Su nombramiento no está exento de polémicas, y ha generado malestar en el mundo de las artes debido a que Pérez tendría amistad previa con el Presidente Sebastián Piñera. Además –según indican las fuentes del mundo del patrimonio– sería mentor de Emilio de la Cerda, el subsecretario de Patrimonio, de quien depende el Servicio Nacional y, desde luego, el propio MNBA.
Fernando Pérez Oyarzún será el nuevo director del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA). El arquitecto y profesor de arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile, era calificado por artistas y curadores como el “favorito” de La Moneda.
El académico ha tenido una influencia relevante en el ámbito artístico, cultural y patrimonial en Chile, con alrededor de 50 años de trayectoria, caracterizada por su capacidad para liderar proyectos de envergadura a nivel nacional e internacional, dice un comunicado del Ministerio de las Culturas.
Además, algunos de sus trabajos e investigaciones han sido expuestos y publicados en Chile y cabe destacar que impulsó el programa «La Ciudad y las Palabras» -al alero del Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos de la PUC- ciclo que ha convocado desde 2007 a importantes pensadores, escritores y creadores nacionales e internacionales, entre los que se cuentan premios nobeles.
Pero su nombramiento no está exento de polémicas, y ha generado malestar en el mundo de las artes debido a que Pérez tendría amistad previa con el Presidente Sebastián Piñera. Además –según indican las fuentes del mundo del patrimonio– sería mentor de Emilio de la Cerda, el subsecretario de Patrimonio, de quien depende el Servicio Nacional y, desde luego, el propio MNBA.
Pese a sus buenos antecedentes, el gran problema es que no viene de las artes visuales, razón suficiente para que sea rechazado transversalmente por un buen número de artistas, curadores e historiadores del arte.
El nuevo director deberá ocupar el cargo por tres años -renovables a un segundo período-, y tendrá como misión concretar los lineamientos del nuevo Plan Estratégico del Museo. Entre ellos destacan la definición en equipo de una política de colecciones, exhibiciones y programación, de cara a los intereses de las personas y las comunidades, avanzar en modelos de gestión, financiamiento, conservación, patrimonio e infraestructura. Asimismo, deberá implementar una estructura orgánica, y mantener un sistema de gestión basado en procesos e indicadores, entre los múltiples desafíos de su cargo.