En medio de la tensión, el peso argentino -que ya ha perdido 52% de su valor en el último año- cayó 3,5% frente al dólar y los bonos soberanos cayeron hasta un 14%. Estos números reflejan tensión en los mercados, no solo ante las incertidumbres coyunturales e históricas de Argentina, sino también por la situación más allá de las fronteras del país, con el dólar fortaleciéndose en el mercado de divisas internacional por los robustos números que presenta la economía de Estados Unidos.
Uno le pregunta a un taxista en Buenos Aires qué es el riesgo país y este le responde con información reciente, contexto histórico y análisis técnico.
Su comentario será especialmente fogoso en un día como este miércoles, cuando el peso argentino se volvió a caer y el llamado «riesgo país» llegó a niveles record desde la crisis de 2001.
Tras décadas de turbulencia económica, los argentinos se han ido empapando de términos que en otros países no salen de la jerga financiera.
Hoy en día, el concepto «riesgo país» lidera titulares en medios de comunicación masivos y está entre los trending topics del día cada vez que aumenta.
«El riesgo país sube porque en el mundo hay miedo de que los argentinos quieran volver atrás«, dijo este miércoles el presidente, Mauricio Macri, en un intento de explicación del aumento.
En seis meses, Argentina tiene una nueva cita con las urnas: Macri, al menos por ahora, buscará la reelección y la oposición tiene entre sus candidatos a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
La posibilidad, mientras la economía empeora, de que vuelva el kirchnerismo al poder es uno de los factores que generan tensión en los mercados, viejos enemigos de Kirchner durante su segundo gobierno.
Sin embargo, los expertos coinciden en que en la ecuación también entran las políticas económicas de Macri, quien después de tres años en el poder no ha podido cumplir su mayor promesa: resolver el desbarajuste económico que heredó del gobierno anterior.
De hecho, prácticamente todos los indicadores relevantes de la economía -crecimiento, inflación, consumo y pobreza- han empeorado en estos tres últimos años.
El índice al que se refirió el presidente este miércoles cuantifica lo peligroso o no que es percibida la deuda pública de un país para los inversores extranjeros. La idea es saber cuán posible es que una economía caiga en default o cesación de pago de sus deudas.
Y se plasma en la sobretasa, la diferencia entre el interés que paga el país al emitir deuda pública y el que pagan los bonos de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), considerados de referencia.
El banco JP Morgan reportó este miércoles que el riesgo país de Argentina llegó a 945 puntos, un salto de 8% respecto del día anterior.
En medio de la tensión, el peso argentino –que ya ha perdido 52% de su valor en el último año– cayó 3,5% frente al dólar y los bonos soberanos cayeron hasta un 14%.
Estos números reflejan tensión en los mercados, no solo ante las incertidumbres coyunturales e históricas de Argentina, sino también por la situación más allá de las fronteras del país, con el dólar fortaleciéndose en el mercado de divisas internacional por los robustos números que presenta la economía de Estados Unidos.
Pero más allá de la causa del aumento del dólar y el riesgo país, los argentinos ven estas noticias como síntomas de una economía en picada.
Acto seguido llega la inflación, los comerciantes remarcan precios, que ya acumulan una escalada de 54% en el último año, una de las más altas del mundo.
Macri llegó al poder en 2015 con la promesa de erradicar la inflación, los desequilibrios y la incertidumbre.
El mandatario, que como empresario ya venía fogueado en el mundo financiero internacional, saldó cuentas con los inversionistas extranjeros y convirtió la deuda externa en una de las fuentes principales de financiamiento del Estado.
En un principio llovieron los dólares del extranjero: el peso se fortaleció, la economía volvió a crecer y los argentinos vivieron un leve momento de calma.
Pero en 2018, cuando la desconfianza de los mercados en el programa económico de Macri coincidió con un contexto internacional adverso para los países dependientes de la financiación externa, el peso se desplomó y volvió la crisis económica a Argentina.
Macri ha intentado cualquier cantidad de recetas para resolver el desempeño económico: desde recibir un histórico y polémico préstamo por US$57.000 millones hasta congelar los precios de 60 productos básicos.
Pero nada ha logrado generar la confianza que él espera de los mercados ni ha detenido el derrumbe de su aceptación en las encuestas.
Mientras tanto, Kirchner, a pesar de haber sido procesada en una decena de casos de corrupción, salió elegida en el Senado y fue adquiriendo fuerza en el escenario electoral de las presidenciales de octubre 27.
Hoy ninguno de los dos posibles candidatos pasa del 30% de aceptación en las encuestas. Por eso cada día aumenta la posibilidad de que emerja una tercera figura (como Roberto Lavagna o Sergio Massa) o de que ellos den su apoyo a otro candidato de su partido (como María Eugenia Vidal o Felipe Solá).
Las elecciones, entonces, generan tensión económica, mientras que la cada vez peor economía genera incertidumbre electoral. El círculo vicioso se consolida.
Y el análisis macroeconómico de los taxistas porteños continuará.