinto es generar una agenda pública a partir de un show focalizado, con el fin de estar en “la noticia” por semanas. ¿Cuántas casas ha destruido en La Florida?, la verdad es que solo unas pocas, pertenecientes a los eslabones más bajos de la cadena delictual –los dueños del negocio no viven en La Florida…–, lo que, además, ha terminado estigmatizando a barrios completos.
Y aunque el Personaje Carter ha logrado los objetivos de posicionamiento que se tenía que haber propuesto, su falta de manejo político le está pasando las primeras cuentas y, de seguro, encendiendo las alertas de sus asesores. Pierde la paciencia y se irrita con bastante facilidad, agrediendo verbalmente a quien se le cruce por delante. Fue un gran error la forma en que enfrentó la semana pasada a algunos periodistas, especialmente de TVN, acusándolos de ser algo así como escuderos del Gobierno –es cosa de sintonizar sus noticiarios para ver que en La Moneda deben pensar exactamente lo contrario– y, lo que es peor, ningunear en directo a la dupla Gustavo Huerta y Carla Zunino, lo que despertó una dura y clara respuesta de ambos profesionales –“ojalá que no subestime que somos todos seres pensantes que podemos decidir qué preguntamos, que no estamos prepauteados”–. Todo esto, a raíz de que se le preguntó acerca de las denuncias de concejales de La Florida por el abandono de su trabajo (ha pasado mucho tiempo en el Congreso, programas de televisión e incluso regiones), que la Contraloría está ahora investigando.
Este es un flanco muy peligroso para Rodolfo Carter –ya no para el Personaje Carter–, un terreno que Lavín jamás descuidó –asistía a todas las instancias del municipio, pese a su intensa agenda televisiva–. Tampoco es bueno para el alcalde apostar todas sus fichas por capturar el voto más duro de la derecha, buscando competir con JAK –que dijo que al Partido Republicano le va bien cuando a Chile le va mal…– o Parisi. Por otra parte, en Chile Vamos, Matthei está saliendo a enfrentarlo abiertamente, incluso contradiciéndolo, como con la idea del “zar” de seguridad, notándose el abismo de diferencia en manejo político entre ambos. La ambigüedad es muy mala cuando se está en campaña por La Moneda. Ni sus propios partidarios deben entender la extraña jugada de ir a visitar a Parisi a Estados Unidos. ¿De quién fue la ganancia, de él o de Parisi?
Porque si hay algo claro, es que la falta de habilidad política o los errores no forzados –ahí cuando el libreto y la cuña no funcionan– pueden terminar matando al mejor de los personajes.