La irrupción de un fanático chileno en el césped del Emirates Stadium, durante el amistoso Chile-Brasil, potenció una campaña que ha ido creciendo en las redes sociales: #NoMatenAlVial, con el objetivo de apoyar al equipo penquista que atraviesa -otra vez- por un más que difícil presente futbolístico, económico y social.
Gonzalo Tahiel, chileno radicado en Alemania, vestía la camiseta del cuadro aurinegro y portaba un lienzo que decía: «No matarán al Vial». Eludiendo la seguridad, se introdujo a la cancha, saludó a Claudio Bravo y le pidió ayuda para resolver la crítica situación que padece el popular “Vialito”.
Probablemente si eso no hubiese ocurrido, no se habría potenciado la campaña #NoMatenAlVial: desde hinchas anónimos hasta reconocidos jugadores han manifestado su apoyo al club que pasa por días decisivos.
Carlos Muñoz, Aníbal Domeneghini y Pablo Pereira son algunos de los futbolistas que respaldaron públicamente la iniciativa y, con ello, la vuelta de la señera instituciones a las competencias oficiales.
Con 112 años de historia en el fútbol chileno, el Arturo Fernández Vial fue desafiliado del balompié nacional hace algunos años por la Asociación Nacional de Fútbol, a raíz de un millonario déficit financiero. Así, desde 2013, sus hinchas no han visto jugar al equipo, aunque el problema podría ver la luz dentro del corto plazo.
El martes pasado, una comitiva del club presentó en las oficinas de la ANFP un documento, manifestando la intención de repactar las deudas que ascienden a más de 200 millones de pesos para así volver a las canchas del fútbol chileno. Tal solicitud la analizará Sergio Jadue con el resto del directorio de la Federación, pero también con el presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Amateur (ANFP). Se responderá afirmativa o negativamente si el club puede salir de su obligado ostracismo.
Fundado en 1897 con el nombre de Club Deportivo Ferroviario Internacional, en sus orígenes estuvo conformado casi en su totalidad por trabajadores de la Maestranza de Ferrocarriles del Estado, con residencia en Concepción. Fue a raíz de una huelga, en la que intervino en favor de dichos trabajadores el contraalmirante Arturo Fernández Vial, que el club adoptó el nombre del insigne marino. Corría junio de 1903.
En el inicio de su recorrido histórico, el Vial fue precursor en la organización del fútbol en la región penquista. De hecho, es el único club sobreviviente de esa primitiva organización, de la cual desaparecieron instituciones como el Unión, American, 10 de julio o Chile-Alemania.
Las primeras hazañas de los vialinos se encuentran en las victorias que endosaron a los emblemáticos equipos de la ciudad, identificados tradicionalmente con la oligarquía de la zona. Equipos como el English de Concepción, supieron de este grupo de trabajadores que alcanzaron su máximo logro en 1916, cuando se adjudicaron la tradicional Copa Té Ratampuro, competencia que aglutinaba a los equipos de Talca y de Concepción, y que fue ganada en sus primeras versiones por clubes poderosos como Concepción United, Unión Calderos y Caupolicán de Talcahuano.
Cuando Fernández Vial obtuvo el tricampeonato (en 1916) se hizo definitivamente del trofeo de plata maciza, que había viajado desde Inglaterra para ser ganado por los equipos representativos de los británicos en la zona.
La copa simbolizó el triunfo y las connotaciones sociales alcanzadas por el puñado de jugadores que adornaron las primeras glorias de la institución: Horacio Muñoz, Bartolo Muñoz, Sierra, Paredes y Vega, entre otros.
Para la década de 1920, se destaca el aporte que hizo el club a la gira de Colo Colo a Europa, donde Horacio Muñoz y Manuel Figueroa participaron reforzando al plantel albo. Y sería Colo Colo otra vez el que aparecería en el horizonte histórico de los penquistas: el 8 de marzo de 1931, Fernández Vial derrotó al Cacique por 4-3, cuando asomaban en el ambiente futbolero las acusaciones de profesionalismo en los jugadores santiaguinos. A esas alturas, el club ya se había consolidado en la región y atesoraba ya tres campeonatos de la Asociación de Fútbol de Concepción.
Los años cuarenta encontraron al club en inmejorable posición frente a otros planteles de la zona, prueba de ello fue la coronación en el Campeonato Nacional Amateur de 1945, donde Fernández Vial, representando a Concepción, venció por 3-2 a Ovalle. Sin embargo, a partir de la década del sesenta, comienza el sostenido crecimiento de Deportes Concepción, que pasa a animar la escena del fútbol rentado chileno, en desmedro de un Fernández Vial que se mantiene, por decisión de sus socios e hinchas, como un ilustre amateur.
El camino para los vialinos será más duro de lo esperado y recién en 1981 hizo su debut en la Tercera División (recién creada), coronándose campeón. En 1982 repitió el éxito en el torneo de Segunda División lo cual le valió llegar en dos años desde el amateurismo al profesionalismo, caso único en la historia de nuestro fútbol.
En 1983 se inició el recorrido del Vial por la Serie de Honor, donde siempre ocupó lugares de retaguardia. En 1984 volvió a la Primera B, desde donde ascendió con Nelson Acosta como director técnico.
A partir de ahí, la historia se reparte entre triunfos esporádicos, como el de 1991 cuando el equipo finalizó quinto; fracasos deportivos más recurrentes; algún hito que trascendió su bitácora (en 1995, el campeón mundial argentino Mario Alberto Kempes defendió la camiseta aurinegra… sólo en sus duelos como local), y la debacle sostenida a partir de 2007, que hoy lo tiene en el umbral de la desaparición.
Para conocer mejor la figura de este marino homenajeado con el nombre del club más popular de la VII Región, recogemos parte de un texto escrito por Nibaldo Fabrizio Mosciatti, periodista de radio Bío Bío:
“Como todos los 21 de mayo esperé -sin grandes esperanzas, pero esperé- alguna mención a mi héroe de Iquique. Presiento que esto de la espera estéril se convertirá en una tradición perpetua, pero aprovecho cualquier intersticio para hacer florecer a mi héroe: el contraalmirante Arturo Fernández Vial, uno de los cuatro guardiamarinas de la Esmeralda (los otros eran Arturo Wilson, Vicente Zegers y Ernesto Riquelme) y sobreviviente del Combate Naval de Iquique.
“Siento cariño por Fernández Vial porque es un ser de otros tiempos (nació el 15 de marzo de 1858, murió en noviembre de 1931). Partamos señalando que llegó a contraalmirante de nuestra Armada y era anarquista. Libertario, de esos del culto al cuerpo, la vida sana, la instrucción a los trabajadores y el combate contra el alcoholismo (porque era el principal flagelo de la clase trabajadora).
Fue, don Arturo, un asiduo visitante de la colonia tolstoyana instalada en San Bernardo por Augusto D’Halmar, Julio Ortiz de Zárate y Fernando Santiván. Allí acudían los pintores Pablo Burchard, José Backhaus y Rafael Valdés, entre otros. También Carlos Pezoa Véliz, Manuel Magallanes Moure, Carlos Mondaca y Baldomero Lillo. Comienzos del siglo XX (…)
“Gabriela Mistral lo retrató en una crónica. Lo llamaban ‘El Desombrerado’, porque no le gustaba llevar la gorra de marino y, cosa notable, era partidario de la existencia de playas nudistas en nuestro país. El Porvenir de Chile no lo querría (…)
“Luego del retiro (julio de 1916), fundó 14 escuelas nocturnas para obreros y varias sociedades de temperancia en la capital. Supongo lo que debe haber sido para la sociedad encopetada de entonces ver a su héroe de Iquique fundando escuelas proletarias (me imagino lo que sería hoy, y por eso sospecho del silencio en torno a su nombre).
En tiempos en que tantos se califican de ‘liberales’, es oportuno advertir que el término no debe confundirse con ‘libertario’. Arturo Fernández Vial era un libertario. Por lo que sé, los actuales liberales sienten horror por la pobreza, pero nunca al grado de fundar escuelas nocturnas para obreros (y sin siquiera haber sido héroes de batalla alguna)”.