«Estos últimos días hemos tenido momentos de mucho sufrimiento como Congregación de las Hermanas del Buen Samaritano. Hermanas que pertenecieron a nuestra Congregación han hecho acusaciones en medios de comunicación social, algunas de ellas muy graves», afirmaron en una carta que hicieron llegar a los medios de comunicación locales.
La Congregación de las Hermanas del Buen Samaritano lamentó hoy los abusos denunciados por ex monjas, y solicitó a la justicia que se investiguen estos hechos en que aparecen involucrados sacerdotes que tenían a su servicio a las afectadas.
«Estos últimos días hemos tenido momentos de mucho sufrimiento como Congregación de las Hermanas del Buen Samaritano. Hermanas que pertenecieron a nuestra Congregación han hecho acusaciones en medios de comunicación social, algunas de ellas muy graves», afirmaron en una carta que hicieron llegar a los medios de comunicación locales.
Las religiosas señalaron que «el sufrimiento de ellas nos duele y nos lleva a tomar medidas para evitar que situaciones como esas se vuelvan a repetir».
Las Hermanas del Buen Samaritano advirtieron que ninguna de estas acusaciones de connotación sexual ha sido investigada por los organismos o instituciones pertinentes.
«Estas acusaciones deben ser investigadas y estudiadas, para que aquellas prácticas que son verídicas sean sancionadas debidamente, y para descartar aquellas denuncias que se alejan de la verdad», enfatizaron.
El pasado 25 de julio, un grupo de monjas que dejaron la Iglesia católica denunciaron haber sido «por años» abusadas sexualmente por curas y desoídas por las autoridades eclesiásticas en la congregación «Hermanas del Buen Samaritano», en la región chilena de Maule.
En declaraciones al programa de investigación periodística «Informe Especial», de la televisión chilena (TVN), las religiosas aseguraron haber sido también víctimas de abusos laborales en el convento situado en el municipio de Molina, a 210 kilómetros al sur de Santiago.
Agregaron que tras denunciar los abusos a sus superioras, fueron castigadas y expulsadas de la congregación sin ninguna compensación.
Yolanda Tondreaux, una de ellas, dijo que sufrió abusos apenas se puso los hábitos: «Un sacerdote se me acercó, me tocó el pecho y me dio besos en la cara llegando hasta los labios».
«Me manoseó. Me dio asco», añadió y aseguró que acudió de inmediato ante la madre superiora, Patricia Ibarra, y denunció lo ocurrido, pero ella, lejos de ayudarla, la trató de «mentirosa» y le ordenó confesarse con el mismo cura denunciado.
«Las chicas jóvenes se fueron del convento por lo mismo, porque habían curas que las manoseaban», sostuvo Tondreaux en el reportaje del medio chileno.
Afirmó haber visto durante su vida de monja entregar cheques de hasta 20 millones de pesos (unos 30.700 dólares al cambio actual) a sacerdotes que afrontaban denuncias por abusos.
En cambio, ella fue parte de un grupo de 23 monjas que fueron expulsadas de la congregación sin ningún resarcimiento económico por haber denunciado abusos, aseveró.
La Iglesia chilena vive desde hace algunos meses sumida en una profunda crisis por los casos de abusos sexuales cometidos por curas y sacerdotes, episodios que, en algunos casos, se remontan a varias décadas atrás.
Este viernes, los 34 obispos de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh), pidieron perdón por los abusos sexuales cometidos por miembros del clero y anunciaron un paquete de medidas y compromisos para avanzar en la búsqueda de justicia y reparación de las víctimas.
El papa Francisco, que en enero pasado cuando visitó Chile minimizó la gravedad de los hechos, decidió hace algunos meses intervenir directamente en la crisis y hasta ahora ha aceptado las renuncias de cinco obispos.